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Cómo América Latina y el Caribe entraron a golpe de crisis en el radar de la Casa Blanca

Cuba es un ejemplo del cambio de prioridades de Washington tras las protestas del domingo. Foto: BBC.

Cuba es un ejemplo del cambio de prioridades de Washington tras las protestas del domingo. Foto: BBC.

América Latina y el Caribe han entrado a golpe de crisis al radar más sensible de una Casa Blanca que tenía a la región fuera de sus prioridades inmediatas.

Un magnicidio, estallidos sociales y la represión gubernamental en algunos países del continente parecen haber sobresaltado a Estados Unidos, que busca responder a la seguidilla de retos en una región desolada además por la pandemia de covid-19.

Tan solo en la última semana, el gobierno de Joe Biden recibió un pedido de ayuda militar de Haití tras el asesinato de su presidente, reaccionó al más alto nivel a las sorpresivas protestas antigubernamentales en Cuba y sancionó a decenas de legisladores, jueces y fiscales de Nicaragua que vincula con abusos de derechos humanos.

Todo esto marca un cambio en Washington, que en los últimos años evitaba mirar al sur del continente más allá del prisma migratorio o de la crisis en Venezuela, y pone a Latinoamérica en la agenda de temas calientes de Biden.

“Es claro es que hay una preocupación por la región”, dice Arturo Valenzuela, exsubsecretario de Estado de EE.UU. para el Hemisferio Occidental durante el gobierno de Barack Obama, a BBC Mundo.

“Superada por los eventos”

Cuba es un ejemplo del giro en el orden de consideraciones de política exterior de Biden, quien asumió en enero enfocado en temas vinculados a China, Rusia, Medio Oriente y el cambio climático, entre otros.

La Casa Blanca había indicado que se tomaría tiempo para revisar la política hacia Cuba, endurecida por el expresidente Donald Trump tras la histórica distensión del gobierno de Obama, que tuvo a Biden como vicepresidente.

“Un cambio de política hacia Cuba o pasos adicionales no están actualmente entre las principales prioridades de política exterior del presidente”, dijo hace apenas tres meses la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

Pero el domingo surgieron las mayores protestas en décadas en Cuba y a la mañana siguiente el propio Biden cambió el tono hacia el gobierno de La Habana, exigiéndole “que escuche a su pueblo y atienda sus necesidades en este momento vital en lugar de enriquecerse”.

El miércoles, la portavoz Psaki calificó de “inaceptable” la “represión violenta del régimen” cubano contra manifestantes, que a su entender detuvo en gran medida las protestas.

De modo similar, apuntan analistas, Washington se ha visto obligado a prestar atención a otros países de la región más allá de Honduras, Guatemala y El Salvador, a los que priorizó por ser el origen del creciente flujo de migrantes hacia la frontera entre México y EE.UU.

“La idea de ignorar o poner en segundo o tercer plano a América Latina ha sido superada por los eventos”, dice Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center, un centro de análisis independiente en Washington, a BBC Mundo.

A su juicio, la sola suma de lo que ocurre en Cuba y Haití exige una respuesta de EE.UU. y puede tener “graves consecuencias para posibles oleadas de migración”.

Separados por menos de 700 kilómetros de distancia, esos dos países del Caribe también se han vuelto ejemplos extremos de lo que se espera de EE.UU. en la región.

Mientras el gobierno comunista de Cuba acusa a EE.UU. de buscar la “asfixia económica para provocar estallidos sociales” en el país, la administración interina de Haití pidió a Washington tropas para proteger la infraestructura local ante la inestabilidad que causó el asesinato del presidente Jovenel Moïse la semana pasada.

La Casa Blanca no ha descartado por ahora la asistencia militar a Haití, pero la solicitud fue recibida con cautela por un gobierno que retira a sus tropas de Afganistán y ahora debe decidir si las moviliza en su propio vecindario.

Pandemia como telón de fondo

Las crisis de Latinoamérica tienen como telón de fondo la pandemia de covid-19, que además de causar estragos en la región aumentó la frustración popular con los gobiernos y desnudó viejos problemas irresueltos.

“Lo que necesita América Latina en este momento es una respuesta sanitaria, que es precondición para la reactivación económica”, sostiene Arnson. “Y EE.UU. ha estado ausente”.

Agrega que si bien EE.UU. empezó a donar parte de sus grandes excedentes de vacunas anti covid-19 a algunos países latinoamericanos semanas atrás, los envíos aún son insuficientes incluso para sus grandes aliados como Colombia.

En este país surgió a fines de abril una ola extraordinaria de protestas contra el gobierno, que fue señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de un “uso excesivo” de la fuerza contra manifestantes.

Esto también planteó una situación delicada para Washington, donde un grupo de 55 congresistas pidió en mayo suspender la asistencia a la policía del país sudamericano.

Por otro lado, EE.UU. indicó el mes pasado junto a la Unión Europea y Canadá estar “profundamente preocupados por la actual crisis en Venezuela y su impacto regional y global”.

El comunicado conjunto manifestó disposición a aliviar las sanciones al gobierno de Nicolás Maduro si se avanzara en una salida democrática a la crisis de ese país, donde cerca de cinco millones de personas han huido según Naciones Unidas.

Pero Arnson cree que EE.UU. debe asumir un mayor liderazgo en la política hacia Venezuela y la región en general, y que para eso primero tendría que asumir un subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental.

Biden nominó en abril para ese puesto a Brian Nichols, un diplomático con larga experiencia en Latinoamérica, pero su confirmación sigue pendiente en el Senado.

Valenzuela, quien ocupó ese cargo en el pasado, afirma que el gobierno de Biden evitará impulsar políticas unilaterales frente a las crisis de la región, como hizo Trump sin éxito en Venezuela.

En cambio, asegura, EE.UU. buscará tejer políticas multilaterales con países aliados y fortalecer instituciones hemisféricas como la Organización de Estados Americanos (OEA).

“El tema de fondo es que tenemos una debilidad y una crisis institucional en muchos países de América Latina”, señala Valenzuela, quien también dirigió los asuntos interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton.

“EE.UU. tampoco está en condiciones a mi juicio de estar dando lecciones al mundo, con el papel terrible que asumió la democracia norteamericana últimamente”, advierte. “Aquí todavía estamos en una crisis”.

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