Cultura
Josefina Plá: “La cerámica es escultura, es pintura, es danza…”

“Josefina sosteniendo un plato”, ca. 1929. Positivo en gelatina de plata © Colección Museo Julián de la Herrería. “Josefina en Manises decorando un plato” (detalle), ca. 1931. Positivo en gelatina de plata. Cortesía Miguel Ángel Fernández
Acaba de llegar al país La cerámica de Josefina Plá, catálogo razonado elaborado y editado por la investigadora María Blanco Conde, y publicado en diciembre pasado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Ministerio de Asuntos Exteriores de España y la Unión Europea. Esta obra aborda una faceta menos conocida, pero igualmente importante, de la poeta, crítica de arte, narradora y dramaturga española, referente de las artes visuales en Paraguay. El volumen, de 220 páginas y profusamente ilustrado, ilumina la producción artística de Plá, ofreciendo el contexto histórico y cultural que enmarcó su labor.
Blanco Conde abre la publicación con una cita de Josefina Plá que expone su concepción del arte cerámico: “La cerámica es escultura, es pintura, es danza; es resumen y síntesis de todas las artes plásticas, en un marco de riesgos de azar y de aventura” [1]. Hablar de Plá como ceramista implica mencionar necesariamente a Andrés Campos Cervera, conocido artísticamente como Julián de la Herrería, quien fue su esposo y compañero creativo. La conexión entre ambos fue más que una colaboración: fue una simbiosis que marcó las obras de ambos.

La cerámica de Josefina Plá, catálogo razonado. Cortesía
El volumen, estructurado en cinco partes, comienza con la historia del acervo que Josefina reunió con el objetivo de constituir el Museo “Julián de la Herrería”, de cuyo origen se ocupa el primer capítulo. Según relata Blanco Conde, gran parte de este acervo se forjó a través de intercambios con artistas amigos de la pareja, como Wolf Bandurek, Olga Blinder, Carlos Colombino y Edith Jiménez, entre otros.
El corpus, donado al Ministerio de Asuntos Exteriores de España en 1989, incluye, además de obras de Julián de la Herrería, Plá y otros artistas modernos, cerámicas, antigüedades, fotografías, cartas, tallas populares y religiosas, así como documentos. María Blanco Conde recoge en su libro las vicisitudes por las que pasó Josefina Plá para preservar el legado artístico de Campos Cervera:
“Mi preocupación constante desde la muerte de mi esposo ha sido la conservación de las piezas testigos de su condición, actividad y calidad de artista (…) Conservé las piezas que representaban su trayectoria en las distintas etapas o fases de evolución, búsqueda de materia prima, sobre todo, y una temática de espíritu americano. Las conservé a toda costa, con los sacrificios que ello implica y que omito (…)” [2].
Esta última cita, que procede de una carta dirigida al embajador de España en Paraguay, Eduardo Cerro, fechada en Asunción el 10 de noviembre de 1988, es una de las tantas fuentes documentales que Blanco Conde aporta.
A partir del segundo capítulo, la autora analiza específicamente la obra cerámica de Plá, explorando desde su vínculo inicial con el barro hasta sus últimas creaciones. Uno de los momentos más significativos, según Blanco Conde, es la serie Payaguá (1960-1965), inspirada en la cultura material de los indígenas de esta etnia. Los objetos tallados y decorados con motivos ceremoniales habían impresionado a Josefina desde su llegada a Paraguay, llevándola a reinterpretarlos más tarde en registro moderno.

Piezas de la serie payaguá. Detalle de la vitrina museo Julián de la Herrería © María Blanco Conde, 2021
“Josefina fue la primera que interpretó, de una manera muy particular sobre el barro, diseños con motivos indígenas de esta etnia desaparecida, los payaguás. Estas decoraciones se tallaban en objetos ceremoniales, tales como las pipas de fumar utilizadas por los chamanes como instrumentos de sanación y en calabazas pirograbadas” [3], explica Blanco Conde, quien agrega más adelante que esta singular serie “tuvo repercusión muchos años después en otros artistas plásticos, como Pedro Barrail (Asunción, 1964), quien también se sintió atraído por esta iconografía, integrando diseños payaguás en mobiliario” [4].
Lo que resulta particularmente interesante de este trabajo de Blanco Conde –valioso por el minucioso registro visual y de catalogación, que no solo se limita al acervo donado por Josefina sino que incluye piezas de Pla existentes en diversas colecciones– es la constelación de referencias discursivas e iconográficas que ofrece, que permiten reconstruir, en la medida de lo posible, el universo que alimentó la producción artística e intelectual de Josefina Plá.
Notas
[1] Josefina Plá, El espíritu del fuego. Biografía de Julián de la Herrería, Asunción, 1977.
[2] María Blanco Conde, La cerámica de Josefina Plá, AECID/Ministerio de Asuntos Exteriores/Unión Europea, Madrid, 2024, p. 16.
[3] Íbid., p. 37.
[4] Íbid., p. 41.
* Adriana Almada es crítica de arte, escritora, editora. Es directora artística de la Colección Mendonca de Arte Contemporáneo, curadora general de Pinta Sud y editora de El Nacional Cultura.
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Excelente nota Adriana de un necesario testimonio de nuestra cultura. Felicitaciones