Opinión
Conocimiento tradicional como base para enfrentar los desafíos
Alberto Yanosky.
El mundo habla de los desafíos ambientales que estamos enfrentando y reconociendo la importancia de lo ambiental en nuestras vidas, con una pandemia que desde lo ambiental afecta nuestras economías y nuestros modos de vida. Reconocemos que estamos en un período geológico que hemos dado en llamar Antropoceno, para destacar nuestro rol en intervenir el ambiente y causar, entre otras cosas, y no solo por esto, los cambios climáticos por la cantidad de gases de efecto invernadero. También reconocemos que estamos sufriendo la sexta extinción en masa de la biodiversidad, la que está desapareciendo a un ritmo sin precedentes.
Aportamos desde diferentes sectores que las soluciones deberían ir ligadas a un cambio de paradigma, un modo de vida que sea más amigable con la naturaleza, con medidas para adaptarnos a esos cambios que ya no podremos detener, pero que sea una adaptación basada en ecosistemas, con el fin de no andar proponiendo medidas de adaptación que no estén acorde al ambiente natural en el que estamos.
También se están proponiendo soluciones basadas en naturaleza, a modo de que volvamos a mirarnos en cómo fuimos sirviéndonos con mayor sostenibilidad de los recursos naturales, y poniendo en realce al capital natural, asegurando que en casos como Paraguay, con una economía basada en sus recursos naturales (ganadería, agricultura e hidroelectricidad) y sin ellos la decadencia de la economía nacional, como alguna vez fue un país forestal y el manejo insostenible de los recursos forestales nos llevó a perder más de 10 millones de hectáreas de bosques, hoy con la necesidad de volver a poner el bosque donde estaba.
¿Cómo hacer eso de adaptación basada en ecosistemas (AbE) y soluciones basadas en naturaleza (SbN)? No sé en otros países y en otras dimensiones, pero con 19 grupos originarios habitantes del territorio nacional, grupos que independientemente de sus movimientos, orígenes, luchas territoriales, tienen una historia con la naturaleza y los ecosistemas en donde habitan, deberíamos poder valorar su conocimiento tradicional, el uso que hacen de sus recursos, la comprensión de los ciclos naturales, para poder empezar como sociedad a atender esos AbE y SbN. Si nos urge atender soluciones frente a los cambios para volver a ser más naturales y basadas en el ecosistema, todas nuestras acciones, no es lo mismo en Canindeyú, Alto Paraná o Itapúa cuando estamos en el Bosque Atlántico que Boquerón cuando estamos en el Chaco, o en Bahía Negra cuando estamos en el Pantanal, sólo por mencionar unos pocos ejemplos.
Antes que les diéramos esos nombres a las divisiones políticas del Paraguay y mucho antes que llegaron los Europeos a estas tierras, los Aché ya habitaban lo que hoy conocemos como Canindeyú, los Avá Guaraní ya habitaban lo que hoy es Alto Paraná, como los Mbyá Guaraní habitaban lo que hoy conocemos como Itapúa (y no sólo Itapúa del Paraguay, pero también Misiones de Argentina, lo que pone esta afirmación en condiciones transfronterizas más allá de los límites políticos que hemos establecido). Y si necesitamos atender soluciones en Bahía Negra, allí estaban los Yshir, y también los Ayoreo, o en Boquerón los Guaraní Ñandéva, sólo por citar seis pueblos originarios de los 19 que tendríamos en el país.
Ellos realmente están adaptados a esa relación intrínseca con la naturaleza, dependen mayormente de ella (aunque cada día más reducidos a menores superficies, en particular a aquellos de hábitos nómades, por nuestra parcelación de la tierra) y se han ido adaptando paulatinamente a los procesos de cambio que sufre el ambiente. Ellos cuentan con un conocimiento tradicional de inigualable valor que debería servirnos regionalmente y nacionalmente para establecer soluciones de tipo AbE y SbN, aprovechando esa oportunidad de que están allí y sus mayores y sus ancianos todavía mantienen esos conocimientos vivos. Este conocimiento tradicional, testeado o no, bajo los estándares de conocimiento científico debería servirnos para establecer políticas públicas de tinte más ambiental y con la incorporación de los aspectos sociales y culturales, con la diversidad cultural que tiene el país.
Y no quisiera dejar de establecer esta necesidad con las poblaciones más autóctonas u originarias, sino también con comunidades que han venido de otras latitudes y se han asentado en el territorio nacional, con un conocimiento previo (de otros ambientes, de otra naturaleza) y que pusieron a prueba, a veces con golpes muy duros, y también debieron adaptarse a las condiciones diferentes dependiendo de donde se asentaron en el país.
Lo cierto es que hay allí un conocimiento que no estamos aprovechando, y que deberíamos poder incorporar a nuestras políticas. Hace poco dimos un paso importante para crear un marco de consulta y consenso previo, libre e informado; sin embargo, invito a nuestras autoridades y ciudadanía a pensar en algo más que buscar consenso y aprobación, ir a una consulta real y eficiente, que nos permita aprender de lo que ellos ya saben, adaptarnos al ecosistema, y tener soluciones basadas en naturaleza, que en definitiva nos permitirá mantener y mejorar el capital natural del país.
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