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Agenda Cultural

Wolfgang Krauch: “Psoas” en Fábrica Galería/Club de Arte

Wolfgang Krauch, de la serie "Psoas".  Cortesía

Wolfgang Krauch, de la serie "Psoas".  Cortesía

La nueva muestra de dibujos de Wolfgang Krauch está habilitada desde ayer en Fábrica Galería/Club de Arte (Sgto. Martínez 271). La exposición, titulada Psoas y montada según expografía de Osvaldo Salerno, podrá ser visitada durante las próximas tres semanas de 8:30 a 12:30 horas y de 16:00 a 19:00 horas de lunes a viernes, y los sábados de 09:30 a 12:30 horas.

Un elemento relevante de la puesta en sala es el texto del propio artista, que reproducimos a continuación.

Wolfgang Krauch, de la serie "Psoas".  Cortesía

Wolfgang Krauch, de la serie “Psoas”.  Cortesía

Psoas

Psoas como palabra existe sola.
Existir solo,
en medio de todo.

En un momento comprendí que aquello que llamo “verdad” puede definirse como la coherencia entre las ideas y el cuerpo que las alberga.
Un oficio deja su marca en el cuerpo del artesano.
En mi cuerpo, los rituales, compromisos y recuerdos se marcan con tatuajes, verdades indelebles..
Las acciones tomadas desde  un pensamiento político lo convierten en verdad, antes solo  era un discurso.

La espiritualidad  solo se puede manifestar cuando el cuerpo se dispone a sus condiciones, sea en la forma de relacionarse con la gente, en el consumo, en la meditación, en la forma de  relacionarse  con todo lo que rodea al cuerpo.
Las palabras se vuelven verdad proporcionalmente a la armonía con el cuerpo que las pronuncia.

El psoas  también está en medio de todo, va desde el primer chakra hasta el cuarto, pero no podemos acceder a él desde afuera, solo desde dentro, con la conciencia, o sino también existe sólo.
Porque como es adentro es afuera. Y solo el cuerpo sabe lo que puede. En parte, estos son los pensamientos que conducen al uso del cuerpo dentro de la composición gráfica, introducir un elemento visual relacionable desde el cual tener un punto de referencia para un punto de partida para las lecturas del espacio que lo contiene.

Psoas

Músculo del interior del cuerpo, no se puede palpar y va desde la base de la caja torácica donde comparte el espacio con el diafragma y va hasta la base de la cadera  y las articulaciones con  el fémur.

La incorporación del cuerpo  humano a la imagen posibilita dos cosas, la introducción de una narrativa clara y la definición de un recorrido visual con un punto de referencia asociable en la composición.

Un  cuerpo, ya no el mío, en  medio de la flora indomable.

El trayecto del músculo psoas también tiene una narrativa en su recorrido desde el corazón  hasta el suelo del torso.

Es cuando sometemos al cuerpo a un cambio de espacio, a un nuevo hábito, a la consistencia de una decisión, cuando vivimos una verdad coherente entre el pensamiento y la realidad.

El cuerpo apartado de sus funciones de consumo, que no sea objeto ni de deseo ni de dolor, para acercarlo a su condición de constante transición desde la contemplación.

Cómo lo siento por quienes no puedan maravillarse ante la magnificencia de la fuerza de voluntad de una hoja de pasto.

Estudiar y dedicarme al oficio de luthería fue determinante al ofrecerme un punto de vista desde el cual la metodología y la filosofía de trabajo son anteriores al pensamiento posmoderno, un punto lejano a los paradigmas actuales.

Volví a ver el oficio del artista ligado a su técnica para poder sustentar su concepto por la obra sola. Sentí la necesidad de procesos disciplinados de producción para que la obra pueda existir realmente al conseguir salir del taller y dejar de ser mía.

Ante esta relación con los oficios, observé las evoluciones históricas de las tecnologías de producción desde un momento histórico donde los conocimientos no se clasificaban como hoy sino se compartían entre disciplinas, por lo que el espacio entre producción  y concepción de la obra se reducen hasta ser inseparables. La pintura y el dibujo vistos desde el artesano, donde se permite el uso de todos los recursos y su optimización constante, la subyugación del ego ante la técnica,  proceso y concepto que se nutren mutuamente inseparables, para lograr la claridad de que lo que se produce es una ilusión.

Además de darme una protección emocional, mi alejamiento de la ciudad se debió a una decisión política personal, sobre poder construir mi realidad desde los valores que decidí priorizar; decidí también que mi relación con el mundo debería ser únicamente por los canales que potencien a todos los participantes y, orgánicamente, el dibujo fue tomando un papel predominante en esta función.

Temáticamente, siempre estuve ligado al contexto; cuando vivía en la ciudad, dibujaba la ciudad  y lo que ella me generaba. Cuando dejé la ciudad, con ella se quedaron mis expectativas de dedicarme a dibujar.

Mudarme a un espacio rodeado de monte tuvo un impacto que no podría anticipar ni dimensionar. Durante meses sentí los sentidos y el cuerpo que se iban depurando. Un día, sin darme cuenta, ya no percibía el color verde, sino los miles de verdes y azules y amarillos que había en cada planta que dialogaba con el sol.

El arte nunca vio con buenos ojos al paisajismo.

Desde mi lectura, un paisaje y una pintura abstracta comparten mucho más de lo que quisieran admitir.

Una cierta dificultad en la lectura de la obra acerca a ese punto de quiebre y dinamismo entre lo figurativo y lo abstracto, dependiendo de  dónde se sitúe quien la observa, en una intimidad dada por  el formato y la atención requerida por la imagen.

Un cuerpo habitando el espacio entre lo figurativo y lo abstracto, y el cuerpo  como herramienta de transmisión.

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