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Opinión

Ponemos en juego nuestra biodiversidad con las decisiones políticas

Alberto Yanosky.

Alberto Yanosky.

POR Alberto Yanosky
Director EIISA (Estructura Interdisciplinaria de Investigación Integral Socio-Ambiental) - UNAE

La naturaleza y su biodiversidad, como muchos otros sectores de nuestras vidas y realidades, está mayormente en manos de decisiones políticas que se toman a nivel nacional e internacional, con acuerdos entre partes. Las políticas públicas son aquellas actividades en forma de programas y proyectos que un Estado diseña e implemente en el marco de su gobierno y su administración pública que tienen como fin satisfacer las necesidades de la sociedad, son medidas legales, regulatorias y prioridades para mejorar la calidad de vida de su gente, y para esto es imprescindible la toma de decisiones que asegure una gobernanza por consenso, acuerdos y legitimidad en los asuntos públicos.

En este marco, Paraguay tiene su sistema legal de conservación de la naturaleza, desde la Constitución Nacional hasta varias leyes como la de Áreas Protegidas, Vida Silvestre, y otras específicas, que son ejes claves de la institucionalidad hoy regida por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, pero que hay muchos otros entes del Ejecutivo, como del Legislativo y Judicial, con roles destacados en la conservación de la naturaleza. En ese marco legal, tan rico en Paraguay y tan poco eficientemente implementado, existen los acuerdos internacionales; uno de ellos es ese que tiene que ver con el Convenio de Diversidad Biológica que Paraguay ratificó inmediatamente luego de la Cumbre de Río del ’92.

A pesar de estos esfuerzos internacionales, seguimos perdiendo biodiversidad y lo que resta, en gran parte está amenazada de extinción, las especies por un lado ya que están desapareciendo a tasas alarmantes, y la pérdida de una especie es para siempre, pero también estamos perdiendo riqueza y heterogeneidad a nivel genético, y más aún simplificando la compleja e intrincada red de relaciones a nivel de los ecosistemas. Los humedales, los bosques, los pastizales están siendo transformados, y con esa transformación se va la riqueza de especies. La contaminación, la fragmentación, la simplificación de los diferentes paisajes tiene implicancia en la riqueza de la flora y la fauna. Los grandes bosques tropicales húmedos como los de la Amazonía y el Bosque Atlántico sufren una alarmante tasa de desmonte, como así también los bosques secos del Chaco que compartimos entre Argentina, Bolivia y Paraguay. Esto lo saben los países, y tienen en sus manos toda la evidencia científica necesaria.

Ya en el 2010, todos los países que ratificaron el Convenio de Diversidad Biológica adoptaron el Plan Estratégico para la Biodiversidad a ser implementado entre el 2011 y el 2020, con evaluación al final del periodo. Este plan tuvo como finalidad conservar la biodiversidad y mejorar el acceso de los beneficios derivados a la población. Hoy sabemos que no hemos podido cumplir, las metas propuestas fueron débilmente alcanzadas, y la biodiversidad sigue su decadencia. Una de las metas que tenía que ver con las áreas protegidas, donde conservamos los elementos naturales, si bien muchos países están cumpliendo con la meta de número, superficie y representatividad, cuando miramos el manejo y la administración, no pasamos la prueba.

Hoy tenemos una nueva oportunidad en la agenda global de biodiversidad post 2020. Los países y su entorno de acuerdos (ONG, pueblos indígenas, sector privado, agencias de cooperación, y otros) se están reuniendo para discutir un nuevo marco de trabajo, que será clave para poder asegurar que conservemos lo que nos queda, intentamos recuperar lo que se pueda y reducimos a cero la degradación de la biodiversidad y apuntamos a un balance positivo en los próximos años. Debemos acompañar y exigir de nuestras autoridades de turno el compromiso y el conocimiento para aportar y decidir, ya que la disminución de la biodiversidad es responsabilidad de todos y no solo de los gobiernos que administran a un país cada un cierto período.

Hoy vemos muchos jóvenes gozando de la naturaleza, algo que hace unos años atrás no teníamos, hoy vemos mucha gente entusiasmada con los elementos de la naturaleza, sean hongos, animales o plantas. Hoy vemos mayor uso de las áreas naturales en general, hay un despertar en nuestra sociedad sobre la importancia de la naturaleza y su biodiversidad, de la misma manera debemos exigir compromisos que nos permitan medir que estamos haciendo bien las cosas. Nos urge mirar lo que hemos hecho mal y no hemos podido lograr, necesitamos consolidar los logros y apuntar a la excelencia en la efectividad por ejemplo de las áreas protegidas, debemos sincerarnos, ser críticos con la gestión y tener la voluntad para hacer los ajustes necesarios. Necesitamos urgentemente una gestión integral socio-ambiental. Sin estos elementos en la agenda, tampoco podremos avanzar con los objetivos de desarrollo sostenible que el país está incorporando a sus agendas, la naturaleza y los bienes y los servicios que nos brinda son claves para el desarrollo país que estamos buscando.

Tenemos una inmensa oportunidad actualmente, nuestros representantes están discutiendo estos temas en el marco del Convenio de Diversidad Biológica para establecer ese nuevo marco. Momento clave para repensar y aprender de la experiencia. Las decisiones que se tomen en Ginebra en el marco de las negociaciones de preparación de la 15ta. Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica que se lleva a cabo en Ginebra hasta el 29 de marzo, serán precisamente esas negociaciones y decisiones que alimentarán el nuevo marco global para la biodiversidad, el mundo requiere de ser ambiciosos y asegurar que existen los recursos y la voluntad para poder frenar y revertir la pérdida de biodiversidad antes que colapsen los ecosistemas naturales.

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