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Cultura

Un retrato fotográfico inédito de Josefina Plá

Retrato de Josefina Pla en carta postal. Cortesía MBC

Retrato de Josefina Pla en carta postal. Cortesía MBC

POR María Blanco Conde *
Desde Madrid

Antes de fin de año se publicará en Madrid el catálogo razonado La cerámica de Josefina Plá, gracias al apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). La solapa de la cubierta incluirá una fotografía inédita proporcionada generosamente por familiares de la escritora residentes en España. Esta imagen enriquecerá el volumen, aportando un toque personal y emotivo a su reseña biográfica.

Aprovechando el aniversario del nacimiento de doña Josefina [9 de noviembre], quiero compartir esta fotografía con los lectores. La imagen en blanco y negro destaca tanto por su dedicatoria afectuosa al padre de Josefina como por la fecha inscrita en la esquina superior izquierda: 16 de octubre de 1923. En ese entonces, Josefina –o “Fina”, como la llamaban– aún no había cumplido veinte años. Aquel verano lo pasó junto a su familia en Villajoyosa (Alicante) y comenzó a relacionarse con Andrés Campos Cervera, estudiante de cerámica en Manises, quien pronto se convertiría en su esposo.

Es un retrato fotográfico en formato de tarjeta postal, donde se muestra a Josefina de busto. Su piel clara, sus ojos azules y su peinado corto y ondulado, característico del modernismo, resaltan en la imagen. Sostiene entre sus manos un sombrero de encaje negro adornado con una rosa y sonríe, quizá guiada por el fotógrafo, para posar sin mirar directamente al objetivo. La dedicatoria, escrita de su puño y letra en diagonal al borde de la imagen, dice: “A mi papaíto, mi soli/tario, mi ermitaño, mi/regañón… mi todo/ en fin. Fina.”

Esta imagen, impregnada de historia y ternura, nos revela una faceta más íntima de Josefina Plá, capturando un momento especial de su juventud y transmitiendo el carácter de su padre, quien por aquel entonces ejercía de farero en uno de los faros del litoral.

El anhelo humano de contemplarse a sí mismo a través de la interpretación de su propia imagen fue uno de los primeros impulsos de la fotografía, y el origen del retrato fotográfico y su evolución desde el siglo XIX hasta la actualidad han sido objeto de numerosas exposiciones en España. En una de ellas se señalaba que “un retrato fotográfico tiene un cierto halo de misterio, evoca los rasgos de una persona, pero lo que crea el impacto no es la representación o el recuerdo de la persona, sino la fuerza de la imagen, que nos lleva a considerar como realidad lo que no es más que una apariencia.” Y la apariencia de este retrato es que, en este instante de plenitud juvenil, Josefina irradia felicidad, un recuerdo que busca enternecer a su padre.

 

* María Blanco Conde es curadora de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID, Madrid). Es autora de la museografía de la Colección Museo Julián de la Herrería, Centro Cultural de España Juan de Salazar, Asunción.

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