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Biden se vuelca con los sindicatos para retener el voto trabajador en las legislativas
Joe Biden. Foto: El País
El presidente participa en actos con trabajadores en Milwaukee y Pittsburgh para celebrar el día del Trabajo.
Donald Trump ganó las presidenciales de 2016 gracias a su victoria por un escaso margen en tres Estados tradicionalmente demócratas (Pensilvania, Wisconsin y Michigan) que forman parte del llamado cinturón del óxido de Estados Unidos, donde se concentraba la industria pesada. Convenció a esos votantes desencantados por el cierre de fábricas, la pérdida de empleo industrial y el deterioro de sus condiciones laborales. Joe Biden recuperó los tres en 2020 y a dos meses de las elecciones legislativas de mitad de su mandato ha decidido volcarse con los sindicatos para retener a sus votantes. “No estaría aquí sin los sindicatos”, ha dicho en Milwaukee (Wisconsin) este lunes.
Estados Unidos celebra el primer lunes de septiembre su día del Trabajo y este año Biden hará doblete de actos públicos con los sindicatos en Milwaukee y Pittsburgh (Pensilvania). En Milwaukee participa en un festival local que organiza el ayuntamiento de la ciudad junto con los sindicatos. En Pittsburgh interviene por la tarde en un acto del sindicato de trabajadores del sector del metal, en lo que será su tercer acto en el Estado en una semana.
El lema que ha elegido Biden para esos actos es “celebrar el Día del Trabajo y la dignidad de los trabajadores estadounidenses”. Biden ha decidido apoyar el movimiento sindical en un momento en que ha sufrido el acoso por parte de algunas grandes empresas, como Starbucks o Amazon. “Desde el principio dije que sería el presidente más favorable a los trabajadores y a los sindicatos de la historia de Estados Unidos y estoy cumpliendo esa promesa”, ha señalado Biden este lunes en Milwaukee. “La clase media construyó estados Unidos, pero los sindicatos construyeron la clase media”, ha afirmado y se ha deshecho en halagos a los asistentes: “Sois los trabajadores mejor formados del mundo y tenéis que ser tratados como tales”.
El presidente ha presumido de sus logros legislativos: la ley de infraestructuras, la que fomenta la fabricación de microprocesadores y la de reducción de la inflación, principalmente. Ha contrapuesto su propuesta de mayores impuestos a las grandes empresas y de rebaja de los precios que cobran las grandes farmacéuticas, con la de los republicanos, que votaron en contra de su plan estrella.
“Mi programa económico es un proyecto único en una generación para reconstruir Estados Unidos, superar a cualquier otra economía del mundo y crear miles de puestos de trabajo bien remunerados y de fabricación limpia. Pondremos a trabajar a fontaneros, fontaneros, electricistas, trabajadores del acero y muchos otros en una serie de proyectos, desde la reconstrucción de nuestras infraestructuras hasta la fabricación de semiconductores, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y paneles solares. Muchos de estos puestos de trabajo serán empleos sindicales”, ya señaló el pasado viernes en la declaración en que oficialmente se declaraba este lunes como Día del Trabajo.
Más poder sindical
En los dos actos de este lunes, Biden está acompañado por Martin Walsh, secretario de Trabajo, antiguo presidente de un sindicato y miembro de un sindicato con carné. El presidente de Estados Unidos quiere fomentar la sindicalización y la negociación colectiva y promueve una ley para flexibilizar, facilitar y agilizar los requisitos para que los trabajadores se sindiquen, aunque no tiene mayoría para desbloquearla.
“Solo cuando todos los trabajadores tengan una voz fuerte en sus salarios, beneficios y tratamiento del trabajo, podremos empezar a cambiar cómo valoramos su trabajo. Únicamente entonces podremos empezar a recompensar el trabajo y no solo la riqueza”, sostiene el presidente. “Siempre me acuerdo de algo que me decía mi padre: ‘Un trabajo es algo más que un sueldo: es dignidad y respeto”, añade.
Ataques al trumpismo
Un seguidor de Trump ha intentado reventar el acto, siendo abucheado por los presentes y escoltado fuera. “Todo el mundo tiene derecho a ser un idiota”, ha dicho el presidente. Biden ha repetido algunos de los argumentos que viene usando en las últimas semanas contra los trumpistas más extremos que, según sostiene, ponen en peligro la democracia. Ha planteado las elecciones de nuevo como “una batalla por el alma de la nación”. Ha criticado a quienes aún hoy defienden el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 o lo presentan como una manifestación pacífica. “En este momento, los demócratas, los republicanos normales y los independientes, tenemos que ser más fuertes y más decididos y más comprometidos para salvar la democracia estadounidense que los republicanos MAGA que están destruyendo la democracia”, ha dicho este lunes en referencia a las siglas de Make America Great Again, el lema de Trump.
Biden ta calificó a Trump abiertamente de amenaza para la democracia en un discurso en Filadelfia el pasado jueves. El sábado, Trump le contesto que “el enemigo del Estado” era Biden. El enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre ambos puede marcar las próximas elecciones.
Más allá de sus convicciones sindicales, lo que lleva a Biden a Pensilvania y Wisconsin es su importancia en las elecciones del 8 de noviembre, en las que se eligen 35 de los 100 senadores y toda la Cámara de Representantes. Están en juego 21 escaños que ahora ostentan los republicanos y 14 de los demócratas, pero solo hay siete u ocho verdaderamente competitivos, pues en los otros las mayorías de uno y otro partido son claras.
Los republicanos tienen sus ojos puestos en Arizona, Georgia y Nevada, principalmente, donde peligran los actuales sillones demócratas. Para los demócratas, Wisconsin y Pensilvania son los únicos Estados donde les bastaría con repetir los resultados de 2020 para robarle un senador a sus rivales. En gran medida, el control del Senado pasa por esos Estados. Si los demócratas consiguen conquistar los dos, sería muy difícil que perdiesen el control de la Cámara Alta, la más poderosa en Estados Unidos.
En Pensilvania las cosas pintan bien en las encuestas para los demócratas, pues su candidato, John Fetterman, se percibe como más auténtico y local que Mehmet Oz, a quien incluso muchos republicanos consideran un paracaidista. En Wisconsin las cosas están más difíciles, pero el partido confía en la movilización de los electores por el aborto y por el protagonismo que ha adquirido el expresidente Donald Trump en campaña. Los candidatos tampoco quieren aparecer como demasiado identificados con Biden, conscientes de que aunque haya repuntado, su popularidad es baja, principalmente por la inflación, algo que afecta especialmente a los trabajadores, sean de sindicatos o no.
Fuente: El País.
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