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Opinión

Elecciones inciertas: una rareza en la democracia paraguaya

POR Julien Demelenne
Doctorando en Estudios Políticos por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París.

Más allá de las encuestas, que nos generan más dudas que certezas, lo único que sabemos de la intención de votos es que Santiago Peña comenzó la campaña electoral con una victoria relativa que se fue achicando con el crecimiento de Efraín Alegre en los primeros meses del año. Esta condición nos deja frente a un escenario de incertidumbre política. El partido Colorado vive una crisis hegemónica rara vez vista desde su llegada en 1947. Lejos están los tiempos en que las elecciones eran simples cuentos anecdóticos, también lejos estamos de los tiempos en que el dictador ganaba las elecciones con una mayoría absoluta. La gran victoria de la Concertación en esta campaña es la de haber creado el elemento democrático por excelencia: la incertidumbre sobre los resultados del próximo domingo. Pero quizás, el crédito se lo tiene también la Embajada de Estados Unidos con su declaración de “significativamente corrupto” a Horacio Cartes. A cinco días de las elecciones, los colorados no están seguros de su victoria, una rareza para un partido acostumbrado a gobernar sin posibilidad de derrota.

Si hay algo que ansía la población es un cambio. La situación del país se encuentra tan degradada que el gobierno actual y el partido Colorado no consiguen lavarse las manos fácilmente. La Concertación entendió el mensaje, y luego de varias tentativas erradas de comunicación, y luego de varios eslóganes, encontró el suyo: “el cambio ya llega”. A esto se sumó una mudanza discursiva: Efraín Alegre pasó de limitarse a atacar a Cartes para generar propuestas que tocan el bolsillo cotidiano de la población: disminución de la factura de la electricidad, acceso a medicamentos de forma “gratuita”, entre otros. La figura de Soledad Núñez contribuyó a matizar la falta de carisma de Efraín Alegre: Por un lado rejuvenece la dupla ante una juventud urbana descreída de la política, por otro lado contribuye en la construcción del programa con base en las políticas públicas, y por último, tiene un pasado cercano al cartismo. Este último punto demuestra una cierta debilidad del movimiento Honor Colorado, que siempre se mostró como grupo cerrado y leal al expresidente.

Este crecimiento de la Concertación desconcertó a su adversario, Santiago Peña, quien muy seguro de su victoria, comenzó a tildar al candidato opositor de “populista” para luego pasar a realizar una serie de declaraciones desafortunadas: la necesidad de disminuir las escuelas y los docentes, convertir el Ministerio de Salud en un simple órgano rector, o criticar a los argentinos por vivir de subsidios. Sus declaraciones no sentaron bien en su propio partido, visto que son contrarias a la estructura del Partido Colorado, que construyó su poder con base en la creación de cargos públicos. Ante cada declaración desafortunada intentó rectificarse, afirmando, por ejemplo, que a los cargos se llega gracias al partido y no gracias a los títulos académicos. En pocas palabras, Santiago Peña sabe que no puede darse el lujo de debilitar su base partidaria teniendo en cuenta que su decisión de abandonar las filas liberales para afiliarse al Partido Colorado no termina de convencer a los militantes colorados. Al mismo tiempo, la comunicación centrada en el partido ya no funciona como antes: Por primera vez, la Asociación Nacional Republicana construyó su marca con los colores de la bandera paraguaya y no únicamente con el rojo vivo que siempre la caracterizó. Detrás de una simple estrategia de comunicación existe una realidad inevitable: el peso de la afiliación se desgasta con el tiempo y, por sobre todo, con el crecimiento de una población joven menos fanática de las tradiciones partidarias.

La chapa de Euclides Acevedo y Jorge Querey se perfila en un olvidado cuarto lugar sin mucho protagonismo. El sector del Frente Guasu que la apoya critica el carácter conservador de la dupla de la Concertación. Al mismo tiempo, el mismo sector no ha conseguido comunicar un programa progresista. Sin buscar relativizar el campo ideológico, ¿puede un supuesto “progresismo” contribuir a la continuidad del partido Colorado o, por el contrario, permitir su continuidad representa más bien una propuesta conservadora? La sorpresa podría venir de la mano de Payo Cubas, quien podría restar votos tanto a la Concertación como al Partido Colorado. Queda por ver si la popularidad Cubas se traduce en votos, teniendo en cuenta que, al mismo tiempo que seduce con su crítica, el ex-senador es cuestionado sobre su capacidad para gobernar.

La incertidumbre política continuará hasta las últimas horas. El gobierno actual de Mario Abdo Benítez, en su afán de respeto a las instituciones, no le hizo la tarea fácil al Cartismo, que perdió su férreo control en el Ministerio Público, en la Corte Suprema de Justicia y en el Tribunal Superior de Justicia Electoral (institución decisiva para el conteo de los votos). Al mismo tiempo, quien no quedó sorprendido con la afirmación del presidente colorado de que la alternancia no es mala para la democracia paraguaya. Los electores decidirán este domingo si concuerdan con esa alternancia o si prefieren la continuidad del partido Colorado. En todo caso, vivimos tiempos inciertos al mismo tiempo que posibilidad de una alternancia sigue siendo una rareza en la historia de la democracia paraguaya.

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