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Epífitas obligadas o de preferencia epífitas

Peperomia cubriendo la superficie del tronco. Foto: Alberto Yanosky.

Peperomia cubriendo la superficie del tronco. Foto: Alberto Yanosky.

Acabo de volver del campo con un equipo profesional altamente especializado y comprometido con el estudio y la conservación de la biodiversidad, y en nuestras tareas de campo relevando “la vida” y su estado de conservación, me encontré nuevamente con plantas epífitas en pequeños remanentes de bosques en una zona mayormente de pastizales y sabanas. Y si bien escribí sobre epífitas y parásitas hace más de dos años, quiero volver a escribir ya que emociona encontrar estas plantas viviendo sobre otras, ganando ventajas de esa relación, y también ornamentando nuestro mundo. Es que no puedo dejar de fascinarme por estas plantas que viven sobre troncos y ramas, que utilizan otras plantas a modo de colchón para desarrollarse. En esta oportunidad recorríamos ciertos ambientes de cañadones con helechos arborescentes en zonas de remanentes de bosques que me recordaban al Jurásico, imagino que ese tipo de lugar debe haber utilizado cierta película muy conocida para ambientarse, y solo faltaban los dinosaurios. Y recorríamos porque parte clave de esta fascinación por las plantas va de la mano de Fátima Piris da Motta, a quien estoy tan agradecido, porque juntos podemos disfrutar de toda esa belleza, y además de asegurar de no cometer errores a la hora de saber de qué especie se trata.

Aechmea en el helecho arborescente, ver arriba y a la izquierda. Foto: A. Yanosky.

Estas observaciones se hacen en vísperas de una charla que deberé dar en un diplomado de una Universidad que me invita a relacionar la naturaleza “natural” con la naturaleza “creada por el hombre”, como son los jardines. Y espero poder compartir estas bellezas naturales que podrían estar aportando ideas a quienes hacen jardines sobre lo que la naturaleza nos enseña, lo nuestro, lo autóctono y la intrincada red de relaciones entre las plantas; y es que en una pequeña porción de ese cañadón cerca de San Pedro del Paraná, encontré cuatro plantas epífitas que aquí ilustramos, por un lado dos que considero que son epífitas obligadas, ya que no se las encuentra “sueltas” en el piso, sino siempre sobre troncos y ramas, y ellas son la Peperomia y el Rhipsalis. Hay varias especies de Peperomia que pertenece al grupo de las piperáceas, y de Rhipsalis, que son cactus mayormente sin espinas, pero la delicadeza de estas especies es muy llamativa, por un lado un colchón de hojas brillantes que cubren el tronco o un conjunto de segmentos, también de un color muy llamativo que van cubriendo la corteza.

Cactus sin espinas conocido como Rhipsalis. Foto: Alberto Yanosky.

Por otro lado, dos plantas también epífitas pero que también se las puede encontrar en el suelo, una de ellas es un caraguatá, pariente silvestre de la piña o ananá, conocida como Aechmea y otra que es un helecho, muy vistosa de por sí, conocida como Asplenium. La Aechmea es una bromelia que se la puede encontrar sobre las ramas o troncos, inclusive en los costados, y es una fuente de agua casi a lo largo de todo el año ya que lo alberga en la base de sus hojas, que muchos animales, como los coatíes, hábilmente arrancan para comer la parte tierna y beber el agua. También en estos microhábitats se encuentran pequeños anfibios, que se reproducen allí por la abundancia del agua para poner sus huevos y que crezcan sus larvas. Ahora ya sabés que, si estás en el bosque y no tenés agua, en los caraguatás podrás encontrarla. Por otro lado, el helecho Asplenium muchas veces se confunde con otras plantas, pero por ser helecho buscamos sus esporas (en el envés de sus frondas u hojas) o miramos cómo se desarrolla la hoja cuando empieza a crecer (se desenvaina). Ambas especies pueden encontrarse en el suelo, creciendo sobre la hojarasca por lo que las considero epífitas no obligadas. Evidentemente, las condiciones sobre otros sustratos, otros “suelos” como lo son las ramas o troncos, les brindan todo lo que necesitan para desarrollarse.

Helecho Asplenium sobre el costado de un tronco. Foto: A. Yanosky.

Estas cuatro especies de la flora nativa son en algunos casos recursos fitogenéticos claves como el helecho Asplenium o el caraguatá Aechmea ya que se los comercializa, se los reproduce y tiene un valor en el mercado como plantas ornamentales, y además son nuestras, son nativas por lo que están adaptadas a estas condiciones ambientales, y seguramente brindan hábitat para muchas especies nativas, no solo anfibios como ranas, sino seguramente varias especies de insectos, arácnidos y otros. En el caso de las otras dos especies epífitas, como el cactus Rhipsalis o la Peperomia, rara vez se las utiliza como ornamentales, y sin embargo tienen un gran potencial, independientemente del valor que puedan tener para la medicina o la nutrición, tienen un valor para la ornamentación y la adecuación de espacios. No quisiera incentivar la cosecha en vida silvestre sin que exista un manejo adecuado que nos permita extraer sin riesgos para la conservación de las poblaciones o las especies, pero sí, me gustaría invitarlos a mirar más la naturaleza y ver todo lo que está ahí para nuestro goce, y poder hacer que también puedan acercarse más a nuestras vidas en la ciudad, ornamentando nuestros jardines y ambientes naturales, con ejemplares que provengan de la producción en sistemas controlados.

Gracias una vez más a Fátima por sus enseñanzas.

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