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En América Latina, la agenda anticorrupción “hace agua”

Foto: DW

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Transparencia Internacional (TI) dio a conocer su nuevo Índice de Percepción de la Corrupción. “La corrupción generalizada en las Américas fomenta las violaciones a los derechos humanos y la impunidad”, sostiene TI.

Ya es un clásico anual. Transparencia Internacional, la primera y mayor organización de lucha contra la corrupción a nivel global, da a conocer su Índice de Percepción de la Corrupción, mediante el cual muestra el impacto de este flagelo en el sector público de 180 países y territorios, en una escala de cero (muy corruptos) a cien (muy “limpios”).

Este 11 de febrero de 2025 se conocieron los datos para el año 2024. Los resultados para América Latina no son alentadores. “La corrupción generalizada en las Américas fomenta las violaciones a los derechos humanos y la impunidad, y obstaculiza los esfuerzos para combatir el cambio climático”, dio a conocer la organización.

En América Latina, Uruguay y Chile resultaron los países mejor ubicados, con 76 y 63 puntos respectivamente, es decir, percibidos como con poco nivel de corrupción.

En el otro extremo se ubicaron Haití (con 16 puntos), Nicaragua (con 14 puntos) y Venezuela (con solo 10 puntos), percibidos como muy corruptos.

Sobre la situación en la región, DW entrevistó a Luciana Torchiaro, consejera regional para las Américas de Transparencia Internacional.

DW: ¿Qué nos dicen los resultados sobre el actual nivel de corrupción en Latinoamérica?

Luciana Torchiaro: Lo que observamos este año es que la región no logra avanzar en la lucha contra la corrupción y hay una ‘despriorización’ de la agenda de transparencia en la mayoría de los países. Este año, la región obtiene 42 puntos sobre 100 posibles, en una escala de cero a 100, en la que 100 es percibido como muy limpio y cero como muy corrupto, y esto nos ubica a 22 puntos por debajo de la Unión Europea y 3 puntos por arriba de Medio Oriente y África del Norte.

¿Cuáles son las causas de esta falta de prioridad en la agenda?

Hay muchos candidatos que llegan al poder con un discurso anticorrupción muy fuerte, porque la ciudadanía en la región está enojada con las élites que gobiernan, está frustrada con las instituciones que no responden y perciben como poco transparentes. Sin embargo, lo que vemos es que cuando llegan al poder priorizan otras cosas y, sobre todo, no integran la lucha contra la corrupción a otras agendas, como la agenda ambiental o la económica.

Y así la lucha contra la corrupción queda prácticamente relegada solo al discurso…

Sí, en general, se utiliza la lucha contra la corrupción para captar al electorado, para desprestigiar a la oposición, y a los Gobiernos anteriores, y, lo que observamos es que, en muchos países, cuando los nuevos políticos llegan al poder, la agenda anticorrupción “hace agua”: se olvidan de la transparencia, se olvidan de rendir cuentas, no permiten a la ciudadanía canales de participación o los recortan. Y, en el último año, esto se ha agudizado.

Transparencia Internacional lleva adelante el estudio a nivel global: ¿hay algo distintivo de Latinoamérica en relación con la corrupción?

Sí, la debilidad institucional de Latinoamérica, la falta de transparencia sostenida en el tiempo, la falta de participación, han permitido el auge del crimen organizado, y esto es muy propio de la región. Hoy, Latinoamérica se ha convertido en un polo internacional del crimen organizado. En la región, observamos tráfico de drogas, tala ilegal, minería ilegal, tráfico de personas, e infinidad de crímenes que se nutren de la corrupción para poder operar libremente.

Otra de las tendencias negativas para la lucha contra la corrupción son los crecientes ataques a las organizaciones de sociedad civil, activistas y periodistas que reclaman más transparencia y denuncian corrupción. A pesar de que la labor de estos actores es fundamental para desenmascarar irregularidades y abusos, en países como El Salvador y Honduras, son víctimas de intimidación y de campañas de desinformación con el fin de desprestigiar su valioso trabajo. Hoy, en casi todos los países de la región, quienes denuncian corrupción están desprotegidos.

¿Cuáles deberían ser las medidas para combatir la corrupción en el continente?

Para atacar a las redes de corrupción, es fundamental, por un lado, fortalecer al poder judicial, tiene que haber castigo, tenemos que terminar con la impunidad, la ley tiene que aplicarse para todos y, por otro lado, es clave atacar el flujo de dinero sucio que sale de estas actividades, y esto significa regular a los bancos, a los contadores y a toda la “industria” que permite y facilita el lavado de dinero.

¿Y por qué no se hace? ¿Por intereses contrarios? ¿Falta de voluntad política?

Bueno, sí, la voluntad política es la columna vertebral, tiene que haber voluntad política de generar un cambio. Por otro lado, claro, hay grupos de interés que se oponen a la transparencia porque no les conviene. Y también estamos observando una tendencia a una mayor discrecionalidad derivada de una concentración de poder cada vez más grande en las élites, en los Ejecutivos.

¿Qué hace Uruguay para ser, una vez más, el líder en la región?

Uruguay tiene un sistema institucional mucho más robusto que el resto de los países latinoamericanos. Los uruguayos confían en su democracia, confían en sus instituciones, incluso en sus partidos políticos, que no es habitual en la región. También los niveles de ética en Uruguay, la solidez de sus instituciones y la existencia de canales de participación ciudadana, se destacan respecto a otros países.

¿Qué tienen en común los países del continente que peor se ubican respecto a la lucha contra la corrupción?

Los países que se encuentran abajo en nuestro índice son países en donde la cooptación del Estado por parte de elites políticas y económicas es absoluta, estamos hablando de Venezuela y de Nicaragua, lo cual vulnera los derechos en su máxima expresión.

¿Hay alguna tendencia que permita ser optimista?

No todo es negro, hay rutas que nosotros sabemos que funcionan, que han funcionado en otros países, y que por qué no van a funcionar en la región. Los países que mejor controlan la corrupción son los países donde hay más participación, donde hay más pluralidad, con un debate público sano, donde hay consenso sobre las cosas fundamentales. Son países más transparentes, que tienen instituciones más sólidas.

Sabemos lo que tenemos que hacer, necesitamos voluntad política y priorizarlo en la agenda pública.

Fuente: DW.

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