El milagro de tener conexión sexual en la intimidad

POR Sandra Lustgarten

Psicóloga y sexóloga.

La conexión sexual entre dos personas es sumamente importante para lograr el clímax. No se trata solo de tener ganas; también hace falta un buen condimento que dé sabor a la experiencia. Intervienen diversos factores que pueden interrumpir el proceso, como la atracción física, la química emocional, la buena comunicación y la confianza. Digamos que todo esto es la preparación de lo que luego llamamos desenlace final o el conocido “orgasmo”.

Siempre hago referencia a la importancia de una comunicación abierta con un discurso claro, entendiendo que los acuerdos no tienen doble intencionalidad ni deben ser contradictorios. Decir que sí se quiere es como se entiende, y no un “como si” que amenaza la confianza y seguridad del acto.

La intimidad emocional se siente y experimenta, tanto en la conducta como en el lenguaje corporal. Una mirada se traduce en muchas palabras, significantes que aprueban o desafían, siempre en pos de una experiencia agradable y deseable.

La exploración es un factor sumamente necesario para reconocer el mapa erótico del compañero sexual. Explorar la piel del otro y la propia brinda una sobredimensión de cómo funcionan los sentidos y las emociones cuando se encienden. Cualquier acto sexual requiere una exploración previa y la conexión con los sentidos para adquirir la experiencia de la motivación sensorial.

La presencia es fundamental, ya que la concentración intensifica la experiencia. Sin duda, todo convenio sexual entre dos o más personas requiere el consentimiento, asegurando que todas las partes acuerden y consientan la experiencia. Esto es esencial para disfrutar plenamente de lo que se hace y evitar que se sienta como una obligación.

Siempre les digo a mis pacientes que cada pareja tiene su propia forma de conectar sexualmente, que no hay una regla general y que la manera de intimar puede cambiar con cada pareja. No existen cánones estrictos que definan qué es fundamental y qué no lo es, aunque ciertos criterios siempre mejoran el desempeño y permiten una intimidad más saludable.

Ocurre también que muchas personas no saben cómo comunicar lo que quieren, lo que sienten, lo que les gustaría pedir o cómo desean que todo se lleve a cabo. En esos casos, los profesionales intervenimos para ayudar a encontrar las palabras adecuadas, descifrando el lenguaje cotidiano y transformándolo en un lenguaje sexual auténtico y claro.

En el discurso de los pacientes, la empatía es un término muy importante: “ponerse en el lugar del otro”. En la vida cotidiana, suele ser un reclamo frecuente, muchas veces expresado en forma de cuestionamientos o reproches. Cuando las parejas manifiestan su disconformidad, esto impacta fuertemente en el área emocional y, posteriormente, en la intimidad. Es muy común escuchar a mujeres que se quejan de que su pareja no es capaz de ponerse en su lugar y reconocer la laboriosa tarea que enfrentan con los hijos, lo que les deja sin energía para luego tener un buen desempeño sexual.

En el caso de los varones, suelen expresar que se sienten poco reconocidos y que anhelan un cambio en su pareja en cuanto a la frecuencia sexual, la disposición para tener sexo, la creación de un ambiente propicio y la disposición a abordar el tema de mejorar la calidad de la intimidad sin evasiones constantes.

La repetición es algo que abruma a la mayoría de las personas. Quedar estancados en un rol o en un escenario puede ser perjudicial, y esto se observa en parejas que no logran cambiar su rutina. Si esta es tóxica, aún más difícil se vuelve el cambio, afectando la relación y las posibilidades de acercamiento. Estos son casos comunes en los que se advierten problemas sexuales de origen psicológico, los cuales, en muchas ocasiones, desaparecen al modificar ciertos hábitos de conducta.

El miedo a incursionar en nuevos desafíos hace que muchas personas se queden atrapadas en un mismo lugar, con una misma opinión o conducta, sin hacer nada por cambiar esa dinámica. Una sexualidad deficiente puede enfermar, generar un profundo malestar emocional, interferir en otras áreas de la vida e incluso manifestarse físicamente, provocando inmovilización y otros efectos que, con el tiempo, pueden terminar destruyendo la relación de pareja.

Sin embargo, hay parejas que logran compartir experiencias, enriquecerse y crecer recorriendo juntos el camino del aprendizaje. Fortalecen la relación, alimentan constantemente el vínculo, evitan la rutina y generan nuevas emociones en cada encuentro.

La conexión en una pareja no se limita a caminar de la mano, percibir un aroma y disfrutarlo con los ojos cerrados o utilizar el tacto. Es todo eso y mucho más: es leer lo que la otra persona no logra expresar, sumergirse en sus deseos y dejarse llevar. Para ello, es fundamental pasar suficiente tiempo juntos, conocerse, aceptarse y elegirse tantas veces como sea necesario.

¿Por qué será que algunas parejas, aun sin tener una buena relación en la convivencia, encuentran en la química del lenguaje íntimo un lazo que las mantiene unidas de por vida? Esa conexión en un ámbito tan privado como la intimidad parece borrar los límites que en la vida cotidiana les impiden disfrutar de una relación libre y placentera. Es como si fueran personas diferentes en un mismo escenario.

La conexión en la intimidad es ese secreto profundo que les permite liberarse de viejas ataduras, escapar de la rutina y, con nuevos estímulos, sumergirse en el placer intenso de una vida sexual que los nutre de experiencias gratificantes.

La comunicación es un factor indispensable para dar seguridad a la vida íntima de la pareja. Expresarse con claridad y confianza disipa el miedo y fortalece el amor.

Instagram: @sandralustgarten