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Acuífero Guaraní, entre la soberanía y la contaminación

Con sus 37.000 kilómetros cúbicos de agua dulce, que según las estimaciones podría abastecer de agua a toda la población mundial por 200 años, el acuífero Guaraní que Paraguay comparte con Brasil, Uruguay y Argentina, se extiende bajo nuestro país en una superficie de 71.700 km².

En relación con la cantidad de habitantes y la extensión de la superficie donde discurre, podría decirse que Paraguay es el que más se beneficia de un reservorio de agua dulce de tal magnitud, pero contrariamente, es Brasil el país que más presión ejerce sobre la reserva, con arriba de 2.000 perforaciones comprobadas sólo en el área de San Pablo, que compromete su capacidad de regeneración, según revela un estudio del Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos (OEA).

En 2012, el Congreso ratificó el Acuerdo sobre el Acuífero Guaraní, firmado en agosto de 2010 con Brasil, Argentina y Uruguay, y que entró en vigencia en mayo del año pasado, según comunicó oficialmente la Dirección de Tratados, del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE).

“La vigencia del instrumento constituirá un firme compromiso de reconocimientos de la soberanía sobre el recurso hídrico transfronterizo entre los Estados Parte y de apoyo mutuo en el reconocimiento ante los demás Estados, además de permitir la gestión integral y sostenida del Sistema Acuífero Guaraní”, señaló la Cancillería.

Sin embargo, el abogado especialista en derecho ambiental Ezequiel Santagada, miembro del equipo que redactó la Ley N° 3239, de manejo de los recursos hídricos de 2007, opinó que el Acuerdo esconde una trampa que, eventualmente, podría comprometer la soberanía paraguaya sobre el acuífero, que en su momento le valió un primer rechazo del Congreso, hasta que fue ratificado “entre gallos y medianoche, con el argumento de que había fondos para investigación disponibles”, dijo Santagada.

Abogado Ezequiel Santagada. Foto: Twitter

“Si miramos el mapa del sistema, nos vamos a dar cuenta que por lo menos el 50% de las zonas de recarga del acuífero está en nuestra Región Oriental, y otro tanto en Mato Grosso do Sul, en Brasil; y las principales zonas de descarga, de surgentes de agua, están en Argentina, Uruguay y Brasil. Esto pone a Paraguay en el lugar del que claramente tiene mayor posibilidad de contaminar, por la producción agrícola a gran escala”, explicó.

Cuestionó que el Tratado no disponga responsabilidades compartidas en el cuidado y la protección de las áreas de recarga. Dijo que más bien les regala argumentos a los países vecinos para culpar a Paraguay de cualquier eventualidad relacionada con el acuífero.

El abogado afirmó que en el caso del acuífero Guaraní, debería manejarse a la manera de un consorcio, donde “todos cuidan los recursos comunes”. “En el Tratado no hay disposiciones que prevean el cuidado común de estas zonas de recarga, ubicadas en amplias extensiones de tierras que constituyen la base de la economía del país”, afirmó.

Señaló que el cuidado de las zonas de recarga del acuífero, en algún momento puede obligar al Estado a la expropiación de tierras agrícolas ubicadas en estas áreas sensibles. “Este es un tema que debería involucrar a todos los países del Tratado, y no sólo a Paraguay; no podemos poner en jaque tierras que hacen a nuestro activo económico”, afirmó.

“Este es un Tratado que desde el punto de vista geopolítico no le convenía a Paraguay”, aseguró Santagada. Dijo que “debería haberse renegociado, y no aprobado so pretexto de la cooperación para que veinte, treinta o cuarenta personas pudieran hacer consultorías con recursos de la cooperación internacional”.

“Si tuviéramos una política de recursos hídricos, clara, conocida y que se implementara, esto no iba a ocurrir”, afirmó. “Es otra consecuencia de no administrar la ley de recursos hídricos, porque un Tratado rige a perpetuidad, y la situación puede cambiar en 50, 100 años; no hay visión de largo plazo, no hay política de Estado, y no se entiende que esto es una cuestión de soberanía”, reclamó.

Explotación importante

Desde el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES) se señala, sin embargo, que las posibilidades de contaminación del acuífero Guaraní son posibles, incluso fácilmente, pero que el sistema hídrico cuenta con una protección natural basada en rocas de basalto que dificultan la infiltración.

“El acuífero se está explotando”, informó el director de Recursos Hídricos del MADES, ingeniero David Fariña. “La explotación es importante, sobre el acuífero están asentados departamentos altamente productivos, y hoy la agricultura y ganadería están haciendo uso de estas aguas subterráneas; Canindeyu, Caaguazu, Alto Paraná, se surten del Guaraní”, agregó.

Dijo que si bien el sistema tiene una protección de rocas de basalto, puede contaminarse, aunque consideró “difícil que muestre polución inmediata por su misma dinámica”. Afirmó que el acuífero Guaraní está más protegido que el Patiño, de donde se abastecen de agua algunas zonas de Asunción, el Área Metropolitana y parte del Departamento Central.

Sin embargo, desde por lo menos 2018 que ecologistas uruguayos y argentinos vienen alertando sobre los peligros que se ciernen sobre el acuífero guaraní por las perforaciones petroleras mediante el sistema de fracking en Cerro Padilla, Uruguay; y la multiplicación de pozos de aguas termales en territorio uruguayo y argentino. En Argentina, además el agua salada está reemplazando al agua dulce.

De hecho, en 2017 la empresa Schuepbach Energy Uruguay recibió una multa de U$S 50.000 de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) de ese país, por el derrame de 125.000 litros de lodo contaminado cuando perforaba en busca de petróleo en Cerro Padilla.

Un estudio de la Universidad de California, en Estados Unidos, hizo hincapié en el agotamiento de las fuentes de agua subterránea en el mundo, entre las que ubicó al Acuífero Guaraní. Los investigadores estadounidenses señalaron que el Guaraní figura entre los 13 acuíferos que registran problemas graves de recarga anuales, entre las 37 reservas de agua más grandes del planeta estudiadas entre 2003 y 2013.

Protesta en Uruguay por la contaminación del acuífero. Foto: Twitter

Según el ecologista uruguayo Juan Carlos Palacios, el acuífero podría “colapsar” debido a la “extracción indiscriminada”. Alertó que debido a la masiva extracción de agua, las cuencas se van rellenando de agua salada, y esto puede ser irreversible.

“Los pozos de Salto se vienen salinizando. Ese es otro riesgo que estamos corriendo: cuanto más agua se saque, más probabilidad hay de que las aguas de las áreas subterráneas que tienen un gran contenido de sales, se trasladen hacia las zonas de donde se está sacando el agua”, argumentó.

El fenómeno ya había sido alertado por el geólogo, también uruguayo, Jorge Montaño, quien había señalado que “en cuestión de 10 años el tenor de sal de las aguas del acuífero había aumentado en forma significativa”.

El Acuífero Guaraní se reabastece con las lluvias que penetran en las fisuras de las rocas en las áreas de afloramientos, con un volumen de cerca de 80 Km3 de recarga por año. En algunas regiones, la presión natural hace que el agua surja sin necesidad de bombeo, pudiendo alcanzar un caudal de 300 litros/segundo.

En nuestro país, los mayores riesgos de contaminación del acuífero Guaraní devienen de la agricultura extensiva, que avanza de la mano de la deforestación. Ya en 2002, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) hablaba del riesgo que representa para este reservorio de agua el uso de pesticidas agrícolas en gran escala.

En 2019, la organización WWF denunció el desmonte masivo de 800.000 ejemplares de especies nativas de la reserva privada Morombí. Según explicó entonces Óscar Rodas, gerente de Cambio Climático de WWF Paraguay, dentro de la reserva existen dos puntos de recarga del acuífero Guaraní, que estaban siendo protegidos por el bosque. “El acuífero es como una gran bolsa de agua que si se elimina el bosque que protege las zonas de recarga, puede contaminar el acuífero y eso ya es irreversible”, advirtió.

Con contaminantes, pero seguro

Según explicó Fariña, a diferencia de nuestra reserva de agua estrella, el acuífero Patiño “es muy superficial, es de recarga directa; todas las lluvias ingresan al sistema en un lapso de 10 meses”. Adelantó que “recién a mediados de este año vamos a ver las consecuencias de la sequía en los recursos del acuífero Patiño”. “El monitoreo que hicimos en diciembre, enero, febrero, mostraron que los caudales habían bajado notablemente”, graficó.

El ingeniero del MADES argumentó que así como el sistema se recarga en 10 meses, también puede contaminarse en ese lapso. “Aquí es importante precisar que no más del 20% de la población cuenta con sistemas de alcantarillado sanitario; en el área Metropolitana de Asunción solo el 33% tiene alcantarillado, lo que quiere decir que el resto tiene pozo ciego, o vierte directamente estos efluentes cloacales a calles o cauces”, afirmó.

Ingeniero David Fariña, director de Recursos Hídricos del MADES. Foto: IP

“El Patiño tiene recarga fácil, y normalmente los pozos ciegos pueden infiltrar las aguas residuales al acuífero”, señaló. De hecho, indicó que las últimas mediciones de su oficina revelaron presencia de coliformes y nitratos, en las zonas urbanizadas y en las áreas de producción agrícola y ganadera. “Aun así –señaló-, el acuífero Patiño sigue siendo seguro”.

Lea mañana: Presiones corporativas impiden implementación de ley de aguas.

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