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Economía familiar colapsa ante recurrentes reajustes de precios

Imagen referencial. Gentileza.

Imagen referencial. Gentileza.

POR Alfredo Schramm
@elediTHOR

La novena suba de precios de combustibles en menos de un año -con dos rebajas de por medio- que se aplica desde la fecha representa el golpe de gracia a una ya debilitada economía familiar paraguaya que no logra recuperarse desde las réplicas posteriores a la llegada de la pandemia por el Covid-19, a la que se le sumó una sequía y la guerra entre Rusia y Ucrania, que hizo disparar los precios internacionales de las materias primas.

Casi todo el mundo convive hoy con el impuesto más perjudicial para la población -especialmente entre los más pobres- la inflación. En Paraguay el índice oficial es de 11,8 % en términos interanuales hasta abril, pero la realidad es mucho más triste a la hora de pagar por las compras, de acuerdo a los cientos de comentarios que se leen a diario en las redes sociales por parte de los consumidores.

La diferencia en el caso paraguayo es la débil reacción del Gobierno para cuidar los bolsillos de la gente. En medio de una predisputa electoral, la prioridad en la agenda es hacer política partidaria en vez de ocuparse en lo que verdaderamente hoy quita el sueño a la población, la suba interminable de precios.

Uruguay y Chile reajustaron los salarios mínimos, mientras que Brasil incrementó la ayuda social y Argentina recortó impuesto a las ganancias para asalariados, medidas directas y concretas.

El Equipo Económico paraguayo apuesta a la suba de tasas de interés de referencia del Banco Central y reducción del impuesto selectivo al consumo de combustible, medidas  de manual de la escuela económica tradicional e insuficientes para frenar los precios y que están a la vista.

El Banco Central del Paraguay (BCP) dará a conocer en las próximas horas los resultados de su cálculo de variación de precios, un reporte que se aguarda desde la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasam) a fin de sentar postura y más todavía por las centrales obreras.

El billete de G. 100 mil es el nuevo G. 50 mil para gran parte de la población.

Letal

La inflación no es otra cosa que la pérdida de poder adquisitivo, es decir, con el mismo monto de hace un año, hoy se adquieren menos productos, servicios y bienes.

A la suba de combustibles -que ya supera el 60 % en un año-, acompaña el reajuste de precios de panificados anunciada también ayer desde la cámara de los panaderos. De hecho, desde el lunes algunos establecimientos ya vienen subiendo los precios entre 10 y 20 %. La suba de combustibles traerá consigo más incrementos en los precios de alimentos por el flete.

Las subas de combustibles van desde G. 1.000 en adelante por litro. Según el gremio gasolinero, hay piso, pero no techo para los reajustes en una economía de libre mercado.”

Siempre según el Gobierno, los alimentos se encarecieron 20 % en términos inteanuales hasta abril, un índice cuando menos dudoso para quienes visitamos con frecuencia los centros de compras.

El precio de la carne no se reduce ni con el corte de envíos a Rusia, sino todo lo contrario. Los cortes de primera promedian G. 50.000 el kilo.

De acuerdo al Banco Central, más del 70 % del peso de la inflación total está alimentada por la subas de combustibles y alimentos, letal para los más pobres cuyos exiguos ingresos en gran parte son destinados a movilidad y alimentación.

Siempre según reportes del Central, el endeudamiento de las familias destinado al consumo viene subiendo, es decir, las familias recurren a créditos para alcanzar fin de mes. En esta línea, la morosidad en algunos sectores se disparó.

La escalada de precios se hace sentir en la mesa de lso paraguayos. Ilustración INE

Hoy, 1 de cada 4 hogares paraguayos no llega a cumplir con requerimientos básicos en términos de alimentación, de acuerdo al reporte del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Cada hogar necesita al menos G. 100.000 por día para cubrir las necesidades más básicas; el sueldo minímo está lejos para cubrir dicho requerimiento.

Paraguay atraviesa por un período de estanflación, que es cuando la economía se estanca o decrece mientras los precios y el desempleo se disparan.

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