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Opinión

Final de la Sudamericana 2024 y Racing campeón

POR Tomás Cortez
Escritor.

UNO

Caucásico, ojos claros y pelo corto. Lógicamente, tenía éxito con las mujeres. En el colegio formaba parte del grupo de los matones, que se sentaban en la última fila. Incluso hacían llorar a las maestras, directora incluida. Era una institución de nivel técnico, que tenía cierto prestigio en la ciudad. Una de las cosas que me llamó la atención del susodicho, era su fanatismo –¿ilógico? –por Racing. Corría el 2015, y los tiempos eran caóticos para un club en permanente crisis. En ese entonces, cumplía un papel discreto en el torneo continental. Ah, me olvidé de mencionarles, que estoy escribiendo de un joven asunceno, mesócrata. Su viejo lo traía todas las mañanas en auto, no andaba en colectivo. Sus compañeros entendían, mejor dicho, trataban de entender esa incondicionalidad del carilindo. Era su profe de informática. Hablábamos mucho de fútbol, de cine, política o actualidad, al inicio de las clases. Cuando podía –siempre– metía a la Academia, en equis conversación, sin importar el ridículo. La pasión futbolera no entiende de razones. Jamás. Aun con la distancia que existe entre Asunción y Buenos Aires. Una vez le inquirí.

-¿Por qué no eres hincha de Boca Jr. o River Plate? -que eran clubes más ganadores.

Se despachó con una verborragia celeste y blanca en donde incluía el gol de Cárdenas –del 67-, la zurda mágica de Rubén Paz y Milito, en tanto, le brillaban los ojos y gesticulaba sin cesar. Dejando en claro, que el hincha no solo lo era, en los buenos tiempos, sino en épocas de sequía. Las discusiones futboleras en el aula eran antológicas. Y un día, sucedió lo inevitable. La Academia vino a jugar a nuestra ciudad. En el noticiero deportivo, del mediodía, mostraron la llegada del equipo de Avellaneda. Y de repente, percibí un rostro familiar. Mascullé.

-No puede ser. Ese angelito es mi alumno.

Al día siguiente, nos confirmó que fue al aeropuerto a recibir a la delegación. El quid del asunto no es que haya ido, sino que eran solo dos perdidos –compartían la misma pasión– que agitaban los brazos a lo loco ante la indiferencia de la plantilla, que estuvieron en el aeropuerto, en aquella fría madrugada asuncena. Al día siguiente, compartió a todos la felicidad de haber visto a sus ídolos.

Ante la avalancha de los más de cuarenta mil fanas argentinos, me acordé de mi exalumno. Debe estar de plácemes, disfrutando como nunca el título merecido de Racing, que ahora sí es un club ganador. Recapitulo, siempre lo fue y no me di cuenta. Su gente –sufrida y seguidora- lo ha demostrado, en especial en tiempos de sequía pertinaz. Fácil es querer un club ganador; difícil, equipos que no ganan ni la copa del perro. De ahí el asombro de los asuncenos por las historias de lo más variopintas de los hinchas racinguistas.

DOS

Costas es un técnico muy querido en los países que ha dirigido: Colombia, Perú, Paraguay y Ecuador. Increíblemente, o no tanto, en su país es infravalorado. Sus equipos siempre han sido ofensivos con pressing constante. Durante la Sudamericana, el equipo exhibió las virtudes de la filosofía del técnico. Confirmó, como lo hizo antes Independiente del Valle o LDU, que la alegría no es solo brasileña. Eliminó en un partidazo al Corinthians sin renunciar al ataque, ya sea de visitante o local. Lo que no entiendo es cómo Racing Club de Avellaneda no es campeón del torneo argentino. Ha sido superior en rendimiento, en estas copas, a River, Boca Juniors, Talleres y Lanús. Equipos con presupuestos mayores, pero sin un proyecto claro ni identidad. Derribando paradigmas.

– La plata es lo más importante.

Lo esencial es el proyecto y sostenerlo. Cruzeiro, eligió a Diniz, debe darle el respaldo necesario, si es que desea ganar algo.

Gustavo, un hombre humilde, no parece argentino, dijo un periodista en cierta ocasión. Y no le faltaba razón. Imposible no conmoverse con el hombre. Como jugador, vivió las peores épocas racinguistas y siempre se mantuvo fiel. Gustavo Adolfo Costas Makeira ha quedado en la historia del club. Se lo merece, aparte es un muy buen tipo.

TRES

Una marea celeste y blanca inundó la ciudad. El calor infernal –con temperaturas mayores a 35 grados– no los amilanó. En menor medida, vino la marea azul. El shopping más cheto de Asunción fue testigo de los cánticos y la alegría de las hinchadas. La Costanera albergó a otra gran parte. Sin incidente alguno. En el centro histórico compartieron ambas fanaticadas incluso la karréra vosa. Era la medianoche, no importaba. Varios vinieron sin permiso en el laburo para ver la consagración. Muchos a dedo; otros, en su vehículo, sin entradas. Sin un peso partido por la mitad. Pero conscientes de que era un momento histórico. Tenían que ser testigos para contarles a sus hijos, nietos y amistades. Las redes se inundaron con los agradecimientos de los porteños por el trato de los anfitriones.

– “Vine a la casa de la mamá de la pareja de mi primo. Somos siete y no nos dejan ni comprar comida ni usar nuestras toallas. Es impresionante”.
– “En las calles nos gritan: Vamos Racing”.
– “En los kioskos nos hablan con respeto y cariño”.
– “En la casa del cuñado de mi primo hicieron un asado de bienvenida para 17 personas, solo porque veníamos nosotros”.

Los paraguayos demostrando la mejor cara del país. Ahora, mientras escribo, cae la noche. La noche se vestirá de celeste y blanco, hasta altas horas de la madrugada. Y también el recordado David Fretes está de fiesta.

Felicidades, campeón.

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