Política
Pytyvö escolar o granjas escolares
Alan Redick
Por Alan Redick
Hace ya un tiempo el diputado Carlitos Rejala viene impulsando un proyecto al que denominó ‘pytyvóescolar’ (pytyvo, es ‘ayuda’ en guaraní). El proyecto es fundamentalmente simple: entregar fondos directamente a las familias eliminando a los intermediarios. El sistema parte de un programa socialista y no es original; es algo que se viene usando en varios sistemas educativos de países desarrollados.
Están, por supuesto, los escépticos del ‘pytyvó escolar’. ¿Cómo se impedirá que las familias utilicen esos fondos para otras cosas, digamos caña? Pues el sistema prevé, como en otros países, que la tarjeta solo pueda usarse con ciertos productos para niños. Claro está que el sistema no es infalible. Téngase por seguro que muchas personas, pero no la mayoría, abusarán del sistema. Ya puedo ver a unos cuantos comprando productos gracias al ‘pytyvó escolar’ y luego haciendo ciertos trueques para sus vicios (como ocurre en el resto del mundo).
Es preocupante que algunas familias abusen del sistema, peroprefiero eso a que solo lasMarlys tengan otros Mercedes. Ya mucho se viene abusando y muchos sinvergüenzas se vienen enriqueciendo gracias al robo que se les hace a niños tan vulnerables. De ahí que el programa del ‘pytyvó escolar’ me parece excelente, especialmente si se lo compara con la alternativa, que es el sistema que está en función ahora. Pero cuando me preguntan qué es lo que yo haría, ahí ya entramos en otra historia…
Propuesta republicana
Soy republicano, lo cual implica que también soy nacionalista. Creo que el Paraguay tiene que volver a sus principios y volver a abrazar su identidad. Tenemos en nuestra historia ejemplos de proyectos y sistemas que han funcionado excelentemente y nos valieron la admiración del mundo. Empezando ya por los guaraníes, pasando por los Jesuitas, hasta llegar al Dr. Francia y a Carlos A. López. Es tiempo de volver a lo que ha funcionado: la industria jesuita, el autoabastecimiento del Dr. Francia, y el mercantilismo nacionalista de los López.
Esto por supuesto no quiere decir que tengamos que cerrar nuestras fronteras, ni que tengamos que imponer en toda la República un sistema de producción, ni que tengamos que estatizar empresas. Simplemente, la cuestión es que aprendamos a ser económicamente independientes y a partir de ahí podamos relacionarnos con el mercado internacional, ojalá ya no solo con productos primarios sino que también podamos exportar alta tecnología.
¿Será acaso una locura en pleno siglo XXI regresar a políticas nacionalistas del siglo XVII y XVIII? La respuesta es simple, sólo basta ver lo que ha sido la política de Trump, que aumentó la industria nacional e inició una guerra comercial con China. Trump hizo que en el 2019 China salga perdiendo dinero después de décadas de crecimiento. Otro ejemplo es el del Brexit en Gran Bretaña.
¿Cómo aplicamos todo esto a las comidas escolares?
La ignorancia y la pobreza han resultado ser una industria muy provechosa para muchos políticos. Se trata justamente de cortar esa relación entre dependencia y codependencia, entre pobres e ignorantes y políticos prebendarios. No solo los partidos socialistas se benefician de esta dinámica explotadora entre pobres y políticos; también los globalistas explotan esa dinámica dentro de su agenda.
La educación tendría que haber sido prioridad en el Paraguay; sin embargo, se ha puesto al frente del ministerio más importante a una persona sin un mínimo entendimiento de políticas educativas; sin visión y, en general, sin la inteligencia para lograr una gestión mínima de lo que se espera. El resultado, es nuevamente una catástrofe educativa, aún peor de la que se viene ya arrastrando. Es como si crear ignorantes y pobres fuese la intención de quienes ponen a un inútil esperando un resultado diferente.
Las comidas escolares no solo tendrían que haber abrazado la doctrina republicana, sino que también tendrían que haber servido como parte del “proceso educativo”. Un proceso educativo que aspire no solo a informar, sino también a formar y trasformar. Después de todo, educar es ‘guiar’, como su misma etimología nos dice: del latín ducere. La educación pública debe ansiar formar buenos ciudadanos para la República, que a su vez puedan transformar el mundo social y el medio ambiente en el que viven.
En un país donde la tierra es tan rica, aparte del robo asegurado para algunos, ¿cómo justificamos que se tenga que llevar comida procesada desde las ciudades hacia el interior del país? ¿Por qué las escuelas, especialmente en el interior, no pueden tener sus propias granjas escolares?
Granjas familiares
Empecé una pequeña huerta doméstica cuando mi hija tan solo tenía unos años. Plantábamos cosas elementales, como lechuga, cebollita en hoja, broccoli… en fin, todo lo que mi hija no quería comer. También teníamos plantas medicinales. El resultado fue que aparte de aprender sobre la responsabilidad de cuidar de una huerta, mi hija aprendió no solo a comer, sino que también con el tiempo, vino investigando mucho más, hasta el punto de que hoy sabe más de árboles que yo.
La pequeña Zoé también aprendió desde muy temprano a cocinar. Una de sus especialidades es hacer pan, lo cual no le sale mal. Si vamos por el tema económico quizás aquí no funcione tan redondo como con la huerta. Después de hacer un breve cálculo, me di cuenta de que quizás estaba igualando gastos e incluso perdiendo un poco, y si a eso sumamos que el pan hecho por un panadero profesional puede ser más rico…, sin embargo, de vez en cuando la rutina sigue.
Cocinar puede ser también un excelente proceso educativo. No solo en cuanto a forjar la personalidad de trabajadores responsables, sino también para mejorar la salud, aprendiendo sobre nutrición y sobre los tantos problemas que tienen los alimentos hoy día. Hoy más que nunca quizás se dé aquello escrito por Sor Juana Inés de la Cruz de que: “si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito”.
Pero mi idea no es original. Es lo que se venía haciendo hace miles de años. Hace poco vi que Fredy Ortíz posteó en tuiter el trabajo que hacían sus hijas en una huerta urbana que tienen; una huerta mucho más grande y seria que la mía. No solo las niñas aprenden, sino que también este trabajo las empodera; les da la satisfacción de producir y también las hace sentirse seguras de que por lo menos de hambre no morirán y no tendrán que depender de nadie (estas niñas serán verdaderas kuimba’e, dueñas de su propia lengua).
Esa independencia era ya política de los antiguos guaraníes. Cuenta Hans Staden, un cronista de los primeros tiempos en Paraguay, que las mujeres guaraníes tenían sus propias parcelas de huertas y no tenían que depender de los hombres. Él mismo llegó a beneficiarse de la misericordia de una de las indígenas que lo alimentó gracias a su huerta.
En cuanto al espacio para plantar…, cualquiera que se queje de ello, sólo tiene que ver las maravillas que hacen los japoneses en sus huertas urbanas. Los alemanes en Itapúa plantan en sus jardines y plazas, entre sus flores: lechuga, cebollitas y repollos. El jardín aparte de embellecer es una huerta.
Granjas escolares
¿Por qué las escuelas en Paraguay no tienen sus propias granjas, como las estancias de la Patria? En un país tan fértil donde la tierra y el clima son tan benévolos no tenemos excusas para no implementar granjas productivas en las mismas escuelas. Granjas que tengan huertas, donde los más pequeños puedan trabajar; granjas que tengan animales, donde los más grandecitos puedan trabajar, y por supuesto, que según los grupos cocinen su propia comida y laven sus propios platos.
Ya existen establecimientos en Paraguay con una política muy semejante a la que hablo. Pero este debe ser un sistema que se implemente en toda la República, incluso en las ciudades (donde el ingenio traerá aún más educación).
En EE. UU he visitado granjas escuelas funcionales que resultan increíbles de concebir. Los gallineros “Carolinas” tienen un sistema en el cual las gallinas salen a comer durante el día, y caída la tardecita solas regresan al gallinero para pasar la noche. Producen huevos más sanos y los chicos tienen que hacer un trabajo mínimo.
Es verdad, quizás en algunos de estos proyectos se termine empatando o perdiendo un poco más de dinero, pero nunca si comparamos la misma calidad del producto (sin tomar en cuenta el beneficio educativo, que de por sí ya justificaría la inversión). En los supermercados americanos se consiguen huevos como los de esta granja, orgánicos y de pastura, a $ 7 la docena, mientras que los industriales se pueden conseguir a 80 centavos la docena. Por supuesto, existe una diferencia alimenticia.
Muchas veces las granjas escolares pueden producir lo suficiente como para que aparte de alimentar a los alumnos y maestros, se pueda llevar el excedente a las casas.
Además, otro beneficio que tienen las granjas escolares es que los niños tienden a repetir la misma conducta en las casas. En realidad, el proceso educativo debería involucrar también a los padres. Muchas veces me da pena ver cómo en algunas entrevistas televisivas, muestran a paraguayos con sus chacras quejándose de no tener comida, pero no plantan árboles frutales ni tienen huertas. El paraguayo parece que ha dejado de comer verde.
Las granjas escolares pueden ayudar a tantas cosas. Aparte de alimentar pueden servir como instrumentos para enseñar ciencias naturales, aritmética, geometría, nutrición y salud, economía, etc.
Si me preguntan, yo siempre aspiraría a que tengamos granjas escolares; pero eso no creo que se dé con gente tan obtusa dirigiendo la Educación. La solución inmediata está en continuar con la dependencia, para el cual el sistema del ‘pytyvó escolar’ de Rejala prevé una inteligente solución de modo a eliminar a los inescrupulosos que roban la comida de los niños.
Algún día, espero que suban al poder verdaderos republicanos que apliquen las doctrinas que han sido exitosas en nuestra tierra. Que la educación sirva de guía para informar, formar y trasformar. Que nuestros hijos aprenden a no depender y se empoderen produciendo desde muy temprano. Amén.
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Gloria Marecos
22 de octubre de 2020 at 08:34
Me encanta éste proyecto ojalá pronto sea una realidad . También me gusta mucho lo de la granja escolar,sabe que hay escuela a la que se le instaló todo para la huerta ,no hicieron uso de ella al poco tiempo desmantelaron y lo tiraron a un costado ,a mí me indignó ésta acción ya que en la época que a mí me tocó estar en ésta institución hacíamos la huerta con tacuara , después de muchos pedidos se logró pero al parecer llegó cuando los de turno no le interesaba impartir conocimiento y despertar muchas destrezas y habilidades en los niños y niñas a través de la huerta escolar
Jorge Daniel
22 de octubre de 2020 at 20:59
Muy buen comentario Sra. Gloria!
Jorge Daniel
22 de octubre de 2020 at 16:30
Excelente artículo Dr. Redick y muy buenas ideas. Me gustaría sumar algunas, considerando que me parece un proyecto factible. Porque no buscar la cooperación de Instituciones del Estado con el MEC, como por ejemplo el MAG con la instrucción y acompañamiento técnico para el desarrollo de estas Granjas Escolares? El apoyo y crecimiento y sobre todo la creación de más Colegios Técnicos Agropecuarios, como el Colegio Carlos PFannl, o lasEscuelas Agrarias de Concepción, San Pedro etc.,por ejemplo, en el interior del país?
Alan Redick
22 de octubre de 2020 at 17:24
Gracias Jorge por el comentario y la pregunta. Como podrá ver en el comentario que amablemente dejó Gloria, ya existían ciertos programas, pero al final nadie los hizo caso ya que no hubo un seguimiento de parte del MEC.
La idea no solo es de plantar unas cuantas plantitas, sino lograr que las comidas escolares se abastezcan casi totalmente gracias a las granjas escolares. Lo ideal sería no trabajar con el MAG, sino más bien con agronomía y veterinaria de la UNA y con la comunidad. Que se contrate a un gerente agrónomo que también enseñe y que esté a cargo de hacer producir lo que se necesita para el sustento. Si no consigue lograrlo, se le da el lugar a otro. Hay mucha gente talentosa, y ese talento se tiene que aprovechar.
Jorge Daniel
22 de octubre de 2020 at 21:01
Si Dr! Interesante lo de la Favultades De Agronomía y Veterinaria, inclusive hay materias de extensión agrarias que bien se podía aplicar a las escuelas y colegios: