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Opinión

Ramón Indalecio Cardozo: un visionario en educación 2.0 del siglo XX

Ramón Indalecio Cardozo. Cortesía

Ramón Indalecio Cardozo. Cortesía

Sin lugar a dudas, Ramón Indalecio Cardozo (1876-1943), maestro paraguayo con luces propias, marcó una etapa preponderante en la historia de la educación paraguaya. A mitad del siglo XX, este intrépido, visionario y soñador maestro impulsó reformas sustanciales en el sistema educativo de la época, pionero de la Escuela Activa paraguaya, cuya base esencial se centraba en priorizar el enfoque inductivo antes que el deductivo. Las características esenciales de ese innovador sistema educativo de aquella época eran:

1. Observación: se observan fenómenos y sus características objetivas.
2. Composición: se formulan hipótesis sobre el funcionamiento del fenómeno observado.
3. Comprobación: se comprueba la hipótesis formulada.

Si analizamos brevemente estas características se puede fácilmente inferir que estos tres miniprocesos de enseñanza impulsan el desarrollo reflexivo del estudiante, y, en consecuencia, se crea un individuo pensante, crítico y reflexivo. Considerando la época, esta innovación ha sido una gran revolución en el sistema educativo paraguayo en sus inicios del Paraguay como República independiente. En algún momento de la historia prolífica de Indalecio, las reformas pedagógicas a las cuales él estaba concentrado, se cortaron en el tiempo que se desató el conflicto bélico contra Bolivia (1932-1935), luego, al final de esa cruenta guerra, se borraron los intentos de seguir con las reformas iniciadas por Indalecio, y regresó la escuela tradicional memorista y con el maestro como centro del conocimiento.

Algunos expertos en historia aseveran que esto se repite, es como un déjà vu que nos devuelve a etapas pasadas y vividas. Esto me hace pensar que estos historiadores no están tan errados, pues en pleno siglo XXI, no podemos salir de reformas y reformas que ya forman parte del acervo folclórico del país. Esta parte de la historia de educación paraguaya se asemeja a las guerras, revoluciones, golpes de Estado, cambios repentinos de gobernantes, etc., que nuestro país ha venido sufriendo desde sus inicios como Nación.

En época de Indalecio, ya este visionario maestro propuso al presidente Manuel Gondra, quien gobernó el Paraguay durante dos periodos (1910–1911 y 1920–1921), unas acciones con cuatro pilares fundamentales:

1. Depurar la administración escolar.
2. Reformar la orientación de la enseñanza.
3. Llevar los beneficios de la instrucción a los últimos rincones de la República.
4. Mejorar las condiciones económicas de los maestros.

El déjà vu se vuelve más real y crudo en estos momentos en que nuestra educación está con graves problemas de infraestructura, nulo liderazgo del ministro de la cartera y con un plan pedagógico que debe ser optimizado y adecuado a las últimas novedades de la enseñanza actual, amén de otros problemas sustanciales que hunden lentamente al sistema educativo actual.

La visión pedagógica y los pedidos de reformas que Indalecio presentó al entonces presidente Gondra en esa época, y comparando con la actualidad, solo se puede decir que estamos involucionando en la construcción del pensamiento del ciudadano paraguayo. Actualmente, no se debate el perfil de ciudadano que la República del Paraguay requiere, si bien es cierto que en “papeles” están bien redactados la misión y visión de la educación paraguaya, en la realidad no se refleja absolutamente nada. Estamos destrozados, frustrados, estresados con una pandemia que aniquila lentamente las ganas de salir adelante; y, por otro lado, una pandemia visible que empobrece y daña el tejido moral de la Nación: la corrupción generalizada que está consumiendo a los últimos honestos que quedan en la República.

Si solo se hubieran aplicado la visión y las reformas de Indalecio, mucho se hubiera avanzado en la construcción de un verdadero plan educativo que forme ciudadanos de bien, pero por esas causas fatalistas, aún la República está luchando por tener el plan educativo ideal como lo ha soñado el maestro Ramón Indalecio Cardozo.

Actualmente, el Ministerio de Educación y Ciencias está dirigido por una persona sin experiencia en el campo docente, sin vocación de alma de maestro y, para mal de males, interpelado y con voto de censura por su pésima administración.

Lejos estamos de esa época en la que un pedagogo de la talla de Adolphe Ferrière (Ginebra, 1879-1960) se refería a la labor del maestro Ramón Indalecio Cardozo con estas palabras: “Un maestro como Ramón Indalecio Cardozo honra no solamente su Nación, sino también la humanidad. Es un hombre sabio y concienzudo; habla poco, pero lee mucho. Ve claro y su voluntad, hecha de paciencia, mueve montañas. Las montañas de la inercia, de prejuicios, de las bestialidades humanas”.

Transportémonos al tiempo de Indalecio y revitalicemos sus visiones, enseñanzas y reformas para aliviar esta agónica involución educativa en la que estamos sumergidos.

 

Fuente consultada: https://revistas.uptc.edu.co/index.php/historia_educacion_latinamerican/article/view/9381/7962

 

* Doctor en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

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