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Sobre otros que pinchan, los cardos

Carduus acanthoides L. Foto: Nélida Soria

Carduus acanthoides L. Foto: Nélida Soria

Ya vimos que existen muchas adaptaciones en las plantas para hacer frente a diferentes circunstancias, como el clima, la depredación, el ahuyentar a seres indeseados, entre otros y una de estas adaptaciones son las espinas, sobre las que hemos hablado en diferentes oportunidades y en un reciente artículo combinábamos los cactus y nos referíamos a los cardos, que en la Europa antigua habían estado relacionados vernáculamente. Hoy sabemos que los cardos en sí, representados en nuestro medio algunas especies y en particular en las pampas o pastizales por Carduus y en particular el exótico (alógeno) cardo común Carduus acanthoides pertenecen a la familia de las asteráceas. En una referencia a las asteráceas del Paraguay, Nélida Soria me compartía unas imágenes del sur del país sobre esta especie. Ella la ha colectado y nos comenta que está trabajando en la distribución de las asteráceas para el Ñeembucú. Y yo, encontrándome por las pampas, recordaba las diferentes especies de cardos y las utilidades que se les daba, siendo los cardos parte de mi infancia en el campo.

Tanto este cardo común fotografiado por Nélida Soria como los cardos secos fotografiados por mi en las pampas argentinas adornan y colorean el paisaje, en este caso de lila o violeta, pero son elementos que en la vegetación no pasan desapercibidos. Son coloridos, vistosos y además se defienden con muchas espinas al contacto con la planta. Como me dijo Nélida Soria, “mírame y no me toques”.

Carduus acanthoides L. Foto: Nelida Soria

Carduus acanthoides L. Foto: Nélida Soria

El término “cardo” se utiliza históricamente y en la actualidad con mucha frecuencia tanto en las Américas como en la Península Ibérica para designar a plantas herbáceas espinosas pertenecientes a especies de las asteráceas y para un grupo particular (conocida como la tribu Cardueae). Parece que esta planta que suele formar tapices extensivos se ha adaptado muy bien a nuestros pastizales naturales o pampas, en particular donde se practicó la agricultura y la ganadería, y en terrenos abandonados. Parece que esta especie fue introducida por los primeros colonizadores europeos y a partir de allí se extendió en las pampas y pastizales naturales compartidos entre Argentina, Uruguay, Sur de Brasil y Paraguay. Las asteráceas (Asteraceae) también se llaman compuestas (Compositae); el nombre de asteráceas tiene relación con la forma de estrella que tienen sus flores. Todas estas especies son generalmente muy abundantes y de importancia ecológica y económica.

Llamativamente, una planta exótica e invasora como el cardo tiene tanta presencia y tanta importancia, originalmente del viejo continente, hoy se encuentra casi naturalizado en nuestros pastizales en las Américas y también ha conquistado Australia, y parece dar algunos dolores de cabeza ya que se dispersa rápidamente y es difícilmente controlable. El cardo negro es quizás una de las más conocidas en los campos ya que fuera de su origen en el viejo continente, en las Américas se comporta como invasora y se la considera una maleza. Las ramas secas de los cardos que incluyen tronco y flores son un excelente material combustible, utilizado para encender y mantener el fuego por la gente de campo, según me comentaban mis padres, seguramente alguna práctica habré visto en mi infancia con mis abuelos. También el cardo es comestible y lo veía expuesto en algunas fruterías y verdulerías, si bien nunca probé los cardos. Parece que las hojas son altamente comestibles, imagino que hervidas ya que con esas espinas difícilmente puedan ser palatables. Después de todo si nos comemos las tunas o cactus, también podríamos comernos otras plantas siempre y cuando seamos capaces de evitar las espinas. Recordemos que la flor nacional de Escocia es un cardo, así que para los escoceses debe tener un significado aún mayor.

Cardo bonaerense con ramas y flores secas pero hojas verdes en su base Foto: Alberto Yanosky.

Cardo bonaerense con ramas y flores secas pero hojas verdes en su base Foto: Alberto Yanosky

El cardo o algunos otros “cardos” parecen tener propiedades medicinales y por ello se lo llama cardo bendito o cardo santo, y es común su uso en condiciones campestres formando parte del acervo cultural. En nuestro medio, cardo también se usa para lo que conocemos como karaguata o caraguatá, que pertenecen a la familia de las bromeliáceas. Conocida es la localidad paraguaya Caraguatay, distrito del Departamento Cordillera, a unos 90 km de la ciudad capital, y este nombre se traduce como lugar donde abundaba el cardo, pero no hace referencia al cardo Carduus sino al cargo karaguata, una especie muy emparentada con la piña o el ananá.

En un reciente estudio sobre los cardos, su introducción y su historia a partir de la colonización europea indica que son varias las especies que se conocen como cardos y que tienen fines medicinales y alimenticios, en particular durante el período colonial y que luego fueron incorporados en la cultura asociada a las reducciones jesuíticas, algunas de ellas introducidas en las huertas y chacras, y posiblemente luego se fugaron de estas condiciones para comenzar a ocupar espacios en la naturaleza.

Sea como fuere el cardo es un ejemplo más de la biodiversidad, de la capacidad de adaptación si se dan las condiciones de temporalidad y hábitat apropiado, sirviendo también al ser humano en sus diferentes actividades. Agradezco a Nélida Soria por las fotos y compartir sus conocimientos, una foto de un cardo, de pronto, me hizo recordar muchos gratos momentos de mi infancia, y hoy quise combinarlo con algo del conocimiento tradicional y científico que tenemos sobre los cardos.

Detalle de la inflorescencia seca. Foto: Alberto Yanosky.

Detalle de la inflorescencia seca. Foto: Alberto Yanosky

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