Opinión
Bioeconomía en Paraguay: avances hacia una agenda sostenible
Alberto Yanosky.
Cuando estudiaba en la Universidad parecía que la Ecología y la Economía eran disciplinas separadas una de otra y que convergían en muy pocas dimensiones, a excepción de que ambas comenzaban con la palabra “eco”, que tienen su origen en “casa u hogar” para referirse a la administración (economía) o el estudio (ecología). Mientras la economía se encarga de los recursos, la creación de riqueza y los aspectos relacionados con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, con el fin de satisfacer las necesidades humanas, la ecología es una rama de la biología que hoy ya casi ciencia per se y estudia las relaciones de los seres vivos y el ambiente en el que viven. Y venimos escuchando desde hace algunos años a la bioeconomía como una nueva disciplina, con tiene diferentes enfoques y objetivos, pero que básicamente se centra en la creación de conocimiento de base para una producción y uso de los recursos naturales y biológicos junto a los procesos y leyes biológicas para para que la economía provea bienes y servicios de una forma armoniosa y amigable con el ambiente.
Ligada en sus orígenes a hidrocarburos en su concepción de no renovabilidad, lo que luego cayó ya que se construyó sobre algunas premisas que no eran tan ciertas; con las cuestiones del cambio climático y la degradación del ambiente, la bioeconomía toma fuerzas, en particular luego de la Cumbre de Río de 1992. Y lo que tenemos hoy a nivel mundial son diferentes enfoques que tienen a la bioeconomía como su disciplina central para atender cuestiones de sustentabilidad de los recursos naturales, insertos en una agenda global que atiende a los Objetivos de Desarrollo y deja ya de ser una cuestión económica para integrarse multi- e interdisciplinarmente con la ecología, la sociología y las demás áreas del conocimiento al atacar las mismas bases de nuestra supervivencia como seres humanos.
El ambiente en general, sea urbano o rural, viene sufriendo diferentes embates que llevar a su degradación, y en algunos casos a cambios que afectan la base natural. Los ambientes naturales han evolucionado a través de diferentes procesos geológicos con condiciones que hacen que hoy existan, pastizales, humedales, sabanas y bosques; el ser humano parece contrariar esta sabia evolución natural modificando los paisajes y poniendo árboles donde nunca los hubo, o poniendo pasturas donde había bosques. Y obviamente estos ambientes artificiales son mucho más vulnerables a los cambios climáticos cada vez más evidentes e intensos, con extremos de sequías, inundaciones, incendios, granizadas que se exacerbarán según los diferentes escenarios climáticos. La bioeconomía busca hacer más sustentable todas estas intervenciones para mejorar nuestro nivel de vida, buscando Soluciones basadas en Naturaleza, o tratando de diseñar estrategias de Adaptación Basadas en Ecosistemas, una más reciente disciplina es la economía circular que busca cerrar esos ciclos de producción y desechos, fomentando al máximo la reutilización, el reciclado y la reducción de la contaminación.
En este sentido, los avances a nivel país no han sido muy evidentes y las diferentes carreras de economía todavía abordan temerosamente a la bioeconomía como pilar fundamental de sus mallas curriculares, sin ser conscientes de que la economía mundial viaja hacia unos requerimientos del mercado cada vez más exigente en cuanto al origen de su producción. Entonces es cuando entra a jugar un rol destacado la trazabilidad, no solo desde el punto de vista ambiental sino también social, todo bien y servicio producido, tendrá cada vez más exigencias de este tipo que debemos como país comenzar a atender. Hace algunos años la deforestación y la pérdida de bosques era un tema crucial en esta agenda; previamente liderada por el uso de los agroquímicos o defensivos agrícolas. Sin embargo, hoy las exigencias van más allá con cuestiones sociales de reasentamiento y afectación de activos a los modos de vida, con cuestiones de equidad e inclusión, con cuestiones de seguridad laboral y de la comunidad, como así también del bienestar animal.
Paraguay ha llevado a cabo estudios del costo ambiental de un daño para valorar efectos de intervenciones que no tuvieron en cuenta la sostenibilidad y estudios de valoración de recursos naturales para poder estimar el costo de equivalencia como para estimar el valor de una unidad de superficie de bosque, y esto ha servido para generar una base orientativa de valores nominales para la ley de valoración y retribución de los servicios ambientales, con el fin de propiciar la conservación, la protección, la recuperación y el desarrollo sustentable de la diversidad biológica y de los recursos naturales del país, para una valuación y retribución justa, oportuna y adecuada de los servicios ambientales. Sin embargo, uno de los estudios que más me ha impacto es un estudio del Banco Mundial para entender el costo de la pérdida de bosques en Paraguay. El valor estimado por hectárea de bosque está en el rango de US $ 3.600– $ 7.300 en el este de Paraguay y de US $ 1.100– $ 2.200 en el oeste de Paraguay. El costo anual estimado de deforestación en Paraguay está en el rango de US $ 164– $ 1.196 millones (0,4% –3 % del PIB equivalente en 2017).
El escenario BAU con una continuación de las tendencias actuales (30 mil hectáreas deforestadas anualmente en el este de Paraguay y 250 mil hectáreas deforestadas anualmente en el oeste de Paraguay) resulta en un costo anual de deforestación estimado en US $ 628 millones (1,6% del PIB equivalente en 2017). Frente a este escenario, los esfuerzos de reforestación y conservación afectan positivamente las condiciones socioeconómicas de los hogares más pobres y la población indígena. A largo plazo, las tendencias actuales de deforestación de Paraguay pueden generar un riesgo para la reputación. Paraguay necesita seguir estándares ambientales y sociales más estrictos para acceder a los mercados premium, pero también para reducir los impactos adversos actuales de la agroindustria en los bosques del país y las poblaciones más vulnerables.
La bieconomía es una disciplina que hoy se hace muy necesaria, es clave que orientemos investigaciones hacia este conocimiento y la apropiación de los mismos por parte de los decisores sean públicos o privados, con el fin de dar la sostenibilidad necesaria y continuar con un país rico en recursos naturales que mantienen una economía altamente dependiente de éstos, suelos, agua, clima y biodiversidad.
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