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Imagen de Peña en caída libre

Santiago Peña. Foto: Gentileza.

Santiago Peña. Foto: Gentileza.

La reciente medición de la consultora CB Opinión Pública ha arrojado un dato preocupante para el presidente de Paraguay, Santiago Peña. Según el informe correspondiente a febrero de 2025, Peña registró la mayor caída en imagen positiva entre todos los mandatarios de Sudamérica, con un descenso de -3.6% en comparación con la última medición. A pesar de esto, sigue ubicándose en el sexto lugar del ranking, con un 44.3% de aprobación.

Esta disminución en su popularidad lo coloca en una posición delicada en el escenario político paraguayo, especialmente considerando que otros líderes de la región han experimentado un aumento en su aprobación. Gabriel Boric, presidente de Chile, fue quien más creció en imagen pública con un +4.4%, demostrando que hay espacio para la recuperación cuando se toman las decisiones correctas.

Factores que explican la caída de Peña

La baja en la aprobación del presidente paraguayo no es un fenómeno aislado, sino el resultado de varios factores que han influido en la percepción de su gobierno. Entre los principales motivos se encuentran:

1. Situación económica y promesas incumplidas

A pesar de los esfuerzos del gobierno de Peña por proyectar estabilidad económica, el descontento en sectores productivos sigue en aumento. El alza en el costo de vida, el estancamiento de salarios y la incertidumbre sobre el rumbo económico han generado preocupación en la ciudadanía. Si bien la macroeconomía se mantiene relativamente estable, la población percibe que el crecimiento no se traduce en una mejora en su calidad de vida.

2. Crisis política interna y casos de nepotismo

Uno de los temas más criticados en la gestión de Peña ha sido la contratación de allegados a su partido en puestos clave del gobierno. Desde su llegada al poder, se han denunciado múltiples casos de “nepobabies”, lo que ha generado un fuerte rechazo en la opinión pública. La falta de respuestas contundentes y la percepción de que no hay una verdadera intención de limpiar la administración pública han afectado seriamente su imagen.

3. Comparaciones con sus pares regionales

En la política, las comparaciones son inevitables, y el hecho de que otros presidentes de la región estén mejorando su imagen mientras Peña la pierde es un indicativo de que su gestión está siendo evaluada de manera negativa. Luis Lacalle Pou (Uruguay) encabeza la lista con un 51.5% de aprobación, seguido por Javier Milei (Argentina) con 49.3% y Daniel Noboa (Ecuador) con 46.7%.

Por otro lado, Dina Boluarte (Perú) ocupa el último puesto con un 20.3% de imagen positiva, seguida de Nicolás Maduro (Venezuela) con 30.8% y Luis Arce (Bolivia) con 31.7%. En este contexto, aunque Peña aún mantiene una imagen relativamente fuerte, su tendencia a la baja es preocupante.

¿Qué puede hacer Peña para revertir la situación?

Si el presidente paraguayo quiere recuperar el terreno perdido, tendrá que tomar medidas concretas para mejorar su imagen y responder a las demandas de la ciudadanía. Algunas estrategias que podrían ayudarle incluyen:

Impulsar una agenda de transparencia: Para contrarrestar las acusaciones de nepotismo, Peña deberá implementar mecanismos más estrictos de contratación en la función pública y sancionar a quienes abusen del sistema.

Abordar la crisis económica con medidas efectivas: Un plan de acción claro para enfrentar la inflación y mejorar el poder adquisitivo de la población sería clave para generar confianza.

Reforzar su liderazgo en la región: La diplomacia y una mayor presencia en el escenario internacional podrían ayudar a mejorar su imagen, proyectándolo como un líder fuerte y comprometido con el desarrollo del país.

Un panorama desafiante

La caída de Peña en los índices de aprobación es un recordatorio de que la confianza del electorado no es algo garantizado. Si bien aún se mantiene en una posición relativamente aceptable dentro del ranking de Sudamérica, la tendencia a la baja es un llamado de atención para su gobierno.

El 2025 será un año crucial para su administración, y el desafío de Peña será demostrar que puede corregir el rumbo antes de que el descontento ciudadano se traduzca en una crisis política más profunda.

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