Política
Cartismo ejecuta políticas que dejan “mal parado” a Peña, sostienen
Santiago Peña durante su encuentro con universitarios en New Jersey. Foto: Gentileza.
En los últimos días, ha surgido un debate que pone en tela de juicio las estrategias de algunos sectores del oficialismo en Paraguay, específicamente las maniobras del cartismo. Según el senador Eduardo Nakayama, estas iniciativas no solo buscan reposicionar a Horacio Cartes en el escenario internacional, sino que, de forma colateral, estarían afectando la imagen del presidente Santiago Peña.
Uno de los ejes de esta controversia gira en torno a la Comisión de Amistad con Estados Unidos. La demanda de mayor transparencia en su integración ha desatado críticas que van más allá de la estructura misma de esta comisión. Para Nakayama, el objetivo del cartismo es claro: presentar a Cartes como un actor político limpio y sin vínculos cuestionables, algo que describe como “tan difícil como meter a un elefante en una caja de fósforos”.
El trasfondo del asunto, sin embargo, parece ir más allá de las relaciones internacionales. Nakayama señala que este tipo de maniobras evidencian una subordinación del interés nacional a los intereses particulares de Cartes. Además, alerta que esta estrategia incluye la apuesta a un posible regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con un discurso que califica de “inverosímil” y “propio para un niño de cinco años”.
El senador también destacó que estas políticas externas no solo perjudican la credibilidad internacional de Paraguay, sino que afectan la cohesión dentro del propio Partido Colorado. Las recientes discrepancias públicas entre figuras como Lilian Samaniego y Antonio Barrios son un reflejo de la tensión interna que está emergiendo.
En este contexto, la postura del cartismo pone a Santiago Peña en una posición complicada. Por un lado, como presidente debe velar por los intereses generales del país; por el otro, parece quedar atrapado en un juego político donde los intereses particulares de Cartes tienen un peso considerable. Para Nakayama, este desequilibrio podría seguir escalando en intensidad y decibeles, erosionando aún más la percepción de la administración actual.
Más allá de las críticas específicas a la Comisión de Amistad con Estados Unidos, el tema reabre el debate sobre la utilidad y el propósito de este tipo de espacios. Nakayama apunta que, en algunos casos, estas comisiones parecen creadas más con intenciones personales, como la obtención de viajes o beneficios, que con objetivos estratégicos para el país.
En este escenario, la transparencia y el enfoque en los intereses nacionales se vuelven esenciales. La percepción de que se priorizan las agendas personales, especialmente en un contexto donde las políticas antipopulistas y elitistas generan descontento, solo refuerza las críticas al oficialismo y debilita la autoridad de Peña como líder de la nación.
El desafío para el presidente no solo radica en manejar las tensiones internas de su partido, sino también en recuperar el equilibrio entre las demandas internas y las expectativas externas, evitando que su administración sea vista como un brazo ejecutor de intereses particulares.
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