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Opinión

La modernización del transporte público debe ser una causa nacional

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

A partir del mes de mayo de este año, en Alemania, se implementará oficialmente el pasaje general para viajar por todo el país por un precio fijo de 49 euros mensuales. Esta decisión fue el resultado de la experiencia realizada en el verano del año pasado con el billete de 9 euros. La experiencia trajo un tremendo movimiento de personas por todo el país, especialmente porque el experimento se llevó a cabo durante las vacaciones de verano.

Ahora, con un monto no tan alto, para que todos los segmentos de la sociedad pudieran beneficiarse de este novel sistema de financiamiento del transporte interno dentro del país es un aliciente que se podría interpretar como empatía social del Estado hacia su población. Por otro lado, algunos Estados están en renovación de las unidades de transporte, sean buses o trenes. El sistema de transporte público alemán, bajo mi mirada, está más que bien articulado y los ciudadanos de todos los rincones pueden acceder rápidamente a cualquier sistema de transporte que los acerque a sus lugares de trabajo. Existen, por ejemplo, estrategias de conexión como el sistema bicicleta y bus, coche y tren y también ferrys para las regiones conectadas con alguna vía fluvial.

Esto resume la conciencia hacia la protección del medio ambiente, reducir la congestión del tránsito en las carreteras y otros beneficios que hacen que la sociedad pueda tener una mejor calidad de vida. Esta nueva tendencia de facilitar la circulación de personas en forma interna en el país no afecta solamente a Alemania, sino a varios países europeos, algunos, incluso, prueban el pasaje gratis en algunos tramos urbanos.

Las comparaciones son desagradables, especialmente si el foco de comparación se vincula con nuestro país y en nuestra región, pero lo que se debería aprender y emular es el interés político y social para desarrollar políticas públicas para el beneficio y bienestar de la sociedad. Entiendo que imitar este proceso de desarrollar políticas públicas realistas no es tan dificíl, especialmente a lo que compete al transporte público en nuestro país. Si sumamos solamente los años de apertura democrática, que ya van 34 años, en el área del transporte público no ha habido cambios sustentables en estos años de libertad, es solo un tema de gestión, de admninistrar la cosa pública honestamente.

Pero la situación del transporte no solo ha sido catastrófica durante estos años democráticos, sino también durante décadas. El Estado paraguayo no ha podido articular ni tomar al toro por las astas (la problemática del transporte público), quizás por los gobiernos manchados de corrupción que hemos tenido. Recordemos que el ferrocarril paraguayo estuvo activo hasta los años 90, a leña, pero funcionaba.

Realmente no se sabe qué ha pasado o cuáles fueron los factores de por qué el sistema de transporte no ha evolucionado en beneficio de la sociedad. Actualmente el traslado de los connacionales dentro del país es una verdadera tortura que atenta contra la calidad de vida de la población. A modo de ejemplo, en el departamento Central, para el traslado desde Capiatá o San Lorenzo hasta la capital, el ciudadano pierde horas de sus vidas por unos  20 o 30 kilómetros y ni hablar de los que deben trasladarse de otras zonas aledañas hacia la capital, pues aún la capital sigue siendo el motor  del movimiento económico del país. Aquí se visibiliza un lacerante tema del por qué los departamentos del país no pueden progresar o desarrollarse, a pesar de existir gobernaciones y municipalidades que bien podrían trabajar en conjunto en pro del desarrollo del país, pero no, volvemos al simple hecho de la nula gestión y la ausencia de voluntad política de los representantes del pueblo.

En las fechas importantes, como Semana Santa, Día de las Madres, tiempo en que los ciudadanos quieren visitar a sus familiares que viven muy lejos de sus respectivos domicilios (visibilizamos nuevamente otro fenómeno que a nadie le importa: la migración interna, es decir migración a los cascos urbanos y, preferentemente, a la capital por ser una fuente de oportunidades para los migrantes), deben soportar una odisea solo para trasladarse unos cuántos kilómetros. Este hecho no es nuevo ni de ayer, sino de décadas y no solamente en tiempos democráticos.

Lo triste para el pueblo que ha sufrido décadas de abandono en el área de transporte es que el propio Estado paraguayo se ha encargado de subsidiar a varias empresas de transporte para la renovación de sus unidades, a expensas de los recursos de la nación. A pesar del multimillonario desembolso que en cada gobierno ejecuta (negocia), el sistema de transporte sigue igual, pues siguen los mismos dilemas de siempre: pasajeros colgados como “racimos humanos”, unidades en estado deplorable, personal no calificado que a veces raya la brutalidad y la irracionalidad en el manejo de las unidades en las que transportan  a miles de almas diariamente, los horarios nocturnos casi no existen  y los ciudadanos que trabajan en horario nocturno son dejados a su suerte.

En fin, se podría citar un centenar de situaciones que hacen que el sistema de transporte deba ser imperiosamente renovado, reestructurado y, por sobre todo, articular a como dé lugar el tren de cercanía, para luego, en algún futuro no muy lejano, viajar cómodamente en trenes de lujo hasta Encarnación, Ciudad del Este o Pedro Juan Caballero,  o  hacia el otrora denominado: “infierno verde”: el Chaco.

 

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