Opinión
Difamación en la novela histórica: retrato de López en “Nos tempos do imperador”
Sin dudas la literatura deja no solo un espacio, sino todo un universo capaz de formar ideologías, pero también memorias de acontecimientos que nunca ocurrieron. De hecho, la historiografía misma tiene muchas veces su sustento en lo “verosímil”, o el símil de la verdad.
La fantasía humana no pocas veces vuela con alas de oro. Lo cierto es que la narrativa literaria supera a la historia; de ahí que hasta el mismo Aristóteles considere al arte poétici más próximo a la filosofía. De ahí que también, no en vano, Platón recomendaba la censura poética para proteger a la República.
La literatura fue siempre un instrumento poderosísimo tanto para la creación poética como para la retórica (o el arte de persuadir), y por ello se han aplicado siempre mucha censura.
Hoy, valoramos más la libertad de expresión; consideramos que el mejor remedio contra la calumnia es la verdad. Sin embargo, el potencial de la difamación está expresamente ligado al poder del difusor.
Uno de los géneros de la literatura es la novela histórica. De hecho, uno de los genios de la literatura paraguaya es uno de los maestros universales de este género, y es así como mucha gente conoce más del Dr. Francia gracias a la obra literaria de Roa Bastos que a los libros de historia de Alfredo Viola.
Shakespeare fue también un gran maestro del drama histórico, donde daba su exquisita perspectiva histórica, a tal punto que los angloparlantes recuerdan la última frase de Julio César como “et tu, Brute?” gracias a Shakespeare y no las versiones de historiadores comoSuetonioo Plutarco.
Alejandro Dumas es el gran maestro de las novelas históricas. Centraba generalmente su espacio narrativo en personajes periféricos al centro histórico y así los franceses aprendían sobre el rey y la corte a través de la historia de ‘Los tres mosqueteros’. Nada mejor que el arte para cambiar la conciencia de la gente, a través de lo ficticio se concreta la fijación del mensaje.
Así siguió una larga tradición con nombres como Balzac y Leo Tolstoi, y pasó al siguiente siglo con obras como el ‘Absalom’ de William Faulkner o el célebre ‘Yo, Claudio’ de Robert Graves.
La novela histórica captura lo más fielmente posible detalles puntillosos de un periodo de tiempo histórico. Con ello trae mayor autenticidad a la narrativa. Se sigue fielmente el contexto de normas sociales de la época, costumbres, tradiciones y todo lo que pueda recrear más fielmente el periodo, nunca traicionando a la historia, pero sí agregando hechos verosímiles que bien pudieron o no haber pasado. Cuando la novela histórica altera el orden histórico, entra ya al género de la ucronía, creando una historia paralela que tiene por partida narrar qué hubiera pasado si…
Obviamente, en el mundo moderno reconocemos el contexto hermenéutico o cómo debemos interpretar una obra. Quizás el extremo se haya dado con Larry Flynt, el notorio dueño de una famosa revista pornográfica. Flynt tuvo la osadía de burlarse de la religión cristiana en su revista. La cuestión llegó a tribunales y el fallo del tribunal fue a favor del derecho ala libre expresión, considerando también el contenido de la revista (nadie va a buscar teología en esa revista).
Otro caso famoso es el de Mario Puzo y su novela ‘El Padrino’. Tras el éxito del libro vino el éxito de la película dirigida por Francis Ford Coppola, pero entre sus entretelones hubo una demanda por difamación que terminó en un “arreglo”, del que suponemos que el demandante recibió una buena suma de dinero.
Recientemente la telenovela brasileña ‘En tiempos del emperador’ trajo nuestro descontento y nuestra voz de protesta. No se trata de una mera telenovela de ficción, como algunos desorientadamente piensan; se trata de una telenovela histórica, donde se cuida la ambientación y contextualización histórica, lo cual viene siendo el modo más eficaz para fijar una realidad histórica, y en este caso, para tergiversar la historia y blanquear una de las páginas más miserables de la historia del Brasil.
En la telenovela se puede ver a un arrogante Gral. Francisco Solano López atropellando a Don Pedro II. En la intervención, López le plantea a Don Pedro unirse a él contra Argentina y Uruguay y así dominar América del Sur. Al final, es López el imperialista impertinente y el Emperador solo un líder preocupado por su pueblo, por su hija y por la libertad. El único problema con esto es la historia.
Lamentablemente en Paraguay también existen historiadores a media luz que pintan un retrato negativo de Francisco Solano, aunque nadie llegó a tanto. Si lo miramos desde nuestra perspectiva moderna puede que veamos a Francisco Solano como a un tirano. Pero en la época, el imperialismo era el de los bandeirantes brasileños y no hubo tiranos más crueles que Rosas y Mitre en la región.
Se acusa a Solano López de haber querido ser un Napoleón, y en eso tienen toda la razón, ya que Napoleón fue el gran héroe del Romanticismo. Muchos otros, como San Martín y Bolivar (y hasta el mismo Dr. Francia) encontraron un ejemplo a seguir en Napoleón. El único pecado de López en este sentido fue el haber perdido la guerra.
Hay que recordar aquí algo muy importante. Quizás López no haya hecho las cosas como nosotros lo haríamos hoy, pero el Mcal. López fue un líder que hizo lo correcto, hizo lo que se tenía que hacer no solo para evitar el avance del imperialismo brasileño, sino también para asegurar el orden geopolítico en la región, ya que después del Uruguay, muy probablemente, seguía el Paraguay.
Parecería una sonsera, pero solo con ese retrato que O Globo hace de Francisco Solano traen la justificación del genocidio más grande en América del Sur. Pero ni así pueden justificar la expoliación de las tierras y bienes, ni la ocupación de una guerra que según ellos solo era contra López.
Aunque inmoral, los brasileños tienen todo el derecho de mentir y falsear su historia en sus novelas históricas; no ponemos en tela de juicio la libre expresión. Pero, así como ellos tienen el derecho de falsear su historia, nosotros tenemos la obligación moral de dar gritos con la verdad.
Yo tenía la intención de escribir sobre otro tema hoy, pero esto hay que decirlo, y si nuestras autoridades y nuestros políticos callan con un silencio cómplice, con más razón tenemos que decirlo.
Lamentablemente en Paraguay ni si sumaremos todos nuestros medios de comunicación podríamos competir contra un gigante como O Globo. En Brasil ademástienen a un Bolsonaro como presidente y nosotros a un pelele. ¿Dónde está el repudio de nuestro presidente, de su ministro de Relaciones Exteriores, de su ministro de Cultura o de Educación? Nuestras autoridades “no están a la altura”.
Muchos programas reciben protestas oficiales de países y de ciudadanos. El programa ‘Family Guy’ es quizás uno de los que más protestas ha recibido e incluso ha sido censurado en varios países como Corea del Sur, Egipto, India, Taiwán, Filipinas, Vietnam y otros. La censura no es la respuesta, pero hay que levantar la voz.
La mejor defensa contra la difamación es la verdad, pero estamos en total desventaja, porque nuestro grito llega a miles y sus mentiras llegan elocuentemente a millones.
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Rafael
16 de agosto de 2021 at 23:33
Muchas veces los que se proponen algo al producir una obra logran lo contrario, puede ser que con este grotesco histórico, en el sentido de burda historia, muchos brasileños comiencen a interesarse por aquella historia de la que su país fue protagonista para ahogar una sociedad libre, pacífica, progresista y auténticamente americana, que marcaba el camino de la independencia republicana en la región.
Nelson
17 de agosto de 2021 at 10:49
No creo los brasileños se interesen en buscar fuentes confiables para contrastar lo que la novela les muestra: de hecho su ‘versión’ oficial de la guerra de la triple alianza o guerra do Paraguai no está lejos de la novela..Lo interesante sería ver cómo terminan la esclavitud y la monarquía en la novela del ‘nacionalista’ y buen emperador don Pedro II