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Opinión

¡Habemus presidente!

POR Martín Ramírez Machuca
Dr. en Lingüística, Lenguas, Filosofía, Educación y Didáctica. Universidad de Kiel, Alemania.

El martes 15 de agosto se inaugura un nuevo periodo presidencial de la época “democrática”  del país. Es interesante este traspaso porque nuevamente el partido mayoritario (ANR) es el responsable directo de lo que se ha hecho durante este periodo vencido, claro, además del anterior al de Mario Abdo Benítez (h).

En este punto, Mario Abdo Benítez, hijo del exsecretario de Alfredo Stroessner, pudo sortear con mucha habilidad los embates de una pandemia que nadie esperaba y que tomó por sorpresa a toda la estructura del gobierno, un descontrol sin parangón y un auxilio económico de millones de dólares que hasta ahora no se sabe exactamente dónde fueron a parar. Además de estas estocadas que tuvo que aguantar, sufrió certeras amenaza de juicio político por el grupo político que aglutina el movimiento de Honor Colorado. Estos casos serían los emblemáticos que Marito tuvo que sortear al estilo de la película Matrix; no obstante, pudo negociar con sus acérrimos enemigos y ocuparse de alguna manera de los asuntos del país, como la construcción de rutas, puentes y otras obras viales que, al final, beneficiarían a toda la nación.

Lo que ha molestado, en cierta manera, a toda la fauna política que ha confiado en él, es que ha entregado su gobierno prácticamente a la debilitada oposición, los famosos progresistas o referentes de izquierda. Esto motivó el retiro de confianza de la cúpula de la ANR. Por otra parte, la supuesta intervención del embajador de los EE. UU. en los asuntos internos del país ha dejado mal parado al “desastre ko Marito”.

Entiendo que a partir del martes los medios iniciarían una serie de análisis de lo que fue el gobierno de Marito, de las sombras y luces que dejó su gobierno. Políticamente, si las cosas no funcionaron bien, la responsabilidad la tiene la ANR, pues fueron 10 años de gobierno colorado que hasta ahora se mantienen incólumes en esta seguidilla de traspasos de mandos. Desde el martes 15 de agosto, Santiago Peña inicia su tan ansiado gobierno, que fue birlado en el gobierno anterior por su contrincante Marito. Desde el principio, a Santiago Peña se le ha endilgado que si ganara la presidencia, estaría bajo la tutela de su mentor político, Horacio Cartes. Esto quedó evidenciado durante la campaña proselitista y más que nunca en estos últimos tiempos en los que se designaron a las personas que acompañarán al presidente durante los cinco años.

La mayoría de estos nombrados formaron parte del gabinete de Horacio Cartes en su gobierno. En síntesis, no hay nada nuevo bajo el sol, excepto el ministro de Educación, un sociólogo, orientador educacional y miembro de la ONG “Juntos por la Educación”, un rostro fresco y con cierta experiencia en programas educativos exitosos en el ámbito privado de la educación.

En este tren de cosas, tampoco este nuevo ministro se salva de las críticas y prácticamente no es aceptado por las organizaciones pro-familia y los grupos que no están de acuerdo con la implementación de la Transformación Educativa. Ya estos grupos le han hecho saber sus inquietudes y lo han invitado a meditar si se animaría a articular el famoso enfoque de derechos o enfoque de género que supuestamente lesionan la autonomía de los niños y van en contra de la patria potestad.

En fin, nunca se ha visto en la historia del país, al menos que yo recuerde (che tujáma), que un presidente electo tenga que lidiar con varios problemas antes de su mandato. Su primera decisión importante sería quizás la ratificación de la derogación del convenio suscrito entre Paraguay y la Unión Europea (UE), que en los últimos días ha generado respuestas no muy felices por parte de algunas misiones diplomáticas asentadas en el país. A Santiago Peña no le será fácil manejar los primeros 100 días de gobierno, ya que debe lidiar con ministros supuestamente no nombrados directamente por él, sino por su mentor político. En esta coyuntura ya se vislumbra una debilidad del futuro presidente, al permitir que exmiembros del gabinete del actual presidente de la ANR le acompañen en su gobierno. Por otro lado, se violaría la ley de conflictos de intereses o ley contra las “puertas giratorias” (Ley N° 7089).

A pesar de todo, Santiago Peña es uno de los mejorcitos que tendrá Paraguay en esta fase democrática. Es una persona preparada en lo que respecta a las finanzas y la economía, y se infiere que por su experiencia en ese campo podría tocar la tecla para que todos los paraguayos tengan dinero en sus bolsillos. ¿Cómo lo haría?: no lo sé, excepto por la vieja táctica de endeudar al Estado y cargarle esa responsabilidad a generaciones venideras. Como individuo democrático, le deseo lo mejor en este periodo de luna de miel en su gobierno que se inicia. Después de los 100 días, enfrentaría otros desafíos con autoridad y probidad, estimo. De no ser así, “Dios y el pueblo le demandarán”.

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