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Pequeña, inofensiva y de sabrosa miel, el yateí

Creo que uno se debate entre que sus hijos sean parecidos a uno, pero mejores, o que se diferencien lo suficiente, pero cuando crees que tus hijos no tienen pasión exactamente por lo que a uno le apasiona es que se siente un poco de decepción, hasta que ocurre algo fantástico como lo que me pasó este fin de semana pasado. Mi hija menor comenzó a “observar detenidamente” la naturaleza y vio cosas que nunca había visto, y fueron tres grandes hallazgos, dos abejas melipónidas que confundió con otros insectos y unas estructuras extrañas que no sabía de qué se trataban. Esto, sumado a su insistencia de poner un pino en el parque a pesar de no ser nativo (exótico), me mantuvo ocupado. Gracias a Tamara por llamar mi atención a temas de los que aún no había hablado.

Lo que Tamara había descubierto era un tubo en el tronco de un árbol por donde estaban muy activas unas “mosquitas” amarillas. Tamara había descubierto un nido de una abeja nativa, una melipónida. Las abejas nativas de Paraguay no tienen aguijón, el colega Bolívar Garcete, a quien gentilmente le agradezco, identificó a esta especie como Tetragonisca fiebrigi, un nombre difícil para nuestro conocido “yateí”. A esta abeja sin aguijón se la conoce también como rubito o gold pin, y la compartimos con Argentina, Bolivia y Brasil.

Lo que vio Tamara y está reflejado en las fotos y el video, es la entrada al nido, por tubo, construido con cerumen y de paredes finas. Lo que se puede encontrar dentro, son nidos de cría horizontales o helicoidales, en donde también hay celdas reales. Siempre los nidos son en cavidades de árboles, paredes o en el suelo, con cámaras de cría en forma de espiral o agrupadas, “almacenes” de polen y miel en cera o resina, y con una entrada pequeña que dificulta el acceso a los depredadores.

Estas colonias pueden tener de 2000 a 5000 abejas; y sin embargo, no son agresivas pero podrían pellizcar la piel o enredarse en los cabellos, pero no es un comportamiento que motive al resto, si ocurra colectivamente; de hecho es ocasional y breve. Entre ellas se comunican con señales químicas y visuales, por ejemplo, para indicar la ubicación de las diferentes fuentes de alimento.

La organización social de estas abejas es única, sus colonias están jerárquicamente organizadas, con una reina, obreras y machos. La reina tiene a cargo la reproducción, las obreras construyen el nido, recolectan néctar y polen, cuidan la colonias y las crías; mientras que los machos solo tienen un fin, la reproducción.

El yateí o jatei produce una sabrosa miel que la destaca en el mercado, y también se ha desarrollado tecnología para su cría. Varios elementos de la fauna buscan esta miel, así como los humanos también. Se le atribuyen muchas propiedades medicinales y fuentes nutritivas.

Tiene un valioso papel como polinizador, permitiendo así la reproducción de muchas plantas, no solo las nativas, sino también muchas plantas domesticadas, cultivos y plantas de nuestros jardines. El rol del yateí como polinizador es clave ya que contribuye con la diversidad genética y la producción de semillas y frutos, lo que es crucial no solo para los ecosistemas naturales sino también los cultivos. La presencia del yateí en un ambiente, permite mantener el equilibrio ecológico y evita que solo una especie de plantea domine una comunidad natural. Pero a su vez, está sufriendo disminuciones poblacionales debido al uso de agroquímicos, con informaciones de lugares en donde ya hace algunos años que no se ven más yateís. La falta del yateí en el ambiente, el no encontrarlo es un claro indicador de desequilibrio natural, contaminación y pérdida de biodiversidad.

Una vez más agradecido a Tamara que descubrió el nido y el apoyo en la identificación a Bolivar.

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