“Natalus Macrourus” una propuesta de Cecilia Avati

POR María José Fiorio *

Hace unas semanas, en “Natalus Macrourus”, muestra presentada en la Manzana de la Rivera, Cecilia Avati continuó una línea de trabajo en torno a preocupaciones sobre el medio ambiente, centrando su mirada en problemáticas e inquietudes que la interpelan. Partiendo de esto, presentó objetos que abordan cuestiones relacionadas al territorio y al cambio climático, utilizando la instalación como medio para generar interrogantes y reflexiones alrededor de la naturaleza y su estado actual.

En primera instancia, pudimos observar un hueso de animal y una rama de madera encontrada por la artista. El aspecto de estos elementos nos hablaban del inexorable paso del tiempo y cómo su estado fue afectado a causa del mismo: la superficie se encuentra carcomida y agujereada, mostrando un deterioro en toda su extensión material. Esta obra anticipaba, como si fuera un indicio, posibilidades futuras dentro de tiempos inciertos.

Cecilia Avati, Natalus Macrourus. Cortesía

También propuso un cercado compuesto por alambres de púa, tensados a unas varillas de madera, a modo de “obstaculizar” la entrada a la siguiente obra expuesta, invitando a las personas -si así lo desearan- a cruzarlo.  Este objeto/instalación nos habla quizás de aquellos límites impuestos en el territorio, de hecho, a modo de antecedente. Avati ha trabajado cuestiones relacionadas con la disputa de las tierras, utilizando la performance como lenguaje de expresión; en esta ocasión, nos confrontó con lo complejo del mismo acto de atravesar un límite: y si lo atravesamos, una vez dentro, ¿podremos retroceder, o nos quedaremos atrapados?

La obra colocaba en tensión los significados de fronteras y límites y cuánto de los mismos se encuentran a la vez relacionados con la problemática ambiental actual. La misma interacción con la obra podría ser violenta, remitiendo a un tipo de peligro, algo amenazante; quizás hasta podía llegar a generar miedo o temor pero, al mismo tiempo, suscitaba otras interpretaciones y apelaba a lo lúdico, vinculándose con el juego o un paisaje de la infancia.

Cecilia Avati, Natalus Macrourus. Cortesía

En la sala contigua, se instaló una silla cable, objeto que probablemente se dispone en el hogar. En el contexto local, esta silla recuerda el acto de compartir, tal vez lo familiar; es utilizada generalmente para crear rondas grupales y reunir a las  personas, remitiendo a pasar el rato, a los momentos de ocio y al compartir social. Esta silla “de patio” muchas veces también es utilizada para salir del espacio íntimo que ofrece la casa, al exterior, la vereda, lo público, con el fin de contemplar el paisaje, el barrio, las personas que transitan, remite fuertemente al estar. La luz que focaliza este elemento de fuerte carga cultural y simbólica, acentúa cada detalle del mismo, creando una atmósfera que invita al espectador a detenerse. Avati interviene esta silla derritiendo sus cables parcialmente, acción que referencia al –tal vez– ineludible cambio climático y al calentamiento global.

El título Natalus macrourus se convierte en un recordatorio de la mortalidad de las especies, incluyendo la del ser humano. Con esta propuesta, la artista nos enfrenta a futuros posibles; las primeras obras nos conectaron de alguna manera con el pasado como con el presente, mientras que la siguiente pretendía advertir acerca de los efectos del cambio en el futuro. Las piezas encarnaban la incertidumbre, buscaban generar interrogantes volcando la mirada a la preocupante situación actual que atraviesa el país en cuanto al territorio, la desidia y el descuido. Inevitablemente nos recuerda la falta de aplicación de las leyes ambientales, cuyas consecuencias son las causas y agravantes de la crisis medioambiental actual, llevando a la pregunta: ¿cómo vamos a estar?