Economía
Egos y algo más en la sucesión de poder en Itaú
Pedro Moreira Salles y Roberto Setúbal, principales accionistas de Itaú.
Dos de los principales ejecutivos de Itaú Unibanco abandonaron la institución, según documentos internos a los que tuvo acceso Reuters, pocos días después de que el banco anunciara su próximo presidente ejecutivo, Milton Maluhy Filho.
La sucesión del codiciado puesto de CEO de Itaú daría lugar a un romance típico del juego de vanidades y egos que conforman el universo de ejecutivos del mercado financiero.
Con todos los tópicos de este guión, incluso hubo un comunicado oficial del Itaú que decía que la salida de los directores que competían por el puesto sería algo ‘natural’, reforzando la idea de que el ascenso de la dirección del banco fue principalmente por los intereses personales de cada uno. Itaú admitió, con la excusa de la crisis empresarial, que no considera perjudicial para los negocios que sus ejecutivos luchen y piensen, sobre todo, en sus propios intereses, colocándolos por encima de la institución.
Lo que llama la atención, además, es que este tipo de ambición desmedida y reacciones inoportunas ante los contratiempos son características de las personas que trabajan en un banco de inversión, como lo demuestra el libro Fogueira das Vaidades, de Tom Wolfe, un clásico sobre los egos. de ambiciosos ejecutivos de Wall Street.
Este no es el caso del Itaú, que tiene entre sus clientes a la llamada ‘gente común’, quienes requieren crédito inmobiliario, aplicaciones de ahorro, productos de pensiones. La pregunta es: con tantas diferencias entre ellos, ¿en qué ambiente los ejecutivos tomaron decisiones sobre estos clientes?
Hoguera de vanidades arde
Descontentos con el nombramiento, hace siete días, del ejecutivo Milton Maluhy para suceder al actual presidente Cândido Bracher, los dos principales ejecutivos de la institución anunciaron que están fuera de juego.
El CEO y director mayorista de BBA, Caio David, y el director minorista, Marcio Schettini, se fueron después de que quedó claro que habían perdido el rumbo al subir a la cima de la institución. Hace unos meses, la vicepresidenta Claudia Politanski fue la primera en darse cuenta de que ella tampoco asumiría el cargo y también renunció.
Los dos propietarios del Itaú Unibanco, Roberto Setúbal y Pedro Moreira Salles, son designados entre bastidores del mercado financiero como directamente responsables de la implosión del mando de la institución.
No llegaron a un consenso sobre el nombre que sucedería a Bracher, a pesar de que se han dedicado al tema durante los últimos años. Setubal se posicionó a favor de Schetini, de 56 años, mientras que Moreira Salles no abandonó la indicación de David, de 52. Sin consenso, cayeron sobre el joven Maluhy, de 42, como si eligiera un ‘tercio’, a la cabeza desde el banco. Solo que no.
Otro pecado original de sucesión en la presidencia del Itaú recae también sobre Setúbal y Moreira Salles. Con motivo del nombramiento de Bracher como presidente de la institución, dejaron claro a los principales ejecutivos que el propio sucesor de Bracher dejaría ese grupo restringido, despertando el espíritu autofágico suicida.
De inmediato, la promesa desencadenó una carrera de individualismo, en la que cada ejecutivo buscó fortalecerse tomando decisiones políticas personales, cuestionables desde el punto de vista del conjunto de intereses del Itaú. Hecho el 30 de noviembre, el anuncio del nombre de Maluhy causó extrañeza en el mercado. Entre bastidores se comentó ampliamente que la nota de anuncio de la nominación no traía ningún comentario de Setubal o Moreira Salles, un patrón clásico en situaciones de esta importancia.
Se creía favorito
Schettini, director general de ventas minoristas que ahora dimitió, fue quien se sintió más “enganchado” por la elección, ya que Maluhy había sido su jefe. Con un estilo rápido y voluble, fue considerado uno de los favoritos para el puesto, trabajando con la garantía del apoyo de Roberto Setúbal.
También dimitió David, hasta hace poco presidente de BBA, pidió las cuentas tras descubrir que el apoyo de Moreira Salles no valía la pena para subir al escalón más alto. La salida de la vicepresidenta Claudia Politanski, vinculada a Setúbal, completa el cuadro. Se sabe que, internamente, fue una de las ejecutivas más fuertes del grupo, imponiendo siempre su voluntad con energía y frialdad. Ella fue la primera en comunicar su decisión de irse.
Para Itaú, la historia sirve de lección. Este tipo de comportamiento de los jefes sin duda debe guiar el estilo y la cultura de todos los ejecutivos de carrera del Itaú. Es decir, cada uno para sí mismo, sin espacio para valores como la amistad y el sentido del trabajo en equipo. Para ellos, valdría la pena rescatar la expresión latina. Memento Mori: recuerda que eres mortal.
Vale recordar que la semana pasada, la unidad de negocios de Itaú en Paraguay fue multada con casi US$ 10 millones por falencias en cuanto a controles de lavado de dinero. El banco está dentro del palzo legal para recurrir.
Fuente: MoneyTimes/Reuters/BR2pontos
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