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El cambio climático pone en peligro las especialidades alimentarias europeas
Jamón Ibérico. Foto: Euronews.
Desde los pastos de montaña de Saboya hasta el delta del Ródano y los sotobosques de Andalucía, el cambio climático está teniendo graves repercusiones en la agricultura.
Las famosas especialidades europeas se ven amenazadas por las altas temperaturas, la sequía y la subida del nivel del mar. El cambio climático inducido por el hombre está teniendo un impacto directo en la salud de la agricultura y la ganadería de todo el mundo.
En Europa, el parmesano, el arroz de Camarga, el pimiento de Espelette, las aceitunas de Kalamata, los quesos de Saboya y el jamón ibérico son algunas de las especialidades locales que sufren sus efectos. Los productores buscan soluciones para preservar los productos locales.
Los cerdos ibéricos no tienen suficientes bellotas para comer
El sol andaluz brilla a través de las hojas de las encinas sobre la hierba parda por la que deambulan los cerdos ibéricos. Es la dehesa, un sotobosque típico del suroeste de España lleno de diferentes especies de encinas.
Es el hábitat ideal para estos cerdos, famosos en la región por su jamón “pata negra de bellota”. Esta etiqueta indica la máxima calidad y para conservarla los cerdos deben disponer de al menos una hectárea de terreno para pastar las bellotas.
Pero los robles, afectados por la sequía, no produjeron suficientes bellotas el año pasado. Los granjeros tuvieron que adaptarse dando a cada cerdo más espacio para pastar y tener suficiente para comer.
“En lugar de dar a cada cerdo dos hectáreas, tuvimos que darles tres hectáreas para mantener la misma calidad”, explica Rafael Barandarian, criador de cerdo ibérico en su granja Cabeza del Gato.
Otra forma de mantener la etiqueta de calidad y alimentar a los cerdos con suficientes bellotas es variar las especies de encina presentes en las explotaciones.
“Preferimos fincas con dos o tres especies de encina”, explica María Castro Bermúdez, responsable de comunicación de Cinco Jotas, una de las marcas más prestigiosas de jamón ibérico. “Porque si no tenemos una buena producción de bellota de la encina, el alcornoque tendrá lo que necesitamos”, continúa.
La prioridad es proporcionar a los cerdos bellotas y hierba durante el periodo de engorde, de octubre a enero, conocido como montanera. Es esta alimentación tradicional la que confiere a la carne y a su grasa su sabor característico.
Tras el sacrificio, el jamón se conserva en bodega hasta cinco años para su maduración. Pesa hasta 8 kilos y cuesta unos 700 euros.
La hierba ya no crece en Saboya
En Francia, al otro lado de la frontera, el problema es el mismo. Los quesos de Saboya también sufren debido a la sequía provocada por el cambio climático.
Jean-Luc Duclos cría sus 150 vacas que suministran leche para el Emmental de Saboya, el Tomme y el Reblochon en el valle de Usses, entre Annecy y Ginebra.
En su granja, llamada “Le Champenois”, la hierba suele estar verde, pero puede que no lo esté durante todo el verano. “Eso se debe a la sequía”, dice el granjero, señalando grietas en la tierra.
“La falta de agua hace que la tierra se tense, se encoja y cree grietas como ésta. Cuando llegue la próxima lluvia, quizá podamos rellenarlas”, lamenta Duclos.
El principal reto es permitir que las vacas coman hierba para que conserve su etiqueta de IGP (Indicación Geográfica Protegida) y, sobre todo, sus niveles de calidad.
“Pero el pastoreo está amenazado”, explica Jean-Luc Duclos. “La producción de hierba está amenazada por las altas temperaturas. Cuando hace 30 grados, la hierba deja de crecer”, lamenta el granjero.
El año pasado, 28 tipos de queso solicitaron una modificación del pliego de condiciones debido a las altas temperaturas .
Pero suavizar los requisitos no resolverá todos los problemas a los que se enfrentan estas especialidades alimentarias, ya que el propio ganado no soporta bien este tipo de calor.
“Una vaca está bien entre -5 y +25 grados (Celsius), pero si hace más calor, el buey sufrirá estrés”, explica Jean-Luc Duclos, que ha observado que algunas vacas producían entre 2 y 3 litros menos de leche al día. La calidad de la leche también se ha visto afectada, lo que ha ralentizado la producción de queso.
En la región de la Camarga, en la costa mediterránea del sur de Francia, el problema es casi el contrario. Hay demasiada agua de mar.
El mayor humedal de Francia está amenazado porque el nivel del Mediterráneo está subiendo y su agua salada podría invadir pronto los arrozales.
“La sal es un excelente herbicida”, explica Bertrand Mazel, cultivador de arroz y presidente del sindicato de arroceros de Camarga. “El mar está a 37 gramos por litro, y ya, a 2 gramos por litro, el arroz empieza a sufrir”, cuenta Mazel.
“Si seguimos llevando el mar a la Camarga, vamos a crear una enorme marisma salina que no sólo volverá estéril la zona, sino que no habrá más biodiversidad, ni fauna, ni flora”, lamenta el agricultor.
El cultivo del arroz requiere pesticidas, pero éstos se esparcen en el agua dulce, que luego se vierte en el medio natural. Los investigadores de la Tour du Valat, instituto de investigación para la conservación de los humedales mediterráneos, afirman que es necesario mejorar el proceso.
“El nivel de pesticidas en las aguas de drenaje agrícola es incompatible con las normas de protección”, afirma Jean Jalbert, Presidente de la Tour du Valat. Actualmente se está llevando a cabo un experimento para tratar estas aguas, pero podrían pasar varios años antes de que se aplique a gran escala.
Fuente: Euronews.
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