Agenda Cultural
El mundo después de Godard
Jean-Luc Godard en una imagen de noviembre de 2010 en Zurich (Suiza). The Image Gate
El mundo se encuentra consternado con la noticia del fallecimiento en la mañana de este martes de uno de los más grandes referentes del cine contemporáneo, el director franco-suizo Jean-Luc Godard, en su residencia ubicada en Rolle, Suiza. Tenía 91 años. Su esposa Anne-Marie Miévielle dijo en un breve comunicado que murió “en paz” y “rodeado de sus seres queridos”. Horas más tarde, un “consejero” de la familia afirmó que su muerte fue un “suicidio asistido”, legal en Suiza.
Godard fue un revolucionario que aportó películas como À bout de souffle (Sin aliento, Al final de la escapada), de 1959, y Le mépris (El desprecio), de 1963. El primero de los mencionados, también su primer largometraje, fue, junto con Les quatre cents coups (Los cuatrocientos golpes), de François Truffaut, la punta de lanza de la nouvelle vague, la nueva ola que empezó como un movimiento francés y luego se extendió a todo el mundo del cine.
Dice Elsa Fernández-Santos, en El País: “Con Jean-Luc Godard no muere un cineasta, muere un filósofo, un revolucionario y una patria. La patria de un apátrida, de ‘un extranjero en Suiza, un exiliado en su propia casa’, que forjó con imágenes pero también con incontables frases y pensamientos un país imaginario en el que el cine, o mejor dicho, el misterio del cine, lo era todo”.
Para Fernández-Santos, “la vida de Godard ha sido una larga reflexión sobre el poder de las imágenes y la búsqueda incansable del enigma de un arte que a su juicio solo era del todo posible gracias a la imaginación del espectador. Él nos reconoció ese poder y por eso su muerte deja un sentimiento de orfandad que solo se puede mitigar a través de sus propias palabras”.
“El mito que rodeó a su primera película, Al final de la escapada (1959), convirtió al joven Godard en bandera, pero también en el representante más incómodo, de la nouvelle vague. Para él, el cine respondía a un proceso de investigación tan heredero del jazz como de Chaplin y Rossellini. Un lugar entre el espectáculo de Méliès y del documental de los hermanos Lumière. ‘Lo que le interesaba a Méliès era lo ordinario en lo extraordinario, y a los Lumière lo extraordinario en lo ordinario’, dejó dicho en los escritos y entrevistas que, de forma impagable, editó en varios volúmenes en España Intermedio“, continúa Fernández-Santos.
La actriz Brigitte Bardot, protagonista de El desprecio (1963), declaró sobre la muerte de Godard: “El creador de Sin aliento ha alcanzado el firmamento de los grandes creadores de estrellas”. En tanto que el mandatario francés, Emmanuel Macron, escribió: “Perdemos un tesoro nacional, la mirada de un genio. El más iconoclasta de los grandes maestros de la nouvelle vague inventó un arte definitivamente moderno, inmensamente libre”.
Sus incursiones en temas tabúes y técnicas novedosas hicieron historia e inspiraron durante décadas a sus sucesores -entre ellos, Quentin Tarantino y Martin Scorsese-, tras su apogeo en los años ’60. Director, crítico, historiador, ejerció influencia además en la evolución de la propia historia del arte del siglo XX.
Su filmografía incluye 131 títulos como director (en gran medida, cortos y documentales) entre 1955 y 2018, en una trayectoria cinematográfica que incluye 76 nominaciones a premios, con 51 galardones. Entre estos destacan un Oso de Oro y dos de Plata de la Berlinale; un Oscar honorario, una Palma de Oro especial y un premio del jurado en Cannes; dos Leones de Oro, un premio especial del jurado de Venecia, dos César de honor franceses, todos estos laureles que rindieron homenaje a una magnífica carrera.
Godard nació en una familia franco-suiza de clase acomodada el 3 de diciembre de 1930 en el lujoso Distrito 7.º de París. Su padre era médico; su madre, hija de un suizo que fundó Banque Paribas, entonces un gran banco de inversión. Comenzó en el mundo del cine como crítico en la década de 1950 en varias revistas especializadas. En paralelo, empezó a rodar algunas películas cortas, en las que tuvo como colaboradores a otros jóvenes como Éric Rohmer o François Truffaut, que iban a crear lo que se conocería como la nouvelle vague.
Con información de agencias internacionales.
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