Papá, quiero ser futbolista

Hay algo mágico en la imagen de un niño corriendo detrás de una pelota. En su mundo no hay árbitros ni tácticas, sólo la esperanza de hacer un gol. Pero detrás de ese instante, un camino largo que transitar, lleno de desafíos y grandes sacrificios.

En una entrevista con El Nacional, Elvio Paolorosso, coordinador general de las divisiones juveniles de Paraguay, cuenta todo sobre ese camino. “Es fundamental que los formadores sean docentes y estén extremadamente capacitados. Deben conocer la edad evolutiva de los chicos, para así saber qué tareas realizar en cuanto a lo táctico y lo físico. El trabajo de las pesas, que es muy delicado. Hay que conocer profundamente la situación y la evolución biológica del joven”, explica.

Pero no todo es cuestión de técnica. Los chicos crecen, y con ellos cambian sus prioridades, su carácter y hasta su forma de ver el mundo: “A partir de los 12 años comienzan a cambiar bastante el temperamento, la forma de ser, el desarrollo físico, le crecen las palancas, se incoordinan, empiezan la edad del noviazgo, de los amigos, de salir más solos, menos control de los padres… Ahí hay que interiorisarce en cómo es la vida del chico. Por eso hablo de capacitar a los formadores para que se involucren: saber si tiene una familia normal, padre alcohólico, padres separados”.

“Hay etapas en las cuales el porcentaje mayor es recreativo y el menor es táctico. El porcentaje medio es físico. Esos porcentajes van cambiando de acuerdo con cómo los chicos van creciendo: los de 13 basan casi todo en juego recreativo y los de 16 o 17 ya están con sistemas tácticos. Cada edad tiene porcentajes para trabajar”, agrega.

En este camino, el papel del psicólogo se ha vuelto esencial. “Hoy los psicólogos tienen una relevancia importantísima. De hecho, acá en la formativa tenemos el psicólogo que hace distintos tests para saber cómo están los chicos en cuanto a inteligencia y rapidez mental, para así estimular lo cognitivo. Esto, además de interiorizarse en los problemas que puedan tener en el hogar, la familia, o con los amigos. Hoy el psicólogo pasa a ser pieza fundamental, sobre todo en tiempos que vivimos con las redes sociales y esa dependencia del celular”, asegura.

El costo económico también es una realidad que las familias deben enfrentar, pero Paolorosso lo ve más como inversión en lugar de gasto: “Los costos de los familiares son el traslado a los entrenamientos, la compra de indumentaria deportiva, sobre todo botines, champión de entrenamientos. Los clubes le dan pantaloncito, remera, medias, pero no contemplan algún conjunto deportivo. Y los traslados a los distintos partidos donde juegue el chico. Así que es un gasto importante que tienen que afrontar las familias. Pero bueno, no es un gasto, es una inversión. El chico se va a desarrollar en un ámbito sumamente sano que es el deporte. Si triunfa en el deporte, es una salida laboral. Así que por eso insisto, no es un gasto, es una inversión”.

Ser futbolista no es sólo un sueño de los chicos; es un proyecto familiar que exige sacrificio, paciencia y el compromiso de dejar que el talento crezca sin presiones externas. Paolorosso tiene su consejo para los padres: “Lo primero es que apoyen y estén presentes. Que vayan a ver los entrenamientos, los partidos, etcétera. Estar cerca de ellos. Eso no significa que los presionen. Los tienen que dejar libremente y no cometer el error de resaltar los defectos del jugador. Tampoco las virtudes. Que todo eso lo haga el entrenador de turno. Los padres sólo tienen que apoyar, felicitarlo, acompañarlo y nada más. De lo contrario, se crea el problema de que, si un técnico no lo pone, el padre le dice: ‘El técnico no sabe nada, que no te pone’. Así ya le crea un problema con el entrenador. Los padres deben acompañar, colaborar en el desarrollo integral del chico, pero no meterse en las áreas de los entrenadores”.