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Cultura

Arrebatos de esteñidad: “Apuntes para ensayar la fragmentación”, de Iván Sosa

Iván Sosa y su nuevo libro. Cortesía

Iván Sosa y su nuevo libro. Cortesía

La colonización de la eco-región del Alto Paraná es reciente. Se produce fundamentalmente en el siglo XX, con una aceleración a finales de la década del 50. Esta estuvo acompañada por procesos extractivistas forestales y de expansión agrícola provenientes tanto de Paraguay como de Brasil —no exentos a su vez de la explotación de mano de obra— que han transformado de forma radical el territorio, operando una suerte de desintegración del paisaje que exhibe, acaso como uno de sus rasgos fundamentales, el polvo que domina ciertas zonas de la región: un síntoma de la desaparición de biodiversidad producida por el capitalismo.

Asimismo, elementos de infraestructura moderna han sido introducidos en un espacio históricamente descrito como hostil para la presencia humana —“la vida aquí es un laberinto inmóvil y terrible”, escribió Rafael Barrett—; y, con el tiempo la infraestructura ha adquirido cualidades icónicas y simbólicas que resumen la proeza humana de la doma y el disciplinamiento de las fuerzas naturales. En las últimas décadas, el Alto Paraná, y en particular su capital, Ciudad del Este, se han convertido en un polo comercial y multicultural en la encrucijada de la Triple Frontera (Paraguay, Brasil, Argentina), con paradigmáticos complejos sociolingüísticos y de articulación transrregional.

El Alto Paraná ha desempeñado un rol fundamental en las imaginaciones literarias del Paraguay: la primera novela publicada por un autor paraguayo, Viaje nocturno de Gualberto o Recuerdos y reflexiones de un ausente, de J.C. Roenicunt y Zenitram (Juan Crisóstomo Centurión, 1877) ya exhibía un pasaje cuya locación, el río Paraná, es descrita con sentido extático y romántico. Las crónicas de Barrett a principios del siglo XX acerca de los yerbales, o la obra de autores modernos como Augusto Roa Bastos o José María Rivarola Matto, en la segunda mitad del siglo, dan cuenta de un paisaje salvaje y de los desastres del capitalismo sobre las vidas humanas. El Alto Paraná fue funcional como motivo histórico en el proceso de modernización literaria del Paraguay y, a su vez, la frontera paraguaya con el Brasil sería funcional al desarrollo de programas literarios abiertos a hibridaciones lingüísticas. Pero no sería sino hasta el siglo XXI cuando comenzarían a consolidarse algunas voces locales a partir de ciertas experiencias aisladas o procesos colectivos, con foco en las dinámicas multi, inter y transculturales, las interferencias lingüísticas y exploraciones formalistas.

Aike Biene acaba de publicar el libro Apuntes para ensayar la fragmentación, poemas de Iván Sosa, escritor esteño, que se inserta en una historia literaria acaso sin historia, sin tradiciones narrativas ni dioses tutelares, pero que comparte, no obstante, orientaciones convergentes con las apuestas formales, temáticas o conceptuales de una literatura altoparanaense incipiente que puede ser leída como síntoma de su paisaje y que, a un mismo tiempo, contesta o se regodea irónicamente en imaginarios altoparanaenses.

Uno de los aspectos del programa de Iván Sosa es enunciado en el título: la fragmentación a la que alude opera sobre todo a nivel formal, en la medida en que los versos apelan a un discurso elíptico como estrategia retórica; en tanto capas de distanciamiento de la voz lírica son impuestas en clave alegórica a través, sobre todo, de elementos léxicos y de formulación matemática importados del discurso científico: cuyo efecto es una rarefacción de la voz.

El discurso científico ha sido, en efecto, uno de los expedientes fundamentales de inscripción literaria (en letras) del Alto Paraná: en 1901, el sabio Moisés Bertoni fundó su editorial Ex Sylvis en la ribera del río Paraná, desde la cual publicaría ensayos que enunciarían la naturaleza botánica y antropológica de la vida en la región. Pero la fragmentación en la poesía de Iván Sosa se observa asimismo a nivel conceptual, en términos de una desintegración subjetiva de la voz lírica: la destitución del yo.

Durante la presentación de su libro en Literaity, el 18 de mayo pasado, el autor realizó una declaración de principios: distanciarse de las fórmulas literarias paraguayas dominantes que, incluso cuando encaran registros formales experimentales, parecen reproducir tendencias regionalistas y románticas; por otro, distanciarse del ego, del yo como rasgo dominante, según observa el autor, de un momento de la literatura en Paraguay. La codificación científica contribuiría con el desarrollo de ambas orientaciones: tanto el distanciamiento de tendencias idílicas como la destitución egocéntrica de la voz lírica.

La configuración espacial de los territorios fronterizos que devienen uno de los locus enunciativos de Iván Sosa define formas de experiencia desterritorializante que expulsan a sujetos y colectividades, o que instituyen formas entreabiertas o cerradas de tránsito definidas en función de contraseñas culturales y económicas. La amalgama esteña exhibe fracturas en medio de su aparente heterogeneidad por falta de un sentido de integración. Algo que parece recurrente en ciertos escenarios desterritorializantes es, ciertamente, la hibridez como espacio de articulación de diferencias pero, asimismo, la invención de una extranjería que, a un mismo tiempo resguarda al sujeto o dramatiza e intensifica las causas de la repulsión.

En los poemas de Iván Sosa esta extranjería es dramatizada mediante la invención de una voz lírica cosmopolitista, capaz de superponer territorialidades o confrontar especies recíprocamente exóticas en su jardín heterotópico:

xy:
una mira precisa no
distingue instintos: un ñandú
perdido en la atigrada
vegetación e Bangladesh no
intuye la inmensa amenaza
de ser niño

Pero el cosmopolitismo del autor, que con facilidad puede ser leído como síntoma de provincianismo, procede más bien de aquella forma que Julia Kristeva enuncia como cosmopolitismo herido y que, según Homi Bhabha, “mide el progreso global desde la perspectiva de la minoría” (Nuevas minorías, nuevos derechos, 2013).

El síntoma del provincianismo en la poesía de Iván Sosa radica sí en el rigor: en la arquitectura retórica y conceptual que se erige sin los cimientos de una tradición o un sistema que le den pertinencia o que garanticen siquiera la recepción de sus enunciados líricos y que sin embargo contempla la potencialidad de interlocuciones translocales: una forma más de desdibujar las trazas de los mapas y desterritorializar el paisaje incluso a partir del lenguaje. Y acaso en este gesto de provincianismo deseable se introduce el signo de invención de una tradición local naciente.

a espaldas del souvenir traído de un
país que nadie visitó (…)

Y, acaso pese al propio autor, Apuntes para ensayar la fragmentación exhibe las marcas de formas aún indecisas de localismo. “No es extraño”, le dijiste a Iván Sosa, “que un escritor altoparanaense aluda a la fragmentación, del paisaje o del lenguaje”. Como si la tierra, que precede la escritura, definiera de antemano el programa de un movimiento que desregula territorios, que desintegra la subjetividad o que implosiona el lenguaje.

(…) puesto que hay verdes que
nacen rojos encaprichados en
contradecir a la tierra, pero no
es la tierra: es la lengua

(…)

la lengua lo puede, la lengua abusa
de la tierra (…)

 

* Damián Cabrera es escritor, investigador, docente, gestor cultural y curador. Su trabajo se desarrolla en las áreas de lengua, literatura, fronteras, arte, política y cultura. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Capítulo Paraguay, y de los colectivos Ediciones de la Ura y Red de Conceptualismos del Sur.

 

 

 

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