Cultura
Giuseppe Gatti Riccardi: “Los buenos textos de ficción no explican, sugieren”
Giuseppe Gatti Riccardi. Cortesía
Recientemente, se lanzó en Asunción el libro En tierra de artesanos. Narradores paraguayos del nuevo siglo (Editorial Rosalba), con una selección de textos y prólogo a cargo de Ilinca Ilian y Giuseppe Gatti Riccardi. En esta entrevista, Gatti Riccardi analiza la evolución de la narrativa hispanoamericana contemporánea desde 1980 hasta hoy, con un énfasis especial en los últimos veinte años. Además, profundiza en su interés por la literatura paraguaya, el descubrimiento de autores emergentes, y compara las preocupaciones literarias de América del Sur con las de Italia, su país natal. También aborda las claves necesarias para que la literatura paraguaya entre en diálogo con la gran literatura contemporánea.
— ¿Cuál es su campo de investigación?
— En cuanto al área geocultural, mis intereses se centran sobre todo en la narrativa hispanoamericana, con alguna incursión en la prosa de ficción española. En ambos casos, estudio la producción contemporánea. En principio, mis acercamientos abarcarían el periodo 1980-2024, pero me decanto más por las dos últimas décadas, para tratar de comprender cómo evolucionan las letras en lengua española a lo largo de este comienzo del nuevo siglo.
— Es crucial recordar que la literatura hispanoamericana ofrece una enorme variedad de enfoques y perspectivas: por ejemplo, un escritor argentino tiene ciertas inquietudes y preocupaciones que nacen de su ámbito social, político, económico, etc. y estas inquietudes no son las mismas que puede tener un escritor hondureño. Lo mismo ocurre, naturalmente, si se comparan un colombiano y un chileno o un uruguayo y un guatemalteco. El resultado de esta variedad de enfoques es que existe una gran riqueza temática. Sin embargo, en el fondo subyace un factor en común: la lengua, que funciona como elemento de cohesión aun cuando el sesgo de la mirada es diferente.
— ¿De dónde surge su interés por la literatura paraguaya?
— Para tratar de contestar, empiezo constatando cómo la literatura de Paraguay sigue siendo, al día de hoy, una de las menos leídas y estudiadas en el panorama de la producción literaria mundial en lengua española. Tanto en las universidades europeas como en las estadounidenses, los acercamientos a la literatura paraguaya suelen limitarse al estudio de la obra de Augusto Roa Bastos, en particular a sus dos novelas más conocidas: Hijo de hombre (1960) y Yo, el supremo (1974). En algunos casos, muy poco frecuentes, –y solo en aquellos cursos que se ocupan de literatura de vanguardia– puede haber alguna alusión a la obra de Josefina Pla. Nada más.
— Como efecto de lo anterior, mi acercamiento a la narrativa de Paraguay se debe a una suerte de “deseo de descubrimiento”. Había trabajado durante muchos años con autores del Cono Sur: principalmente uruguayos, pero también de Chile y Argentina. Me interesaba descubrir por qué razón nadie mencionaba a autores paraguayos en congresos, festivales literarios, mesas redondas de críticos y escritores, etc. También, debo decir que en los últimos años hubo un conjunto de circunstancias que contribuyeron a solicitar mi curiosidad; menciono dos: el primero fue descubrir el nombre de un autor paraguayo (José Pérez Reyes) en la nómina del volumen editado en 2007 por los organizadores del Hay festival, Bogotá 39. Al tratarse de una muestra, sin cupo, de las voces jóvenes más destacadas del panorama literario continental, me llamó positivamente la atención que se incluyera por fin a un narrador paraguayo. Del mismo modo, un par de años después (2009), otro escritor nacional, Javier Viveros, fue finalista del Premio de cuento Juan Rulfo, que sigue siendo el más prestigioso, al nivel continental, para la narrativa breve. Esos dos factores me llevaron a pensar “debe de haber buenos autores en el país todavía por descubrir, al menos desde la perspectiva del lector no-nacional”. Autores y autoras, pues la lectura de los textos de ficción actual demuestra también el valor de la producción literaria femenina.
— ¿Es posible detectar preocupaciones comunes en la literatura de América del Sur y la literatura italiana contemporáneas? ¿Cuáles son?
— Es una pregunta compleja, porque creo que hablar de “narrativa de América del Sur” nos obligaría a un exceso de simplificación. El gran peligro, cuando se reflexiona sobre corrientes literarias y ejes temáticos, es generalizar demasiado. Tal como decíamos antes, no creo que las preocupaciones de un escritor o escritora de Ciudad Juárez sean las mismas que puede tener un escritor radicado en Bahía Blanca. A pesar de esta evidencia, sí creo que es posible trazar algunas líneas generales: una simplificación útil para seguir el desarrollo de los principales ejes temáticos de la literatura continental.
— En primer lugar, si limitamos nuestra reflexión al siglo XX, es posible constatar cómo en casi todos los países hispanoamericanos –después de un siglo (el XIX) en que la literatura sirvió como herramienta para la creación de una idea de patria relacionada con los espacios físicos (surgió en esa época la “novela de la tierra”)– la narrativa en la primera mitad del siglo XX se vuelve urbana. Pensemos en la ficción de Roberto Arlt o en la de Juan Carlos Onetti, entre otros. También hubo excepciones: La obra de Rulfo lo demuestra. En los años sesenta, los autores del boom inauguran una escritura más compleja, caracterizada a veces por distintos puntos de vista en la misma novela y, otras veces, por la inclusión de una segunda –o incluso tercera– historia por debajo de la primera.
— Desde el punto de vista temático, está claro que los últimos treinta años del siglo XX se ven marcados por la representación literaria de los grandes traumas históricos nacionales: el caso más representativo es el de la recreación en las páginas de ficción de las experiencias dictatoriales.
— Es este un esquema muy básico que no puede ni lejanamente considerarse exhaustivo: nos sirve solo para esbozar unas líneas comunes y permitirnos un parangón con lo que ocurre en Italia. En mi opinión, después de los grandes nombres de la primera mitad del siglo XX (Ítalo Calvino, Dino Buzzati, Luigi Pirandello, Natalia Guinzburg, Cesare Pavese, Elsa Morante, etc.), la narrativa italiana a partir de los años sesenta se centra demasiado en dos ejes temáticos principales: el primero es la reflexión continua –y sin solución de continuidad– sobre la mafia en sus distintas variantes (mafia siciliana, camorra napolitana, ndrangheta calabresa, etc.). A partir de los años setenta y hasta finales de los ochenta, la nueva gran preocupación es el terrorismo de izquierda (las Brigadas Rojas) y la respuesta del terrorismo político de derecha. Todavía al día de hoy hay muchos textos, tanto novelas como ensayos, dedicados a estos dos temas. Del mismo problema adolece la literatura española contemporánea: los títulos dedicados a la Guerra Civil, la dictadura militar de Francisco Franco y el conflicto entre ETA y el Estado siguen siendo los tres ejes temáticos principales y los más presentes en los estantes de las librerías españolas.
— ¿Qué necesita la literatura paraguaya para entrar en diálogo con la gran literatura contemporánea?
— Sería muy presuntuoso de mi parte sugerir recetas. Tampoco estaría a la altura. Me puedo limitar a constatar algunos hechos que, creo, son objetivos. Un primer aspecto importante es el conocimiento de lo que se escribe y se publica hoy en día en el marco continental. Si un escritor se limita a la lectura de los autores de su propio país, acaba quedando atrás: si hay autores argentinos o chilenos o mexicanos o colombianos que publican sus libros en grandes editoriales, habrá que leerlos. Si han sido seleccionados, entre muchísimos escritores, como los más representativos de su país y como los más indicados para desembarcar en los mercados europeo y norteamericano, por algo será. Hay que ver cómo escriben, cómo construyen sus relatos, cómo y en qué medida rompen con la estructura canónica planteamiento-nudo-desenlace.
— Hoy en día, la ficción en lengua española se caracteriza por algunos elementos que no se rastrean fácilmente en el panorama paraguayo; las novelas y los cuentos más logrados de la actualidad, en particular, se caracterizan por: oraciones breves, estructuras elípticas, concisión narrativa, deliberada falta de información, eliminación de todo tipo de explicación innecesaria, fragmentación.
— ¿Cuánto de eso ahí en la narrativa paraguaya que se publica hasta 2010? Prácticamente nada. Solo en la última década, en mi opinión, los escritores paraguayos están empezando a alejarse del magisterio de Augusto Roa Bastos: están alejándose de los excesos barrocos de esa prosa tan elegante, tan gongorina y –hoy– tan anacrónica.
— ¿Se quiere seguir hablando de la dictadura? Bien, pero no lo hagamos de una forma explícita. Pensemos en crear un posible fantasma que deambula por las noches por las calles de Asunción: ese fantasma es un desaparecido del régimen que no encuentra su lugar. Basta con las descripciones lineales, con las narraciones pensadas para esos finales cerrados en los que se descubre que el asesino es el mayordomo o el propio Stroessner.
— En fin, al día de hoy, debemos aceptar que los buenos textos de ficción no explican: sugieren. Solo dejan indicios que el lector tiene que reelaborar. Vuelve a ser muy actual el conjunto de reflexiones propuesto por los teóricos de la recepción: el escritor deja, de forma deliberada, unos huecos en el texto y somos nosotros, los destinatarios, los que nos vemos obligados a colaborar con él para llenar esos espacios en blanco.
El entrevistado
Giuseppe Gatti Riccardi, italiano, es doctor Europeus en Literatura española e hispanoamericana por la Universidad de Salamanca. Profesor en la Universidad degli Studi Guglielmo Marconi (Roma) y en la Universitatea de Vest de Timişoara (Rumania). Es coeditor de Cuadernos del Hipogrifo, revista digital de literatura hispanoamericana y comparada. Su investigación se centra en la narrativa contemporánea hispanoamericana, con énfasis en Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Ha publicado varios estudios sobre exponentes de la literatura sudamericana.
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