Opinión
Más allá de los atávicos colores
Mañana es el día “D” en Paraguay. Los paraguayos eligen a su décimo presidente en la era “democrática” del país. Los partidos y movimientos están listos para recibir a sus acólitos e indecisos que orientarán el rumbo de la República. Un grupo un tanto subestimado es el de los jóvenes, pero en los últimos tramos de este inusual proceso electoral, cargado de una serie de inconvenientes, especialmente con respecto al financiamiento de la campaña colorada, que al final no se sabe de dónde saldrá el famoso dinero para el día “D”, que según los analistas, en este día se deciden los resultados.
Lo atípico de este periodo electoral es el poder político que ha tenido el expresidente de la República en estos últimos años del gobierno de Marito, quien tuvo que enfrentar una pandemia, para algunos, “plandemia”, y varias amenazas de juicio político de las cuales salió airoso, pero bajo el apoyo condicionado del expresidente. Este personaje logró controlar parte del Congreso con sus acólitos vinculados a su movimiento, quienes como borregos obedecían a su líder.
Quizás esta situación atípica obligó al presidente Abdo Benítez a escudarse y apoyarse en referentes políticos considerados como progresistas, y con este equipo logró terminar su mandato, a pesar de las graves denuncias contra algunos de sus ministros. Hablando de sus ministros, bajo mi percepción, ninguno ha tenido una trascendencia esencial durante su mandato. Todo lo contrario, solo palos y baldazos de agua fría que han sido la constante durante los cinco años de gobierno.
El ambiente electoral actual está enrarecido por las sombras de un supuesto pedido de extradición del actual presidente de la ANR y las denuncias contra el actual candidato de la Concertación, quien tampoco supo democratizarse dentro de sus propias filas para lograr una unión granítica de su partido. Logró entrar en la coalición llamada Concertación Nacional que aglutina a una buena cantidad de partidos y movimientos, que a su vez la tiene a una exministra del gobierno anterior como candidata a vicepresidenta, pero ésta supo “cuerpear al estilo Mátrix” y salirse del estigma que pesaba sobre ella como exministra cartista.
En ese sentido, la candidata a la vicepresidencia ha demostrado ser una buena articuladora de la compleja política actual. Se la ha visto en grandes concentraciones de sus seguidores, acólitos, simpatizantes y otros ciudadanos que por la inercia de la curiosidad la siguen. Un fenómeno que no se debe subestimar, aunque aún tiene la pesada carga de los ataques del origen del financiamiento de su campaña, que muchos opinan que tiene que ver con las oenegés con las cuales ha trabajado.
El electorado dispondrá de una interesante paleta de candidatos, quizás un poco desorientado por la aparición y repentino repunte de los denominados satélites, quienes restarían votos genuinos de los electores de los partidos tradicionales. El fenómeno del satélite creo que se ha instalado en el nuevo modus operandi de nuestra política criolla y estimo que se quedará por mucho tiempo.
Lo que se debe advertir al electorado es que el voto es secreto e inherente a sus convicciones ideológicas, el que quiera torcer este derecho irrenunciable tendrá que verse las caras con la justicia. Entiendo que esta vez más que nunca se tratará de controlar para evitar precisamente el robo del voto del elector.
Tengo esperanza en los jóvenes, quienes no son el futuro del país, sino son el presente actual. Ellos tendrán un rol protagónico en esta elección, pues depende de sus votos para que este país salga adelante. La generación adulta, viciada ya por una larga práctica de una vieja política, estaría arrastrada por los vientos que alienan sus propias vidas. Claro, me refiero a aquellos que tienen un vínculo directo con los actuales referentes políticos empotrados en el gobierno o en instituciones estatales.
Espero que mañana sea una fiesta cívica y que los votos representen la objetividad, racionalidad y que se dirijan hacia el desarrollo del país, que a final de cuentas redundará en una mejor calidad de vida, mejor educación, seguridad, transporte digno y seguro, y otras necesidades básicas que el pueblo reclama diariamente.
¡Que gane el pueblo paraguayo más allá de los atávicos colores!
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