Opinión
Uno de los primeros modelos para atender el cambio climático
Alberto Yanosky.
No será la primera vez que olvidamos la historia, algunos por descuidados, otros por falta de lectura, y espero que un grupo reducido, porque se resiste a capitalizar lo bueno realizado para seguir pidiendo limosnas y que nuestro desarrollo sostenible esté dirigido por fuerzas exógenas más que la satisfacción de nuestras propias necesidades.
Se trata de la historia resumida del Bosque Mbaracayú, la reserva privada de propiedad de la Fundación Mbaracayú, administrada por la Fundación Moisés Bertoni, que hoy forma parte nuclear de la primera Reserva de Biósfera declarada en Paraguay por la UNESCO. Esta reserva, originalmente de algo más de 57 mil hectáreas, fue uno de los primeros ejemplos de mitigación de efectos del cambio climático a través de un modelo pionero de implementación conjunta, años antes de que los países discutieran las opciones para hacer frente a la crisis climática que se dio en Río de Janeiro, durante la Cumbre de 1992.
Allá al final de la década del ’80 se dieron ciertas condiciones, como la presencia de un voluntario americano trabajando con los Aché en Canindeyú, a quien debemos agradecer la identificación de la situación social y ambiental que describiré, una organización de conservación global en los EEUU, un paraguayo haciendo un posgrado en este mismo país, un conjunto de habitantes del Paraguay (ciudadanos y residentes comprometidos con el país), y otras circunstancias.
Una propiedad en Canindeyú históricamente utilizada por la Industrial Paraguaya y la Sociedad Envolvente para la producción de madera y yerba mate, como también vida silvestre, pero con un grupo nativo como los Aché o Guayakí, habitantes originales de estos extensos bosques, con quienes se interactuaba en un territorio prístino. Por circunstancias determinadas de una deuda no honrada, esta propiedad quedó en manos de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), rama ejecutiva del Grupo Banco Mundial. Identificada por entonces como un territorio en el cual habitaban los Aché, pero además uno de los sitios ricos en biodiversidad en bosques altos y húmedos, conjugados con elementos del cerrado y sistemas de pastizales, guiado al norte por la Cordillera del Mbaracayú, en el borde limítrofe físico seco con el Brasil, y regado como un sistema de venas y arterias por el río Jejui.
Negociaciones para comprar la propiedad, acuerdo del Gobierno paraguayo de crear una reserva privada, el primer ejemplo (antes de la existencia de la Ley de Áreas Protegidas de 1994), consenso con los Aché de la zona que habían sido expulsados a finales del ’78 de la misma zona de Jejui-mi, liderazgo de las Naciones Unidas para presidir la iniciativa, pero quizás lo más resaltante es la consecución de los fondos, porque a pesar de que las tierras estaban en manos del IFC, y luego de mucha campaña, se logró bajar el precio para la compra, aun así el dinero debía ser conseguido.
Fue así que se crea uno de los primeros ejemplos de implementación conjunta para mitigar gases de efecto invernadero en una planta de producción energética en Hawái. Este es un ejemplo de implementación conjunta para ayudar a un balance neto cero, y no solo el modelo fue pionero, sino que la Universidad Nacional de Asunción hizo los primeros estudios de carbono para entender cuánto carbono almacenaba y captaba ese Bosque del Mbaracayú. Aun cuando algunos critican los números y el “negocio”, no se puede negar ese liderazgo allá a fines del ’80 que la universidad y la academia nacionales deberían capitalizar.
Esta historia forma parte clave de nuestra historia socio-ambiental, por el modelo que luego se comenzó a replicar, porque sirvió de bases para la discusión en Río del ’92, porque conjugó varios alcances y visiones, lo social, lo ambiental y lo económico, guiado por la emisión de los gases de efecto invernadero y el rol que cumplen los bosques en esta mitigación y la estabilización de esos gases. Permitió el desarrollo de la isla Oahu de Hawái y la consecución de lo que hoy es uno de los ejemplos más destacados de conservación y desarrollo sostenible de América Latina.
Hay muchos a quienes agradecer, y muchas instituciones y personas que, en estos más de 30 años, hicieron posible esta joya y modelo del desarrollo sostenible a nivel mundial, uno de los sitios que nos permite sistematizar información, aprender lo andado y realizar manejo adaptativo mientras se va a haciendo historia. Para todos los que lo hicieron posible un muchas gracias, ayudemos a difundir la historia y capitalizar lo aprendido, y por mi lado muy honrado de haber sido parte de esta historia.
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