Cultura
Puerto de Asunción, 1957: Los grandes murales que inauguraron las reformas del edificio
Grandes murales en la Sala de Pacotillas del Puerto de Asunción, 1957. Documentación obrante en el Archivo Rolón-Domínguez. Cortesía
Entre 1955 y 1959, le cupo al general Raimundo Rolón, expresidente de la República y excombatiente de la Guerra del Chaco, ser interventor reorganizador de Aduanas y Puertos del Paraguay. Bajo su administración, el edificio del Puerto de Asunción –construido en 1907– fue objeto de una significativa reestructuración, ampliando sus instalaciones y “embelleciéndolas” con imponentes murales, según narraba la prensa de la época. Su gestión incluyó un meticuloso registro de las acciones de la entidad, así como una publicación periódica que consignaba todas las actividades portuarias: Aduanas y Puertos. Paraguay bajo la nueva dinámica constructiva.
Este legado se conserva en el archivo y la hemeroteca de la familia Rolón-Domínguez, acervo compuesto por más de 5.000 ítems, entre planos, discursos, fotografías y periódicos que testimonian la evolución de los puertos paraguayos y su aduana central. La disponibilidad de este corpus permite hoy acceder, a través de documentación escrita y fotográfica, a una iniciativa muy destacada en su momento: la comisión de murales para el edificio del Puerto de Asunción, en los años 1956 y 1957. El propósito de los mismos sería “dar la bienvenida” a los viajeros, distribuidos en dos grandes espacios: la Sala de Equipajes y la Sala de Pacotillas.
Las fotografías papel que el Archivo Rolón-Domínguez guarda dan cuenta de miradas urgidas por la necesidad de registrar todo, sin tomas estudiadas ni pretensión estética. Son documentos de época, hoy de extrema utilidad, dada la escasa información que sobre el tema ofrece la historiografía nacional del arte. Hay, sí, publicaciones realizadas en el diario Patria que dieron gran destaque a la aparición de los murales. En el archivo, además de las copias fotográficas que muestran las obras, existe una cartilla mecanografiada que desarrolla discursivamente el contenido de cada una, numerándola y consignando su autoría.
Las pinturas murales, inauguradas el 15 de marzo de 1957 junto con las nuevas instalaciones aduaneras, fueron realizadas en su mayoría por el ingeniero Adolfo Alberto Diez Gómez, quien no alzanzó mayor trascendencia en el campo del arte, al igual que otros dos autores: Carlos Beltrán Camacho y Víctor Soler (hermano del conocido pintor Ignacio Núñez Soler). Sin embargo, artistas de gran renombre, considerados grandes maestros del arte paraguayo, fueron también incluidos en la selección: Adan Kunos y Ofelia Echagüe Vera, Edith Jiménez y Pablo Alborno.
Los murales, que reflejaban el espíritu nacionalista de la época, fueron eventualmente cubiertos o “tapiados” durante las remodelaciones acontecidas en los años 80, según se cree, cuando se amplió un ala del edificio central. Hasta el momento, el único recuperado es El hachero, de Diez Gómez, cuyo rescate fue encarado por la Secretaría Nacional de Cultura en 2021.
“La visión cultural de Rolón –explica el historiador José Samudio, quien trabaja en la digitalización y la sistematización del archivo– quedó plasmada en cada edición de la revista portuaria, que no solo celebraba las obras físicas sino que también se entrelazaba con el dinamismo artístico de su tiempo, colaborando estrechamente con los artistas para escoger temas que resonaran con el ambiente nacionalista”.
La inauguración de los trabajos de puesta en valor del edificio del Puerto de Asunción, acontecida hace apenas unos días, y el conocimiento de su destino como centro cultural gestionado por la Secretaría Nacional de Cultura, han generado enormes expectativas en la comunidad cultural, teniendo en cuenta que la reactivación del puerto como espacio para el disfrute de toda la ciudadanía es un proyecto de larga data que atravesó ya diferentes administraciones públicas.
Dada la amplitud del tema, este artículo se centra solo en un aspecto de todo este proceso de recuperación patrimonial: los murales. “La intención es proseguir con la restauración. No tenemos certeza de si todas las obras están conservadas medianamente detrás de los muros, pero nos gustaría verlas recuperadas”, dice Natalia Ántola Guggiari, titular de la Dirección General de Patrimonio de la SNC.
Las primeras construcciones del puerto se iniciaron durante el gobierno de Carlos Antonio López, según indica el historiador Ángel Sosa en su libro El puerto de la Asunción. Allí señala que, antes de la edificación actual, existían al menos diez “puertos” en la ciudad, que en realidad eran simples atracaderos, tal como fueron documentados en el Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles.
Portada de la cartilla sobre los murales, 15 de marzo de 1957. Archivo Rolón-Domínguez. Cortesía
Como ya se dijo, el edificio que hoy conocemos fue erigido en 1907, pero fueron las reformas de 1957 las que le otorgaron su perfil actual. Los trabajos de puesta en valor inaugurados recientemente fueron liderados por el arquitecto Javier Corvalán con un equipo de colaboradores y especialistas. La ejecución estuvo a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), a través del Programa Reconversión Urbana.
En su artículo “What is Past is Prologue: A History of Archival Ideas Since 1898, and the Future Paradigm Shift”, el investigador canadiense Terry Cook sostiene que los archivos son una “ventana al alma colectiva” de la sociedad. Los ve, no como meros depósitos de registros, sino como participantes activos en la formación de memoria e identidad.
En el contexto del pensamiento contemporáneo sobre archivos, Cook ha sido un defensor de lo que se ha dado en llamar el “paradigma poscustodial”. Este enfoque se aleja de la idea del archivista como mero guardián de documentos físicos y enfatiza su papel como el de alguien que facilita el acceso a los registros, independientemente de su forma o ubicación. En esta oportunidad, el Archivo Rolón-Domínguez comparte con nosotros esta valiosa documentación, por considerar su difusión de gran interés para el país.
Tal difusión no sólo tiene un valor educativo, sino que también democratiza el acceso a la información, fomentando una ciudadanía informada y crítica. Exhumar un archivo documental como este es un proceso cuidadoso de recuperación y descubrimiento. Sus imágenes documentan cambios sociales, políticos y culturales cuya interpretación y valor están en constante evolución, y juegan un papel crucial en la construcción de memoria de una comunidad.
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Gracias por la nota, y gracias a la familia Rolon-Dominguez, no solo por custodiar esos archivos, sino -como bien se dice aqui- por facilitar generosamente el acceso a los mismos.