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Opinión

Profesionales salvaguardando nuestro capital natural

Alberto Yanosky.

Alberto Yanosky.

Pasó una fecha importante para nuestra supervivencia, y casi fue desapercibida por la población. Recordamos siempre a varios profesionales que velan por nuestra salud, por nuestro bienestar, aunque esos profesionales medio policiacos, medio educadores, medio cuidadores, medio contralores, medio bomberos, medio investigadores, entre muchos otros elementos de la definición de funciones, que conocemos como guardaparques o guardabosques. Estos son profesionales, que se dedican a cuidar el patrimonio natural y cultural del país incorporados en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinasip). No está bien referirnos a ellos como guardabosques, ya que estos profesionales no están solamente formados y a cargo de los bosques, sino de otros ecosistemas como los pastizales, los humedales y las diferentes comunidades naturales que albergan las áreas protegidas.

Lo cierto es que cada 7 se febrero recordamos el Día Nacional del Guardaparque en conmemoración a los valientes colegas que fueron asesinados en su labor: Rumildo Toledo, Artemio Villalba y Bruno Chevugi. Y es así, ellos han dado la vida por la valiosa tarea que llevan a cabo, para salvaguardar nuestro patrimonio natural. Estos sucesos nos marcaron profundamente y, por eso, reafirmamos anualmente nuestro compromiso moral de apoyarlos, reivindicando su valioso trabajo.

Esto sumó esfuerzos para que se promulgase la ley que asegura el trabajo digno de los guardaparques, a través de la modificación de cinco artículos de la Ley 352/94 “De Áreas Silvestres Protegidas”. Con esta modificación, los trabajadores no solo de las áreas silvestres de dominio público, sino también de las privadas y las que están a cargo de binacionales, podrían lograr mejores condiciones y herramientas de trabajo. Este tipo de tarea pendiente fortalecerá la noble labor que cumplen, entre otras, para la protección y conservación del capital natural, y que se espera se implemente en consecuencia y así comenzar a echar por tierra esa mala práctica de tener un cuerpo legal riquísimo y una desaprobada y deficiente reglamentación y operativización de ese cuerpo legal.

El trabajo de un guardaparque no solamente se basa en representar la primera línea de defensa de nuestros recursos naturales y culturales, sino que también proporcionan conocimiento a los visitantes a través de la interpretación ambiental y realizan monitoreos de biodiversidad enriqueciendo el conocimiento de las áreas protegidas. Adicionalmente tiene que solucionar cuestiones de combate a incendios, control y monitoreo de acciones específicas como el manejo de la vida silvestre y las investigaciones que se llevan a cabo en las áreas protegidas. Estos diferentes roles son poco reconocidos en el país. Los guardaparques son personas multifacéticas y comprometidas que arriesgan día a día sus vidas en la lucha por una causa más que justa. Sin ellos, pensar en conservación de espacios naturales y culturales sería una causa perdida y sin rumbo fijo.

La necesidad de fortalecer las áreas silvestres protegidas del Paraguay es imperiosa y para eso es necesario también fortalecer las capacidades de los guardaparques, aumentar el plantel para hacer frente a las amenazas y darle el debido lugar por su loable labor. Dependiendo de las cifras que veamos, este sistema nacional conserva un rango que va del 3,5 al 25 % del territorio nacional. Hagamos un cálculo de cuántos guardaparques deberíamos estar financiando para asegurar la perpetuidad de la conservación de los recursos. Se han hecho inversiones en el sistema que dejan mucho que desear, entre ellas, el análisis de brechas financieras, el manual de guardaparques, invirtiendo montos millonarios que quedan en documentos de dudosa calidad y aún aquellos que han sido bien elaborados, forman pilas de papeles que juntan polvo, o se han perdido en los archivos electrónicos, sin ningún seguimiento.

La innovación deber regir la gestión en las áreas protegidas, tomando como principal pilar a su gente, los guardaparques. Nos urge involucrar tecnología e innovación para fortalecer las debilidades que se tienen en la gestión de las áreas protegidas y deben dejar de considerarse lugares remotos, inalcanzables para pasar a formar parte de la vida de la gente del país, las áreas deben ser destinos y productos turísticos, los atractivos naturales deben ser parte de la generación de heredará estos sitios. Seguramente, una alternativa es una nueva institucionalidad que priorice a las áreas protegidas y al guardaparque le dé la autoridad y consecuente respeto que se merece.

Estoy convencido de que esto se logra buscando una “descentralización” de la gestión, invitando al sector privado a su interacción y aprovechando las alianzas público-privadas. Imagino una institución profesional, de carácter permanente y en dependencia jerárquica del órgano del Poder Ejecutivo encargado de la seguridad y promoción de las Áreas Protegidas, que interactúe en un mismo nivel jerárquico con otros Ministerios que ayuden al cumplimiento de su misión. Un instituto quizás que tenga una institucionalidad similar a la de la Policía Nacional, y donde “el guardaparque” tenga la investidura que tiene un Policía. Soñar no cuesta nada, levantar desavenencias e incumplimiento es relativamente fácil cuando no se está dentro del sistema, pero avizorar soluciones y comprometerse con su cumplimiento es quizás una de las tareas más difíciles, a menos que se esté convencido de que aquí se juega la sostenibilidad ambiental, social y económica del Paraguay.

 

Se agradece la colaboración de Tatiana Galluppi.

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