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Peggy Wilson-Smith Petersen: “Mis hijos son mi felicidad”

En una conversación repleta de recuerdos, Peggy Wilson-Smith Petersen, madre de seis hijos, le cuenta a Bruno Masi sobre su vida.

Peggy Wilson-Smith Petersen de Domínguez Dibb, junto a Bruno Masi. Foto: Gentileza BM Online

Peggy Wilson-Smith Petersen de Domínguez Dibb, junto a Bruno Masi. Foto: Gentileza BM Online

En medio de una conversación repleta de recuerdos en común, Peggy Wilson-Smith Petersen, madre de seis hijos, le cuenta a Bruno Masi sobre su vida. Aquí esa entrevista.


Peggy Wilson-Smith Petersen se casó con Osvaldo Domínguez Dibb –emblemático dirigente del Club Olimpia- hace 58 años, después de 4 años de noviazgo. Se conocieron en una competencia deportiva en Brasil –donde él hacía básquet y ella atletismo- y desde entonces están juntos. “Nunca más me soltó. Estuvimos juntos a sol y sombra”.

De ese matrimonio nacieron seis hijos: Julio Osvaldo, Diana, Astrid, Alejandro, Cristian y Emilio. “Siempre estamos todos, como kavichu’i”, cuenta, mostrando un sentido del humor que va dejándose ver durante toda la entrevista.

Bruno cuenta que veía a Peggy caminar ágilmente por la calle España. Ella manifiesta que tiene esa afinidad con los deportes desde siempre. Hacía atletismo y jugaba al tenis.

“Supongo que se trae en la sangre. Yo fui atleta en el colegio y en la universidad. Competía antes y me gusta. Todavía me ejercito en casa. Tengo una trainner y camino. Me dedico a eso de 8:00 a 10:00. Hice esto toda mi vida”, menciona Peggy.

Noruega es la madre patria de su mamá e Inglaterra es el país de su papá. Ella es Petersen y él Wilson-Smith.

LA MATERNIDAD
-¿Qué significó para vos, Peggy, ser madre?

-Para mí ser madre me cambió la vida y es el mejor regalo que me pudo haber dado Dios. En realidad, tuve diez embarazos (algunos no llegaron a término), pero los diez hubieran sido muy queridos. Yo era tan feliz con ellos (mis hijos) que sufría cuando no estaba permanentemente con ellos.

-¿Sos madre también de tus nueras?

-Sí, me llevo muy bien con mis nueras. Todas son excelentes. Mientras le hagan felices a mis hijos, cuentan conmigo.

-¿Cómo es el proceso? Porque no se aprende en una universidad cómo ser madre.

-Yo no tenía la más remota idea de cómo manejar a una criatura y tampoco me interesaba porque ese instinto maternal que sienten las mujeres, yo no lo tenía. Pero cuando nació mi bebé, como una leona me aferré a él, aunque no sabía qué hacer con él. Metí la pata no sé cuántas veces.

-¿En qué aspectos metiste la pata?

-Salía por ejemplo y no llevaba ni su agua, ni su pañal ni nada. Alzaba a la criatura y nos íbamos. Mi suegra me enseñó mucho. Ella también tuvo seis hijos. Después por el camino aprendí.

-¿Qué te decía tu suegra?

-En su caso era su primer nieto y de su hijo varón, que para los árabes es muy importante. Se dedicó a él. Me cubría.

LA FAMILIA
-¿Qué es lo más importante en un seno familiar? Porque la madre es la madre, es la matriz, de ahí el nombre. Todos nacemos del útero de la madre.

-Ese rol que vos decís, no me lo quita nadie ante mis hijos, porque yo soy su mamá. Soy posesiva.

-¿Qué tipo de valores trataste de inculcar a tus hijos?

-Los mismos valores que me inculcaron a mí. La honestidad, no decir mentiras. Atenerse al horario, ser respetuosos con los mayores. Esas cosas sencillas, pero que hay que enseñar porque forman para el día de mañana. Ellos ahora aplican más o menos las mismas costumbres y los buenos modales. Todas esas cosas que se aprenden en la casa, no en el colegio.

-Esto que pasó con este niño de 6 años, ¿qué debería hacerse para que no vuelva a ocurrir?

-A mí me tomó tan de sorpresa, pero no creo que sea un caso aislado. Así como están las cosas y creo percibir, pudo haber pasado en cualquier momento. Es un tremendo descuido, pero ¿quién está preparado para eso?

– ¿Qué le dirías a la madre de ese chico, poniéndote en su lugar?

-Yo le tengo una inmensa pena, pero le admiro porque tuvo el valor de denunciarlo. Porque, repito, no creo que sea un caso aislado, solamente que se tapa. Pienso que los seres humanos, a veces por proteger a sus hijos, hacen eso. Ella tuvo el valor de denunciar el caso y merece el respeto de la sociedad. Quería aprovechar para darle mi fuerza y mi admiración a esa familia que está pasando por ese momento que va a marcar un antes y un después. En lo que yo pueda ayudar, aquí estoy.

-¿Antes había más principios, se valoraba más la familia o está todo igual?

-Yo no soy quién para juzgar a nadie. Pero sí, los valores básicos, en muchos hogares han dejado de ser transmitidos. Yo creo que es importante que la familia sea más unida. Ahora se toma con un poco de ligereza el sentido familiar. Se deshacen con facilidad y se vuelve a hacer otras familias. A mi criterio, eso no mejora la calidad de la educación de un niño. Porque se confunden las cosas. Un día tienen un papá y mañana tienen otro papá. No son claras todas las reglas, pero no todas las familias son así. Hablo de forma genérica y poniendo mi punto de vista.

-¿Ahora se ven más ese tipo de disoluciones?

-Sí. Antes una mujer divorciada era excluida de la sociedad. Era vergonzoso. Ahora es normal y es una realidad.

LA PAREJA
Vos tenés 58 años de casada, ¿a qué se debe esa desunión que hay hoy, según tu opinión?

-Yo creo que si vos analizás los compromisos que asumís cuando te casás, tanto ante la ley como ante la iglesia, sea la religión que sea… vos jurás. Eso para mí es una cosa muy importante. Muchas veces también tuve mis problemas. Entonces recapacitaba. ¿Quién me metió en esto? Yo solita. Así que hay que aguantarse la tormenta. A mí nadie me obligó. Yo elegí ese camino.

-¿Vos le querés a tu marido?

-A veces le quiero y a veces le quiero matar con gillette oxidado, cortar en pedacitos. Estamos juntos toda una vida y no me arrepiento.

-¿Tu marido es cariñoso?

-Él no sabe demostrar cariño. Eso tuve que comprender. Él no se crió en un ambiente cariñoso, por lo menos no en la manera en que nosotros lo interpretamos. Pero sí me valora mucho, me hace compañía y es regalón. Nos llevamos bien. Ahora con esto de la pandemia, realmente lo disfrutamos, porque nos teníamos el uno al otro y no nos sentimos aislados.

-¿Qué rescatás de positivo en una persona que te acompañó casi 60 años?

-Es una buena pregunta y difícil de contestar. Porque como digo a veces le querés y a veces no le querés tanto. Rescato el seguir, el seguir dando el ejemplo. Yo crecí sin padre. Papá se tuvo que quedar en Inglaterra porque estaba enfermo y no nos podía mantener. Mamá hizo todo. No tengo una imagen paterna, como debería tener cualquier criatura, desde los dos años.

-¿Creciste con tu madre?

-Mi hermana y yo crecimos con mamá. Ella hizo de padre y madre. Pero eso yo no quería para mis hijos. Por eso yo siempre quise que ellos siguieran teniendo a su padre.

-¿Qué opinan tus hijos de su padre?

-Es su padre, lo aman y admiran. Le quieren mucho y siguen su ejemplo. Osvaldo es muy trabajador, siempre dio el ejemplo de disciplina. Él es muy disciplinado en su horario, en sus costumbres y los chicos le copian mucho.

-¿Se reúnen todos?

-Sí, los domingos, religiosamente. Somos más de treinta con los nietos. Diana está casada con Emundo Rolón y Astrid con Vicente Scavone. Viven pegados a mi casa y nos cruzamos todo el rato.

RILAPE: EL NOMBRE QUE NACIÓ DE UN TELEGRAMA
-Cruzás y te topás con Rilape.

-Sí, Rita, Laura y Peggy. Rita Petersen era mi mamá. Rilape es la famosa fábrica de velas. Una linda industria.

-¿Cómo surgió lo de las velas?

-Cuando mamá salió de Petersen, la sociedad, buscó en qué invertir su plata. Todavía era fuerte. Las velas “La Negrita” –que estaba en la misma esquina que el Asunción Tenis Club- era de don Arturo Horach. Don Arturo, ya viudo, quería vender y mamá le compró.

-¿Cómo surge el nombre?

-Antes cuando viajábamos teníamos que avisar cómo habíamos llegado, para eso teníamos que enviar telegrama. Se pagaba por palabra. Entonces mamá le enviaba a tío Cristian: Rilape. Eso significaba que llegamos bien. Hay que ahorrar. De ahí quedó Rilape.

-¿Cuántos años de Rilape como empresa?

-Más de 25 años. Los apagones de luz te obligaban a tener un cajón de velas en la casa.

LOS VIAJES, LOS GUSTOS, LA AMISTAD
– ¿Te gusta viajar?

-Sí, me gusta viajar. Pero desde que tengo hijos, prefiero llevarlos conmigo. Siempre los llevé cuando me lo permitía su edad, su escolaridad. Viajaron mucho ellos. Viajando también se aprende mucho. Se aprende a manejarse solo y a ser cuidadoso.

– ¿Conocés Noruega e Inglaterra?

-Conozco Noruega de niña. A Inglaterra fui varias veces a visitar a papá. Él era de Liverpool.

-De la cuna de Los Beatles… ¿Te gustan?

-Mi gusto por Los Beatles viene mucho después de pasar esa edad de hacerme fan. Yo era más fan de Elvis Presley, de Roberto Carlos. No me pierdo ni un solo concierto de él, porque sigue vigente. Es un fenómeno.

-¿Te gusta jugar?

-Yo juego con frecuencia la canasta con mis amigas. Ana María Díaz Benza, Mabel Zavala (que ya falleció), las hijas de Mabel son mis compañeras de juego. Somos un grupo de más o menos 15 amigas que nos reunimos y nos llamamos Las Paquitas.

-¿De dónde viene eso?

-Resulta que Osvaldo tenía un avión y nos íbamos a Punta del Este. Cuando él vio que abordaban las herederas del Arca de Noé, dijo: “Yo y mis paquitas”. Así quedamos.

OLIMPIA
-¿Cómo se vive ese espíritu de tener a un líder deportivo tan importante en casa? ¿Qué significa Olimpia?

-Es una enfermedad, una epidemia de la que no te curás. Es una gran responsabilidad también porque tenés que tener una cierta conducta para vivir en el mundo del fútbol.

-¿En qué radica esa conducta?

-En mi caso, no entrar en demasiada confianza con los jugadores. Hay que ser diligente para entender eso. El hincha es confianzudo, pero yo como esposa de presidente, siempre mantuve mi lugar. Lo mío fue siempre acompañar. Porque es muy solitario ese lugar. Pero en casa con mi marido, soy una hincha más.

LA VIDA
-¿Ellos te quieren a vos?

-Espero que sí. Me encuentran mis defectos también, no son bobos.

-¿Qué tipo de defectos? ¿Eras muy exigente?

-No, yo me divertía con ellos. Yo de exigente, nada. Yo me divertía. Castigo y eso no existía en mi casa.

-¿Nunca castigaste a tus hijos?

-No, no necesitaba. ¿Para qué? Si era todo tan divertido. Me encantaba asustarles. Una vez, era de madrugada y Ale estaba en la heladera rebuscándose. Le asusté, él reaccionó y fue la última vez que le asusté. Mi máxima amenaza era ponerme el cinto en el cuello. Eso ya frenaba mucho. Les amenazaba: Te voy a partir la cara en cuatro pedazos. Entonces veía a alguno que calculaba con la mano, cómo iba a ser eso. Entonces me reí. Ahí terminó esa amenaza.

-¿Cómo describirías a tus hijos?

-Cada uno es diferente, ninguno es igual al otro. En nada son parecidos. Cada uno tiene su carácter, sus defectos, sus virtudes y eso es algo que hay que respetar.

-¿Cómo es Julio Osvaldo?

-Julio Osvaldo siempre está pendiente de mí. Me llama todos los días y se ocupa de lo que yo no me puedo ocupar. Por ejemplo: “averiguame dónde queda la oficina de Bruno Masi, porque me dijo y no me acuerdo. Buscame en Google”. Y él me resuelve.

-¿Qué caracteriza a Diana y a Astrid?

-Diana es muy autoritaria, muy decidida y muy valiente. Sabe mandar, pero no sabe obedecer. Astrid es más dócil y todo me consulta. Toditos ellos tienen un enorme corazón.

-¿Ale, Grillo y Emilio?

-Ale es todas las cosas juntas. Es autoritario, es amoroso, es cariñoso, hace cualquier cosa por su mamá. Grillo es mi mano derecha en la parte administrativa. Es un tesoro. Emilio es mi pulmón. En casa estamos Osvaldo, Emilio y yo. Más los cuatro perros que reciben todo el cariño actualmente.

-¿Qué regalo te gustaría por el Día de la Madre?

-A ellos nomás. Tengo tanto, no necesito nada. Los necesito a ellos. Mis hijos son mi felicidad. Para mí siguen siendo mis bebés.

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