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País tomado por la corrupción

Paraguay ha vuelto a ocupar un puesto vergonzoso en el Índice de Percepción de la Corrupción 2024 de Transparency International. Con un deplorable puntaje de 24 sobre 100, el país se mantiene entre las naciones más corruptas del mundo, dejando en evidencia la impunidad, el saqueo del Estado y la falta de voluntad política para frenar este flagelo. Mientras tanto, los paraguayos siguen sufriendo las consecuencias: servicios públicos ineficientes, justicia manipulada y un futuro hipotecado por la corrupción.

Un Estado secuestrado por la corrupción

Paraguay no solo figura en el fondo del ranking, sino que además comparte su calificación con países marcados por el crimen organizado y la debilidad institucional, como Honduras, Rusia y Azerbaiyán. Esto confirma lo que los ciudadanos ya saben: la corrupción no es una anomalía, sino una norma dentro de la estructura estatal.

El informe destaca que los países con altos niveles de corrupción suelen tener democracias débiles o directamente regímenes autoritarios. Paraguay, con su sistema de clientelismo político, el control absoluto del Estado por parte del Partido Colorado y la falta de independencia judicial, encaja perfectamente en esta categoría. Aquí, las instituciones que deberían combatir la corrupción están subordinadas a los intereses de los poderosos, garantizando la impunidad para políticos, empresarios y jueces corruptos.

Paraguay, atrapado en el atraso y la corrupción, según Universidad de Oxford

Negocios sucios, dinero perdido y cero consecuencias

El informe de Transparency International señala que en los países con altos niveles de corrupción, el dinero público suele desaparecer en negociados turbios, obras sobrevaloradas y contrataciones amañadas. Paraguay no es la excepción. Ejemplos sobran:

El caso de las licitaciones amañadas para obras públicas, donde empresas vinculadas a políticos y sus familias se llevan contratos millonarios sin competencia real.

El desvío de fondos de programas sociales, mientras miles de paraguayos viven en la pobreza extrema sin acceso a salud ni educación de calidad.

El lavado de dinero y el narcotráfico infiltrados en la política, con operadores de carteles ocupando bancas en el Congreso o financiando campañas electorales.

Todo esto ocurre sin consecuencias reales. La Fiscalía y el Poder Judicial están cooptados, y los pocos casos que llegan a juicio terminan en absoluciones vergonzosas o condenas simbólicas. Los peces gordos nunca caen.

Corrupción y medio ambiente: una combinación letal

El informe también vincula la corrupción con la crisis climática, alertando que en países altamente corruptos, los fondos destinados a la protección ambiental suelen ser desviados o mal utilizados. En Paraguay, esto se refleja en la deforestación descontrolada del Chaco, la contaminación de ríos y la entrega de tierras a agroexportadores sin regulaciones.

Empresas y políticos aliados saquean los recursos naturales con total impunidad. Los indígenas y comunidades rurales que intentan defender sus tierras son ignorados o reprimidos, mientras los responsables siguen enriqueciéndose a costa del desastre ecológico.

¿Hay esperanza?

El panorama es desolador, pero no irreversible. Transparency International sugiere medidas urgentes, como mayor independencia judicial, protección a denunciantes y reformas en la financiación de campañas políticas. Sin embargo, nada de esto será posible si la sociedad no exige cambios reales.

Paraguay no necesita discursos vacíos ni promesas de transparencia cada cinco años. Necesita acción, justicia y una ciudadanía que no tolere más el saqueo de su futuro. La pregunta es: ¿hasta cuándo seguiremos aceptando la corrupción como parte del sistema?

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