Cultura
Perseguir el sol: paisajes deseados para el fin del mundo
EDICIÓN ESPECIAL PINTA SUD ASU. Esta exposición –inaugurada bajo este título en La Otra Casa de Asterión como parte del programa Curaduría Joven del art week desarrollado la semana pasada en Asunción– parte de un proceso creativo en torno al paisaje, tema que –en mayor o menor medida– abordan en sus prácticas los jóvenes artistas Rudy Cáceres, Jonatan Fernández y Giovanni Ferreira, convocados para la muestra.
Giovanni Ferreira, obra expuesta en La Otra Casa de Asterión (detalle). Cortesía
Es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar el fin del capitalismo.
Frase atribuida a Fredric Jameson
El ser humano ha registrado por medio de imágenes los lugares que ha habitado y transitado a lo largo de su historia, y esa recopilación de información se tradujo en sistemas de ordenamiento de los territorios y de las transformaciones realizadas en él. En la cultura europea, el paisaje comienza a valorarse como un género pictórico a partir del siglo XVII, en coincidencia con la creación de los Estados-naciones modernos, y alcanza su máxima expresión en el siglo XIX, desde el Romanticismo hasta el Impresionismo.
En 1790, Kant introdujo el paisaje como parte de las Bellas Artes, dotando así a la naturaleza de una agencia capaz de igualar el trabajo del artista. Al principio de su libro Le temps du paysage, aux origines de la révolution esthétique (La Fabrique, 2020), Jacques Rancière señala que “el paisaje es, pues, mucho más que un espectáculo que cautiva los ojos o eleva el alma. Es una forma de unidad de la diversidad sensible que anula las reglas del arte y hace metáfora de la armonía o el desorden de las comunidades humanas”.
Es así que la naturaleza, asociada con las escenas pintorescas en las que aparecen dispuestos plantas, tierra, árboles, agua, piedras, luz, hace arte en la medida en que no pretende hacerlo. El accidente de un bosque sobre el cual no hubo intervención de la mano humana se alejaba de las normas establecidas hasta entonces, lo cual significó, para el autor, la base de una revolución estética que acompañará este período entre dos siglos.
En la actualidad, ¿cuál es la carga emocional que se aloja en el fenómeno de la contemplación del paisaje? Ante la incertidumbre de un presente atravesado por múltiples formas de violencia y el acuciante deterioro del ambiente, no son pocas las manifestaciones artísticas que tratan de abrir puntos de fuga sobre un horizonte que no siempre ofrece claridad. La sentencia citada al comienzo da cuenta de esa dificultad: el sistema impide que nos imaginemos fuera de él y frenará cualquier intento que lo amenace.
Sin embargo, el arte contemporáneo, aún bajo amenaza, es capaz de escamotear la cosmogonía del capital, aunque sea por breves instantes. Es en esos intersticios en los que se pueden colar distintas miradas que se posen sobre la naturaleza, no para lamentar su extinción, sino para reactivarla con una nueva imaginación sensible. En tal sentido, las obras de Rudy Cáceres, Jonatan Fernández y Giovanni Ferreira ofrecen escenas alternativas, ensayos a partir de sus preocupaciones puntuales sobre la huella humana en los entornos.
Cáceres reflexiona sobre el desgaste del paisaje y la contaminación, trabajando con la idea del vacío como una presencia que irrumpe en la mirada, así como ciertos derivados de la producción humana lo hacen en la atmósfera y la tierra. Fernández, por su parte, concibe sus obras inspirándose en formas y texturas de la naturaleza, pero utilizando elementos ajenos a ésta como el plástico y la bijouterie. Apartados de su función, los objetos adquieren nuevos significados que recrean el espacio para remitirnos a hábitats familiares.
Por último, Ferreira emplea espejos, luz y sombras para construir escenarios abstractos que remiten a un mundo postapocalíptico, en los que la vegetación reclama una presencia y los fenómenos celestes son amplificados. El artista apunta al sol y trata de enmarcarlo.
La mirada es posesiva y busca convertir en objeto casi todo lo que toca. Las imágenes/obras de los artistas dan cuenta de sus respectivas experiencias con sus entornos cercanos, a la vez que su imaginación responde a deseos que los trascienden. Es quizás desde este malestar en que pueden conectar(nos) con las emociones que se alojan en el acto de contemplar un paisaje: la conciencia de la fragilidad de lo humano y la urgencia de proyectar un futuro.
A decir del filósofo español Víctor del Río, “el paisaje bajo sus avatares específicos en la actualidad resulta ser un núcleo de la autopercepción contemporánea de lo humano, una visión que imperiosamente acaba volviendo sobre nosotros mismos”. En la idea de perseguir el sol podemos encontrar el compromiso del artista con lo imposible. Especular, esbozar, arriesgar el paisaje deseado desde donde podamos conjurar la extinción del mundo.
Nota de edición: La muestra permanecerá habilitada en La Otra Casa de Asterión (Oliva 638), en el Centro Histórico de Asunción. Fue concebida y desarrollada como parte del programa Curaduría Joven de Pinta Sud Asu 2024.
Luis Ocampos Pompa (Asunción, 1993) es artista, gestor cultural y docente. Licenciado en Artes Visuales por el Instituto Superior de Arte (FADA-UNA), es jefe de la Unidad de Espacios del Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino / Manzana de la Rivera y guía en el Museo del Barro. Es presidente de AVISPA (Artistas Visuales del Paraguay Asociados). Co-curó la muestra Colmar de memoria el olvido, ganadora del Premio AICA Paraguay 2021.
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