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Opinión

Ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible como derecho humano

Alberto Yanosky.

Alberto Yanosky.

Este pasado viernes 8 de octubre, el Honorable Consejo de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas reconoció algo que quizás para todos nosotros podría ser algo obvio, pero que no es así. El CDH reconoció un derecho humano más, ahora las Naciones Unidas debería estudiar el reconocimiento de que existe un derecho a un ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible, como derecho esencial de la humanidad para el disfrute pleno de todos los derechos humanos.

Varias organizaciones regionales e internacionales, y lamentablemente pocas si alguna a nivel nacional, celebró este logro, que algunas organizaciones vienen persiguiendo desde hace más de una década. Este Consejo de Derechos Humanos ahora insta a la Asamblea General de las Naciones Unidas a discutir y debatir el tema para su inclusión como Derecho Humano Universal en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Si bien la Constitución Nacional del Paraguay establece en su Sección II sobre el Ambiente en sus artículos 7mo (del Derecho a un Ambiente Saludable) y 8vo (de la Protección Ambiental), salvaguardando estas cuestiones que nos parecen tan obvias, como muchas otras naciones, parece que este mandato constitucional no ha podido colectivamente parar la pérdida de los recursos naturales y de la biodiversidad, hoy exacerbado por los cambios climáticos.

Una decisión como la que se plantea a nivel del Sistema de las Naciones Unidas, del cual formamos parte, podría ser el punto de inflexión que requerimos para apurar el proceso que nos lleve a un desarrollo más armónico con el ambiente, economías más verdes y ecológicas, con un desarrollo equitativo e inclusive para hacer frente a lo que ya está demostrado y pronosticado que es una decadencia en calidad ambiental que no todas las naciones podrán enfrentar, en particular con los cambios climáticos y la acelerada pérdida de la diversidad biológica del planeta. Esta es la oportunidad que tenemos, una más que se nos presenta, para frenar esta gran decadencia que está directamente relacionada con nuestro bienestar y el futuro de las sociedades humanas sobre el planeta.

Y este Consejo oyó el reclamo de la sociedad global, ya que recibieron pedidos de organizaciones de todo el mundo que están siendo afectadas y evidencian el impacto de la degradación ambiental, con más de 120.000 firmas en los que amalgamaron idiosincrasias, aspiraciones, razas, edades, géneros, religiones, y las más disímiles características de la humanidad, con una sola petición que fue la reconocer el derecho al ambiente saludable y sostenible como un derecho humano universal.

Recordemos que los derechos humanos son esos derechos que tenemos todos los seres humanos por el solo hecho de existir y que no están garantizados por ningún Estado, derechos propios e inherentes con total independencia de nuestra nacionalidad, género, etnia, color, religión, idioma o cualquier otra condición. La Declaración de Derechos Humanos original se forjó a partir de las cenizas de la última crisis mundial de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial.

Un 10 de diciembre de 1948 en París, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III) adoptó la Declaración Universidad de los Derechos Humanos y es allí donde en sus 30 artículos recoge los derechos humanos considerados básicos. Y Paraguay fue uno de los 48 países que dio su voto a favor en aquel entonces.  Si este derecho que hoy el Consejo recomienda a la Asamblea debatir y precautelar, se convertirá en el primer nuevo derecho humano que se introducirá en más de 70 años, lo que nos permitirá salir de la pandemia de COVID-19 con un cambio político igualmente simbólico y decisivo, en el cual se hace cada más evidente la necesidad de una mirada y tratamiento diferente al ambiente.

Espero que el Paraguay pueda retomar ese liderazgo de la posguerra en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y asegurar no solo ese compromiso, sino el plasmado en la Constitución del 92, en el cual mostró estar, al menos enunciativamente, entre las Naciones más innovadoras y promisorias el mundo. Si bien los marcos legales nacionales y las ratificaciones internacionales en muchos casos son meros enunciados con falta o ineficacia de aplicación, desde Paraguay aplaudimos este avance en el reconocimiento universal de un ambiente sano, saludable y sostenible como parte de nuestros derechos.

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