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Opinión

La minería de arena, un problema ambiental que no se percibe

Uno de los lugares predilectos es Itacurubí de la Cordillera, como así también Ybycui, y muchos de los arroyos y ríos que surcan esta bella zona del centro de la Región Oriental del Paraguay, y no puedo dejar de preocuparme por la gran cantidad de camiones que veo a diario extraer arena del lecho del Yhaguy, actividad que veo en muchos otros cursos de agua en donde existe una arena de calidad, y accesible al ser humano. Independientemente del daño que causan a las ya dañadas y precarias rutas para acceder a la arena, veo que esta actividad se hace sin muchas salvaguardas ambientales y sociales, como si el recurso arena está ahí, disponible para ser extraído sin ningún tipo de previsiones hacia su sostenibilidad.

Hace algún tiempo que el Foro Económico Mundial viene discutiendo, y como este varios otros foros y alianzas, sobre la minería de arena, lo que nosotros conocemos como areneras, y si bien se conoce y sabemos que existe es poco lo que conocemos y las acciones tendientes a hacer un buen manejo del recurso. Luego del agua, la arena es el segundo recurso natural más explotado, más utilizado. Vemos la arena ahí en los ríos y riachos que nos rodean, también en lagunas y lagos, pero no somos realmente conscientes de que nuestra infraestructura, como las rutas y todas nuestras ciudades están “construidas de arena”, literalmente son arena ya que toda infraestructura demanda concreto, vidrio y otros materiales de construcción que usan arena para su fabricación. La remoción y obtención de la arena y grava de los lechos de nuestros ríos, arroyos, lagunas y también de sus costas tienen un inmenso impacto sobre el ambiente, además de que lo hacemos a una tasa de reposición inexistente, es decir, sacamos mucho más rápido que el tiempo que el recurso tarda en renovarse. Un dato llamativo que nos ayuda a darnos cuenta de la realidad es que el PNUMA en el 2012 dijo que en el planeta se había usado tanto concreto como para construir una pared alrededor del planeta de 27 metros de alto y 26 metros de ancho, pues imaginemos esta dimensión. El 85 % de toda la minería a nivel mundial corresponde a la extracción de arena. Parece que hay poca regulación a nivel mundial, y se está hablando de la crisis de arena. Muchas de las cuestiones asociadas a los eventos o desastres relacionados al clima están asociados con la carencia de sedimentos para proteger contra las inundaciones, por ejemplo. Varios estudios demuestran que el mantener la arena y todos los sedimentos, hace que se construya en muchas zonas costeras “por encima de la cota” y esto es la mejor estrategia para protegerse contra las inundaciones.

Entre los impactos que se han detectado están la erosión costera y de los lechos, el encogimiento de los sistemas de humedales, los cambios al uso de la tierra y la contaminación del aire, la salinización de las reservas acuíferas y los impactos directos sobre la biodiversidad, tanto a nivel de los organismos que vemos como toda la vida microscópica que habitan ríos y arroyos, como así también las lagunas. Hay vida asociada al agua y los arenales, hay vida en el plancton (especies animales y vegetales pelágicas que se encuentran flotando en las aguas) y el bentos (especies que habitan el fondo, el lecho de los cuerpos acuáticos) que no siempre son muy detectables a ojo desnudo. En estos ambientes hay un conjunto de factores que interactúan con las especies y hacen posible la vida de mayores dimensiones como una nutria, un carpincho y hasta muchos peces y otras formas de vida más fáciles de ver para nosotros.

Entre los aspectos que debemos tener en cuenta están el reconocer que la arena es un recurso estratégico que nos permite construir infraestructura clave para la civilización pero también provee servicios ecosistémicos críticos, y que necesitamos empezar a pensar en un cambio que apunte a la regeneración de la arena y una economía circular. Que necesitamos información para la toma de decisiones políticas correctas y que nos urge mapear, monitorear y reportar los recursos de arena del país, como así también asegurar que la biodiversidad se mantiene y se mejora, y en caso haya degradación, que la misma se restaure.

También urge una necesidad de mayor consciencia y entrenamiento, los arquitectos, los ingenieros necesitan comenzar a entender sobre recursos naturales, sobre sostenibilidad, y la búsqueda de alternativas que reduzcan o hagan eficiente la minería de arena. Obviamente que nuestra economía es difícilmente comparable con la de otros países, como el caso de que China habría consumida más arena en tres años que la que consumió los EE. UU. en todo el siglo XX. Pero miremos nuestros edificios, todas estas obras que hoy se están construyendo, toda la expansión urbana y uso del concreto, no olvidemos que el 90 % del asfalta y de las rutas están hechas de arena. Tampoco contamos con los conflictos sociales y de derechos humanos que existen en otros lugares del planeta donde ya se está hablando de “la tragedia de los Comunes de la arena que se avecina”; sin embargo, debemos estar alertas y exigir a las autoridades la regulación necesaria y la restauración de los sitios en donde se extrae arena. Yo quisiera ver que hay consciencia en mi querida “Itacurubí de la Cordillera” y que el Yhaguy se merece esta atención, como así también que quienes vivimos y disfrutamos de los recursos naturales a consciencia exigimos que se trabaje en el marco de la sostenibilidad. No quisiera que el origen guaraní de nombres como Itacurubí o Ybycuí, por Ita kuruvi o Yvyku’i, que denotan esta característica de “arena” sean geo- o toponimias que no hayamos honrado, y estos nombres no son solo en Paraguay, hagan una revisión de sitios con esos nombres en otros países de la región y se sorprenderán.

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