Cultura
Domingo Rivarola y su inmenso legado

Domingo Rivarola. Archivo
El 31 de enero y a solo un día de la primera conmemoración del Día de la Sociología en Paraguay, murió el querido Domingo Rivarola. El azar quiso que se fuera con su día puesto. Sería impensable, amén de incorrecto, imaginar la sociología paraguaya sin la figura predominante de Domingo. Artífice principal de la creación de un campo moderno de las ciencias sociales y su internacionalización: fue cómplice de José Medina Echeverría, Gino Germani y Aldo Solari y dialogó con Eric Hobsbawm.
La etapa moderna del Paraguay se conoció a través de la Revista Paraguaya de Sociología, distribución que se extendió a las bibliotecas más prometedoras del mundo. Un devenido sociólogo, finalmente toda ciencia es una práctica, formó parte de un movimiento de renovación radical de los ideales intelectuales de la sociología tendiente a transformarla en una ciencia empírica, su versión vinculada a la irrupción del estructural-funcionalismo y al desarrollo de técnicas de investigación que tenían un papel relevante en el mundo académico norteamericano. Pero como gran intelectual, no fue ingenuo a la hora de analizar su país incorporando elementos estructurales de largo alcance y actores protagonistas del momento. Intervino en el espacio público, tuvo una voz de autoridad indiscutible que nunca fue inocua. El libro La sociedad conservadora frente a los desafíos de la modernidad es el reflejo. Participó activamente en la reconstrucción del Estado posstronista, diseñó programas de reforma del Estado, puso el cuerpo y la cabeza. Fue un académico riguroso, pero con la incomodidad de los grandes por pensar la política. Conocía esas redes como nadie, podía entrar y salir, desmarañarse y pensar sin prejuicios. Por eso fue sociólogo. Lector incansable, observador preciso, hizo del oficio un modelo ajustado a su época. Confesó alguna vez que estaba aburrido, y a su alrededor lo más convocante era la sociología: “Acaso que otra cosa podíamos hacer cuando el mundo se transformaba a un ritmo insospechado y todo estaba viejo”.

Dos ediciones de Una sociedad conservadora ante los desafíos de la modernidad, de Domingo Rivarola (Ediciones y Arte, 1991 y Flacso, 1994). Portal Guaraní
Su intuición coincidió con el apoyo brindado por las instituciones internacionales y regionales para la creación del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos en 1964. Éstas, junto con las fundaciones privadas que las financiaban, compartieron la visión de “modernización” de las estructuras y el pensamiento de la sociología y recrearon nuevas prácticas. Sin duda, en la articulación y puesta en funcionamiento de este circuito, tres centros regionales, cada uno a su tiempo, fueron nodales: la CEPAL, FLACSO y CLACSO. Como se ha demostrado, las sólidas redes de intelectuales que existían en América Latina habilitaron circuitos que permitieron a los investigadores del CPES viajar y entrar en contacto con ellas. Pero, además, es posible observar que el contacto con estas redes implicaba cierta reciprocidad: por Asunción pasaron diferentes personalidades destacadas del ámbito de las ciencias sociales de la época, interesadas en el pequeño mundo cultural de la ciudad.
Sin embargo, sin actores no hay instituciones. Obstaculizados los canales para el quehacer político, algunos jóvenes de los sectores medios asuncenos terminaron transitando por el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. Inmersos en un clima de fuerte ebullición cultural y bajo un orden político autoritario que había reducido o modificado los canales de sociabilidad política (universitaria y partidaria), buscaron sus nuevos sentidos en los marcos interpretativos que la sociología de la época ofrecía para explicar o dirigir el proceso de cambio social.
Los jóvenes que organizaban el CPES veían ante sus ojos una sociedad que se transformaba rápidamente, pero a la que la militancia universitaria, por represión y cooptación, y la partidaria, por “vetusta” –al decir de Rivarola–, no podían otorgar nuevos sentidos sociales ni brindar respuestas teórico-políticas. Ante la ausencia de otros paradigmas posibles y disponibles, las ciencias sociales estaban llamadas a producir nuevos relatos para este proceso.
Finalmente, como lo he dicho en muchas oportunidades, se puede explicar la historia de Paraguay a partir del centro más importante de producción de sociología y en sus actores. Allí está una clave de inteligibilidad posible. Hay algo eminente entre la sociología y el orden político: Gaspar Rodríguez de Francia mereció los elogios de Augusto Comte. Ese orden político merece una atención sociológica. Domingo, no solo reveló con su vocación analítica los caminos errantes de su país, sino que dejó planteadas las preguntas para una renovada agenda de la sociología. Hoy, muchos jóvenes levantan esas hipótesis en busca de argumentos posibles para una América Latina que todavía puede ser.
* Lorena Soler es doctora en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesora de grado y posgrado, con una extensa producción sobre Paraguay.
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Domingo Rivarola, un hito en la sociología paraguaya