La huella paraguaya en el Mundial Cristiano de Fútbol

Nelson Recalde sabe que el cuerpo no es eterno, pero el alma tiene otra historia. En este diciembre caluroso dejó su vida en las canchas de Porto Alegre, Brasil. Allí representó a Paraguay en la categoría sénior del Mundial Cristiano de Fútbol. No fue fácil. “Partidos muy seguidos, poco tiempo de recuperación, sobrecargas musculares y algunos lesionados,” cuenta Nelson en una entrevista para El Nacional.

Pero más allá de las piernas y los goles, recuerda lo que hizo especial a este torneo. No sólo eran las estrellas del fútbol que todavía se animan a jugar. Era otra cosa. “Una experiencia extraordinaria: desde un apretón de manos o un abrazo genuino con rivales, hasta orar juntos y glorificar a Dios. Agradecido a Él por, además, compartir cancha con exjugadores que fueron estrellas del fútbol mundial”, valora.

El camino hasta Brasil fue largo. No sólo por los kilómetros, sino también por la preparación. “Fueron casi 4 meses intensos, con todas las limitaciones que tuvimos, principalmente de recursos”, revela. Asimismo, hubo una preparación espiritual: “Nos inculcaron la formación de nuestro carácter: reflejar a Cristo dentro y fuera de la cancha, la misión de ser embajadores para alcanzar a otros atletas con el amor de Dios. El Mundial fue de mucha edificación en los tiempos devocionales y alabanzas”.

De todos los momentos vividos en el torneo, hay dos que Nelson jamás olvidará. El primero fue un canto; el segundo, haber aportado un gol para su país. “Tuvimos un ‘Culto de las Naciones’, donde todos, a una voz, glorificamos el nombre de Jesús. Como delegación paraguaya cantamos en guaraní la música ‘Sólo el poder de Dios’”, recuerda con alegría. También se emociona por el gol, que fue de penal ante Uruguay. Con ese tanto, Nelson puso el 2-0 final para el debut victorioso en este torneo.

Por otra parte, recordó el momento más duro. Fue en el partido por el tercer puesto, que Paraguay disputó frente a Ecuador. Nelson dispuso de otro tiro desde los 12 pasos. Esta vez, el arquero rival adivinó la intención. El encuentro terminó 2-2. Así las cosas, el ganador se definió en la tanda de penales. Y allí se impuso la Tri.

“Fue doloroso,” admite. Pero no hay rencor en sus palabras. Sólo fe. “Si nos humillamos ante Dios, Él nos exalta. ¡Toda la gloria y la honra sea para Dios!”, es el mensaje que le dejó este Mundial. Nelson regresa a Paraguay sin medalla, pero con algo más valioso. Volverá a contar esta historia, una y otra vez, no por el gol ni por el penal errado, sino por lo que significó en su vida. Para él, el fútbol es un instrumento de algo mucho más grande: una forma de compartir su fe y su amor por Dios.