Opinión
La inversión del salario emocional
Comencemos esta columna pensando en la importancia del trabajo en nuestras vidas y para qué nos vamos a trabajar.
Pasamos mucho tiempo invirtiendo en estudios y especializaciones con el fin de acceder a mejores puestos, mejores salarios y a una mejor posición social; pero nadie avisó que existe otro tipo de salario que es el emocional: el que engloba las satisfacciones no económicas que nos aportan las ganas para seguir progresando y armando pequeñas glorias laborales.
A veces culpamos al exceso de trabajo, con la pérdida de concentración y motivación, pero realmente hay datos que indican que la mayoría de los casos de estrés no pasan por la fatiga física y mental, sino por el escaso salario emocional y eso contribuye a una cadena de sensaciones que comienzan a aportar a un clima laboral pobre de emociones”.
El salario emocional tiene un grado de influencia sobre los trabajadores, pero es imposible de cuantificarlo. Esa influencia es indiscutible, pero si consideramos una emoción por la remuneración económica, esta tendrá hasta 4 meses de entusiasmo, y sigue siendo así salario emocional el que toma la posta para estar cómodo en el lugar de trabajo. Hay cosas que en las instituciones o empresas no van a ser cambiadas, como, por ejemplo: el lugar, las personas, las tareas; en cambio, hay otras cosas que sí las podemos cambiar, cosas que dependen de nosotros y que las podemos realizar.
Para cambiar este enfoque deberíamos tomar algunas variables, como nuestros pensamientos que pueden ser intrusivos y desmotivadores. La clave es tomar en cuenta estas variables como nuestras ambiciones: dónde queremos llegar y enfocarnos a eso. Al actuar sobre estas variables hará subir considerablemente ese salario emocional que tanto queremos ganar, ese cambio de pensamiento creará estados de ánimo, de esperanza, un estado de alerta motivacional, y así, la práctica de pensamientos o actitudes positivas, logra que el cerebro segregue sustancias adecuadas que combatan los pensamientos intrusivos y la persona adquiera una cuenta con salario emocional más allá de la cuenta bancaria.
Sabemos que la formación de círculos virtuosos que parten de pensamiento positivo es una tarea que puede parecer larga e imposible de hacer; pero, así también el mismo tiempo de inversión que tenemos en estar en un proceso de negación constante, podríamos cambiarlo e invertir el tiempo en la práctica de este pensamiento y la aplicación de sus variables. No cuesta nada y la ganancia es mucha; además, evitamos el desagradable ejercicio de aguantar donde estamos para ganar un dinero que nos permita sobrevivir.
Este salario (emocional) tiene un solo pagador, nosotros mismos, y no es menos importante plantearse con quiénes vamos a compartir estas ganancias. El solo pensar que existirá un futuro mejor ya estamos procesando el cambio y depositando este salario en nuestra cuenta personal llamada bienestar.
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