Nacionales
De ser la más temida a ser amada
Mykurẽ Didelphis albiventris. Foto: Carlos Ortega.
Todos hemos visto en los diferentes medios de comunicación y redes sociales a una nueva estrella de la fauna nacional, lo que conocemos como mykurẽ o también comadreja overa o zarigüeya, hasta oposum, uno de los marsupiales que tenemos en las Américas y en nuestra región que es nativo, pero que además se ha adaptado a vivir en condiciones rurales. Y tengo la suerte de tener un excelente fotógrafo y conocer de la fauna paraguaya, el querido Carlos Ortega, quien siempre me motiva con sus fotos, así que gracias a él, hoy vamos a hablar del mykurẽ. Animal muy temido por algunos, odiado por otros, pero en los últimos tiempos se le está dando un valor por el rol que cumple en los ambientes en los que se encuentra y de algún modo, en el balance por el “supuesto daño que nos puede hacer” y los beneficios que nos otorga, finalmente nos damos cuenta del valor que tiene esta especie.
Siempre comento en mis clases y con quienes tengo oportunidad de la importancia de los mykurẽ porque son miembros de un grupo de animales extremadamente exitosos, originarios de Sudamérica de una época de esplendor para los marsupiales, y hoy podríamos decir que son fósiles vivientes. Estos animales en una gran diversidad de formas y tamaños eran originarios de nuestro continente, pero con las conexiones y desconexiones del Istmo de Panamá, la fauna se mezclaba con otros animales (carnívoros como lo que son los zorros y felinos) del hemisferio norte que eran “más exitosos en la competencia” y que llevaron a los marsupiales de Sudamérica a la extinción. Solo algunos pocos animales sudamericanos lograron ingresar hacia el norte del Istmo de Panamá para conquistar lo que es hoy Centro y Norte América. No debemos confundirlas con las comadrejas que no son marsupiales, ya que ese nombre se usa para otras especies, así que mantengamos el nombre más apropiado como zarigüeya o mykurẽ, aunque parece ser que el primero también es de origen tupí guaraní.
Estos carnívoros y otros conquistaron Sudamérica desplazando a los marsupiales, que estaban extremadamente especializados, mientras que unos pocos como nuestro hoy querido mykurẽ que por cierta plasticidad biológica se adapta a diferentes circunstancias, y sí, es cierto que le facilitamos la vida cuando ponemos a disposición de ellos aves de corral y sus huevos, o cuando les facilitamos desechos de los cuales alimentarse, y se comportan como lo haríamos también los humanos, aprovechando las oportunidades que se nos presentan. El avance de las habitaciones humanas, los animales domésticos, las actividades agrícolas, y otros les ofrece no solo alimentación, sino refugio, pero también riesgos, como los atropellamientos en la calle o ruta, el ataque con animales domésticos como los perros, y otros.
Parte de su éxito en la lucha por la supervivencia tiene que ver con su plasticidad de tener una amplia dieta, consumiendo todo tipo de alimentos, desde frutas hasta invertebrados, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, con especial predilección por los huevos y las crías. El hecho de que deprede animales que podrían ser dañinos para el ser humano, ha hecho que se la valore mucho más, ya que se come lo que podría considerarse una plaga, se come los animales ponzoñosos, y hasta los escorpiones y alacranes. Se ha dicho que limpia el ambiente de muchos animales que podrían ser perjudiciales, y hasta consumen animales en descomposición, sí que verdaderamente cumplen un rol clave en el ecosistema y no solo el natural sino también el urbano, consumiendo cucarachas y ratas. Y celebro ese reconocimiento a este ser antes tan temido, antes tan odiado, y que parece que hoy lo estamos valorando más.
Es un animal un poco raro, ya que es un marsupial, lleva sus crías en el marsupio, una bolsa en el vientre donde tiene sus pezones para amamantarlos. Las crías nacen muy poco desarrolladas y trepan hasta la bolsa para culminar su desarrollo, y luego se las ve asociadas a su madre, puesto que las acarrea en su lomo o espalda. Este fósil viviente debería tener nuestra admiración y respeto, y como dije, hacer un balance entre el potencial daño versus todos los beneficios que nos otorga, sin olvidar que todavía su carne se consume en algunos pueblos indígenas, y que su piel se utiliza para la confección de diferentes tipos de cueros. Espero que pronto podamos dejar de considerar al mykurẽ un enemigo y valorarla por el rol que cumple en el ecosistema.
Además, reconocer que el mykurẽ o comadreja overa es uno de los marsupiales que tenemos, quizás el más conocido, pero hay otros marsupiales si bien no son tan conocidos, y Carlos Ortega nos comparte fotos del mykurẽ-i o marmosa de anteojos, otro elemento de nuestra fauna poco conocido, registrado por Carlos en el Parque Nacional Cerro Corá, una justificativa más para conservar ambientes naturales como acervo de nuestro patrimonio natural en las Áreas Silvestres Protegidas
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