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Deportes

Cuando los sueños pisan el césped del Old Trafford

Diego Gómez no tocó la pelota más de tres veces en el Old Trafford, pero eso no importa. Ni el frío ni el tamaño del estadio. Lo que importa es que este domingo el fútbol hizo justicia poética con alguien que lleva un país entero a su lado.

Fabian Hürzeler, entrenador de las Gaviotas, levantó la mano cuando el partido ya estaba decidido. Los cronistas ingleses decían que el Brighton le daba un nuevo cachetazo al United, pero Diego no escuchaba. Su corazón, que es un motorcito hecho en Misiones, latía muy por encima del ruido de los periodistas. A su lado, Julio Enciso. No el Enciso que conocen los comentaristas, sino el otro: su amigo de adolescencia.

Los dos entraron juntos al campo, como si el fútbol tuviera memoria de sus propias promesas. Y ese instante fue suficiente para entender lo que es debutar: no el gol, no la ovación, sino el hecho simple y glorioso de estar ahí, de tocar la pelota, aunque sea tres veces, y saber que cada toque es una nueva historia. Una que no olvidarán.

Gómez, fiel a su instinto, se mostró desde atrás, llegando como quien no quiere la cosa, como esos amigos que aparecen en el momento exacto, cuando se necesita alguien que esté. Julio tuvo una chance clara, pero no alcanzó a definir. Lo que sí definió, sin embargo, fue la memoria del día: dos paraguayos en la Premier League.

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