Nacionales
La defensa del territorio: la calandria urbana
Calandria real (Mimus triurus). Foto: José M. Paredes.
En estos días fuimos parte de muchas noticias, comunicados e intercambios a través de redes sociales sobre una calandria que atacaba a las personas. Si bien entiendo que no es nada agradable que un animal te agreda al paso, también es cierto que debemos ser un poco más inteligentes y sabios, y que si queremos más naturaleza a nuestro alrededor, más verde y más vida, también debemos cambiar ciertos comportamientos nuestros y actitudes para poder convivir con esa biodiversidad que nos hace tan bien. Si enriquecemos nuestro entorno con plantas, seguramente lo hacemos con variadas intenciones, entre ellas atraer aves como los picaflores o mainumby, aves que nos encantan y nos emocionan. Pero también es cierto que las mismas plantas que pueden atraer a estas aves, seguramente van a atraer abejas con las cuales deberíamos ser más cuidadosos, a pesar de la importancia en su ambiente.
Las calandrias pertenecen a una familia que se las conoce con el nombre de mímidos, un grupo de aves muy llamativas por su voz y su capacidad de imitar a otras aves e inclusive otros sonidos del ambiente. Pariente del ruiseñor, otra ave que tiene un canto muy melodioso. En nuestro ambiente existen dos especies de calandrias y se las conoce bien por el típico movimiento que hacen con su cola. Las calandrias no son aves agresivas; sin embargo, como toda ave, va a defender su territorio, ya que allí tiene a su pareja, su nido, sus pichones, o sencillamente porque allí tiene la fuente de alimentación. Lo que sí es evidente es que esta ave, como muchos otros animales, se lanzarán sobre una posible amenaza, que ingresa o amenaza su territorio, pudiendo ser la amenaza real o ficticia. Si pasamos cerca de un lugar donde tiene su nido y está incubando sus huevos o criando a sus pichones, seguramente se va a lanzar contra la persona (o animal, otra ave o un perro) a su paso. Imaginemos la decisión que toma un ave para defender lo suyo, enfrentarse a algo gigantesco. Es como si nosotros nos enfrentásemos a algo que tiene cinco toneladas de peso y unos 23 metros de altura, haciendo una relación entre longitudes y tamaños. Díganme si hay que tener coraje y valentía para enfrentarse a semejante amenaza.
Las calandrias son un grupo de aves que se ha adaptado de alguna manera a vivir en relación con la especie humana, ha adaptado sus costumbres y utiliza nuestras infraestructuras tanto en la ciudad como en el campo. Es común verlas posadas en el campo sobre los postes, alambrados y tranqueras. Nosotros deberíamos hacer lo mismo, adaptarnos a convivir con ellas y respetar algo de lo que su información genética les dice, qué tienen que hacer, ya que nosotros como humanos tenemos mayor capacidad de adaptarnos. Las calandrias son aves melodiosas y vistosas, nos hacen bien al espíritu, aportan tranquilidad a nuestras vidas, y por ello es clave que también sepamos cómo adaptarnos a la convivencia. Si ellas defienden su nido o su territorio, hay una razón clara que deberíamos poder
entender; no obstante, siempre existen opciones para que podamos evitar, o al menos reducir, la respuesta agresiva por parte de estas aves.
Es altamente probable que la reacción del ave se deba a la existencia del nido, de una hembra a la que está cortejando, a su área de alimentación, o sencillamente nada de esto, pero nuestra forma de presentarnos y acompañarnos, por ejemplo, con ropas muy vistosas o brillantes, o porque tenemos movimientos muy bruscos, o estamos con mascotas que son muy inquietas. Si es un tema de nido, lo más importante es mantenerse alejado del mismo hasta que sus pichones vuelen. Las calandrias tienden a ser más protectores y agresivos con la ropa brillante o muy llamativa, así que una forma de reducir esta agresión es usar colores más neutros o pálidos para parecerles menos amenazantes cuando estemos cerca de ellas. Hay que moverse con calma y lentamente al acercarnos a ellos y lo mejor es mantenerse alejado, pero también algunas familias han creado opciones para alimentación de estas aves con comederos artificiales que permiten la familiarización con los humanos y reduce la necesidad de búsqueda de alimento. Si realmente descubrimos que son los colores brillantes, colgar algunos de estos elementos para fomentar su acostumbramiento y reducir las amenazas a otras personas puede ayudar.
Seamos conscientes de que los ataques no son comunes, y si ocurren es porque independientemente de la variabilidad de comportamientos que pueden tener individuos de la misma especie, como la calandria, están percibiendo una amenaza, y defienden su territorio. Puede ser una amenaza real o una percepción de amenaza, y como sabemos en nosotros mismos, la respuesta al miedo también puede ser una de las razones. Lo mejor es alejarse y dejarlas tranquilas, facilitar los mecanismos para que puedan desarrollar sus comportamientos lo más naturalmente posible, y nosotros comprender y apreciar la increíble adaptabilidad y el papel que cumplen estas aves en el equilibrio ecológico, sencillamente para evitar ser atacado, déjalo tranquilo y aléjate de sus territorios.
Agradezco el apoyo de Tatiana Galluppi y las bellas fotos muy ilustrativas de las dos especies de calandrias que gentilmente nos comparte José M. Paredes. A ambos mis reconocimientos.
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