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Editorial

Imperium caído

La función del sistema judicial es garantizar el cumplimiento de la ley por parte de las instituciones y los ciudadanos, que puede acudir a los tribunales de justicia para obtener protección de sus derechos; son la última garantía de los mismos. Estas funciones la realizan aplicando la ley a cada caso concretos. En el ámbito local, una grave crisis es lo que se puede interpretar tras los últimos acontecimientos en los principales organismos. La negativa del ministro de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Eugenio Jiménez Rolón, a asumir la vicepresidencia segunda de la máxima instancia judicial; el retroceso que representó la reelección de Jorge Bogarín y posterior renuncia como presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM); y la vergonzosa denuncia de supuesto fraude en los exámenes a postulantes que desean integrar la Corte en reemplazo de Antonio Fretes.

Para Montesquieu, quien propuso la teoría de la división de los poderes, el Poder Judicial es el más terrible de entre los tres porque se ejerce directamente sobre particulares y puede privarlos de su vida y su libertad. Por esta razón, la institución misma de este poder está orientada a su autolimitación a través de tribunales no permanentes que se restringen a constatar un hecho y aplicar la ley. El principio de distribución social del poder surge como respuesta a esta nueva condición del poder, establece que el poder político debe distribuirse entre los grupos que detentan intereses diversos dentro de la sociedad para que ninguno de ellos pueda imponerse a los demás.

En lo relacionado a lo ocurrido en el ámbito local, si estas personas que se ven involucradas en actos de supuestos fraudes, e intento de delegar sus responsabilidades para las cuales fueron elegidas, y sobrepasar las leyes con interpretaciones a medida de los intereses personales, entonces se podría decir que las acciones de justicia que tomarán no serán precisamente las más correctas y el resto del pueblo será víctima de ello.

Jiménez Rolón se vio obligado a aceptar el cargo impuesto por sus colegas, que había rechazado, según él hubo hasta amenazas de por medio. Pero al parecer de algunos de sus pares fue electo miembro de la CSJ por lo que no puede negarse a ejercer el cargo.

Bogarín, por su parte, dio un paso al costado y aceptó una nueva elección en el JEM; sin embargo, hay quienes sostienen que se debió anular el primer proceso y no esperar a que se diera una “dimisión” de la nueva presidencia, ya que evidencia la aplicación de la ley de acuerdo a intereses del momento y de un sector.

En tanto que lo más penoso fue todo el proceso vivido en el CM con los test para candidatos a ministros. Los aspirantes a aplicar la ley son quienes estarían al frente de la máxima instancia judicial, y fueron denunciados por supuesto hurto de cuadernillos e intento de fraude con los temas que figuraban en el examen.

Estos órganos judiciales son los encargados de hacer cumplir la Constitución Nacional y las leyes, elegir a próximas autoridades para velar los derechos y garantías de todos los ciudadanos y son quienes hoy en día reciben grandes cuestionamientos a raíz de tan pobre actuación.

Si las máximas autoridades que tenemos están involucradas en tales bajezas, ¿qué será que podríamos esperar entonces en los próximos años de las actuaciones judiciales? De comprobarse estos hechos, se podría entonces pensar que continuarán las viejas prácticas de moras judiciales, corrupción, falta de transparencia, tráficos de influencia, como otros tantos defectos y antiguos vicios. Cuando la confianza y credibilidad en el sistema de justicia se pierde, pasaremos muchos años -y no pocos jueces- hasta recuperar esa legitimidad necesaria para ejercer el imperium. Es momento de analizar un nuevo cambio, pero no de hombres o nombres, sino de valores, de moral, para contar con operadores judiciales verdaderamente comprometidos con el ideal de Justicia.

Y como era conocido, el imperium entre los romanos era un poder de mando absoluto que ciertos magistrados ejercían para resolver temporalmente cierta especie de conflictos. De aplicarse esta teoría con lo acontecido, ¿se puede interpretar que estamos ante un imperium caído?

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