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Opinión

El camino del alma

La mar es como un espíritu puro que duerme bajo la luna y la enfurece el viento.

 

El alma en su estado natural es pureza y energía, fe integrada a un todo armónico, sosteniendo vida y equilibrio. El estado puro es aquel que forja los siglos que otrora fue el mercurio como metal supremo de la alquimia y símbolo magno de la luz hermética en su batalla antagónica con el azufre, razón y materia del Hades, infierno de los círculos de Dante.

Las alegorías danzan en la mente cuando el universo se manifiesta en forma múltiple, en un mundo que niega el origen, y el pasado pasa a ser una construcción dispar de relatos a media.

El alma, determinación del ser, es una energía inmaculada que existe, se trasmuta y sublimemente se eleva. El altar del cuerpo desde los helénicos fluye en pasión y adoración y es el resultado del alimento que en cada paso le damos.

Hálito divino, fuente vital, misterio inexplorado, piedra intacta para la ciencia, es un sendero frágil, corruptible y cultivable.

El Tao de la energía, eje del equilibrio, se edifica en la inyección de, hechos, acciones y memoria

Pulir la piedra, dignificar el espíritu, elevar a Dios nuestra esencia, es el rumbo de los seres del Mercurio y el Espíritu Santo.

La existencia debe ser el cuidado del alma, el fortalecimiento de las virtudes, el valor de los hechos, la Palabra como símbolo de la verdad.

Construir un templo de bien como norte y emblema, más allá de discursos, con realidades auditables con el accionar de nuestros pazos.

La senda del alma debe ser horizonte ineludible en el templo de Ser.

La acción sistemática de la bondad como principio máximo fortalece la energía del alma. Erradicar la falsedad, cultivar la caridad, vivir la solidaridad y buscar el amor eterno nos darán un alma plena. Sostener la espada ante la injusticia, combatir el mal nos dará firmeza de espirito. Ser generoso y extender la mano al necesitado nos hará dignos.

Construir una sociedad justa, nos hará sabios y edificar nuestra casa mirando al sol, nos dará el calor de la creación, justa y perfecta, que Dios nos dio para honrar y respetar en paz, tolerancia y bondad.

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