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Rodolfo Hernández: “Deseo que Petro sepa dirigir el país y sea fiel a su discurso contra la corrupción”

Rodolfo Herández. Foto: BBC Mundo

Rodolfo Herández. Foto: BBC Mundo

El exalcalde de Bucaramanga, que aceptó sin matices la derrota, logra más de 10,5 millones de votos en su primer intento por llegar al poder.

Rodolfo Hernández se derrumbó en su camino para lograr la presidencia de Colombia. En su primer intento por alcanzar la Casa de Nariño, logró más de 10,5 millones de votos. No le alcanzaron. TikTok no le fue suficiente. Las redes sociales que le sirvieron el pasado 29 de mayo para pasar a la segunda vuelta no le bastaron esta vez. Con un corto mensaje en vídeo, el empresario de 77 años aceptó sin matices su derrota y felicitó a Gustavo Petro. “Acepto el resultado como debe ser si deseamos que nuestras instituciones sean firmes. Sinceramente espero que la decisión sea beneficiosa”, dijo Hernández quien no se dejó ver en público durante la jornada. “Le deseo a Petro que sepa dirigir el país, que sea fiel en su discurso contra la corrupción y que no defraude a quienes confiaron en él”, concluyó y dio gracias a quienes lo acompañaron durante su campaña.

La segunda vuelta presidencial fue un camino cuesta abajo para Hernández. De 77 años, se negó a participar en cualquier debate con su contendor Gustavo Petro, incluso aunque un tribunal lo ordenó, también evitó estar en plaza pública porque temía ser asesinado. Su estrategia de esconderse y solo hablar en los espacios en los que se sentía seguro no le funcionó al ingeniero, como todos le conocen.

Afuera de su sede de campaña que llamaba Casa Nariño, como el palacio presidencial, el ambiente era similar al que se vive cuando juega el Atlético Bucaramanga, acostumbrado a la derrota. Armando Calderón siguió los boletines de la Registraduría por un radio de pilas que carga en su bicicleta. A las puertas de la sede de Hernández, en el barrio Bolarquí, en Bucaramanga. “Nos dejaron como a las cabras, con las quijadas largas, aburridos”, dijo. Nunca vio en persona a su candidato.

Hernández se refugió detrás de un computador hasta el final. “Yo voté por él porque siento que a Santander siempre lo ignoran. Si uno mira las carreteras y el desarrollo de otras regiones, se da cuenta de que cada presidente tira para su lado. Con un santandereano por fin íbamos a tener una oportunidad”. Calderón, de 63 años, está decepcionado por no poder ver a “el ingeniero” en la Casa de Nariño, pero dice sentirse tranquilo. “Yo no creo que nos vayamos a volver como Venezuela. Eso es un puro cuento”.

“Teníamos la esperanza de que un santandereano, empresario y político independiente llegara a la Presidencia, pero no fue así y tenemos que respetar lo que dijo la mayoría”, dijo Jairo Garnica, de 26 años, otro simpatizante del ingeniero. Junto a él, otros tres jóvenes dicen que se “les fue” la posibilidad de ver a su región como protagonista de un país centralista, acostumbrado a hacer la política “desde y para Bogotá”.

“No nos vamos a poner a llorar. No vamos a romper vidrios ni a rayar paredes. Así no somos los votantes de Rodolfo, así nos hayan querido pintar como agresivos y violentos durante toda la campaña”, dice Marcela Herrera, también de 23 años afuera de la sede de Hernández.

El exalcalde de Bucaramanga inscribió su candidatura por el movimiento político Liga de Gobernantes Anticorrupción, del que es líder, y desde allí levantó las banderas de la lucha contra la “robadera”, que se volvió una frase común en su discurso, en el que poco ahondó en otros temas. Hasta este domingo poco se sabía sobre sus planes de Gobierno porque sus anuncios fueron cambiando a medida que avanzaba la campaña y siempre fue difícil saber cuáles eran sus posiciones reales frente a temas cruciales en la agenda del país. La incógnita Rodolfo Hernández se mantuvo hasta el final.

Su derrota es también la derrota del establecimiento porque aunque el exalcalde de Bucaramanga se lanzó a la carrera presidencial sin el respaldo de un partido político tradicional, tras la primera vuelta todos los sectores que históricamente se han opuesto a la izquierda se sumaron a su campaña. “Yo recibo los votos de todos”, decía cuando su nombre se empezó a vincular con el uribismo, que se quedó sin candidato tras el fracaso de Federico Gutiérrez. Rodolfo Hernández recibió el voto antipetrista sin tener que hacer nada. Le bastó ser el que competía por la Presidencia con Gustavo Petro para conseguir el respaldo de amplios sectores empresariales y clanes políticos. Aun así, no logró mayorías entre los ciudadanos, que reclaman un cambio que cierre las brechas que han hecho de Colombia uno de los países más desiguales de la región.

El candidato que se vendía como un ‘outsider’, y que rompió el escenario político por ser malhablado y esquivar a la prensa, no ganó la Presidencia, pero ocupará una curul en el Congreso porque así lo determina la ley. Su futuro, sin embargo, estará determinado por lo que suceda con el juicio que deberá enfrentar el próximo 21 de julio por presuntos actos de corrupción durante su Alcaldía. El millonario Hernández deberá responder por el delito de interés indebido en celebración de contratos en un caso que involucra a uno de sus hijos. Aunque el exmandatario de Bucaramanga ha negado haber cometido cualquier delito y se ha excusado en que “fue una trampa” y dice que no le teme a la ley, las pruebas que lo comprometen han sido suficientes para que las autoridades le hayan imputado.

Rodolfo Hernández confiaba en que conseguiría 15 millones de votos este domingo. Siempre aseguró que su aspiración no necesitaba de nadie más, aparte de él, y sobre él giró toda la campaña. Pero su imagen también jugó en su contra. El constructor millonario que decía querer ayudar a los pobres y “acabar con la politiquería”, era el mismo que se reía no de una, sino de varias imágenes suyas ostentando su dinero, en su casa de descanso o en un yate en Miami. Su discurso de austeridad se quedó en palabras y no logró convencer a la mayoría de colombianos, hartos de promesas incumplidas y que, por encima de todo, reclaman una sociedad más justa e igualitaria, en donde quepan todos.

Fuente: El País.

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