La garza mora, una vadeadora de nuestros humedales

POR Alberto Yanosky

Biólogo y conservacionista.

Motivado por unas fotos del apreciado Carlos Ortega, quise compartir con ustedes algunos aspectos de una de las garzas comunes en nuestros humedales. Entre todas las garzas, la garza mora está presente con muchos individuos, pero siempre está allí y cuando decide volar, lo hace con una belleza increíble, suavemente, desplegando esas largas y amplias alas. Un ave común pero no sin amenazas a su conservación, un importante carnívoro en nuestros humedales.

Ardea cocoi es el nombre científico de la garza mora, y es una especie de ave de cuerpo grande que se distribuye ampliamente dentro de las regiones neotropicales de América Central y del Sur, viviendo en variados ambientes, incluidas las orillas de ríos, lagos y mares, pantanos, arroyos y también en los reservorios y tajamares, desde el nivel del mar hasta alrededor de los 3000 metros sobre el nivel del mar. Una serie de adaptaciones esqueléticas y fisiológicas les permiten tener éxito en entornos tan variados. Sabemos que la garza mora de la prehistoria era un ave más pequeña y quizás menos independiente en comparación con sus contrapartes más modernas, y se ha identificado que tenía un estilo de vida de natación en ese momento, compatible con el registro fósil.

Un fuerte pico para capturar este pez por parte de la garza mora. Foto: Carlos Ortega.

Esta garza ha desarrollado un conjunto de rasgos únicos en respuesta a diversas presiones ambientales que definen los ecosistemas en los que habita. La amplia distribución de las garzas sugiere que la evolución de este grupo de aves es antigua, y la especie debería tener una adaptabilidad considerable y la posibilidad de cambios rápidos en la fisiología, el comportamiento y la ecología, posiblemente reflejados en su código genético en respuesta al cambio climático reciente. El proceso de especiación evoluciona a través de la adaptación a diferentes entornos, y los estudios ecológicos son fundamentales para desentrañar las causas de estas adaptaciones. Los cambios en el medio ambiente ejercen una presión selectiva sobre los organismos y las intensas presiones selectivas pueden conducir a la evolución de adaptaciones naturales.

Esta garza es un carnívoro muy oportunista con una dieta amplia que incluye peces, anfibios y una gran cantidad de invertebrados, los que caza principalmente en aguas poco profundas. Las garzas, en general, son conocidas por ser cazadoras eficientes, seleccionando las categorías de presas más abundantes o accesibles, con una gran capacidad para adaptar su comportamiento de búsqueda de alimento al tamaño y velocidad de la presa o a las diferentes situaciones de alimentación, desde baja hasta alta densidad de presas. Las garzas grandes como la garza mora van evolucionando poco a poco como especialistas, desplazando la base de la pirámide alimenticia a los elementos más oportunos en un día determinado. Son capaces de detectar presas en una variedad de sitios, en mayor número y bajo condiciones variables. Parece que siempre los peces son el mayor índice de importancia alimenticia en la dieta general. La estación es un factor importante que afecta el comportamiento alimentario de las garzas grandes, ajustándose a la entrada en reproducción a principios de la primavera y al comienzo de la puesta de huevos en verano. Posteriormente, al final del verano y principios del otoño, cuando los polluelos alcanzaron el mayor peso, la actividad alimenticia aumenta y es claro, hay más individuos que alimentar en el nido; y se ve también que la variedad de presas aumenta.

Garza mora en su ambiente donde consigue sus presas. Foto: Carlos Ortega.

Los comportamientos y estrategias reproductivas son los elementos centrales de la regeneración de las poblaciones; por lo tanto, las características de los sitios de anidación y su relación con el éxito reproductivo están directamente relacionadas con la sostenibilidad de estas poblaciones. Las garzas son estruendosas, no pasan desapercibidas, tienen dificultades bien conocidas para evadir amenazas potenciales debido a su gran tamaño, y para minimizar ese riesgo, sus nidos son buenas señales visuales. Esto puede favorecer la selección del sitio de anidación en áreas que permiten vislumbrar a los depredadores que se acercan. La estrategia reproductiva, que incluye ser colonial, aérea y solitaria, significa que estas especies son adaptables y aprovechan los sitios preferidos. La garza mora construye grandes nidos de palos en un árbol, pueden ser solitarios y a veces en colonias muy densas, los nidos exhiben plataformas y entradas expuestas a condiciones climáticas variadas.

Se estima que la población de la garza mora se mantiene estable o va en aumento. Sin embargo, en algunas regiones clasificadas como de “Preocupación Menor”, la población está disminuyendo. Es necesario evaluar a esta garza y las otras garzas que son comunes, y actualizar el nivel de amenaza. Las actividades humanas tienen impactos tanto negativos como positivos sobre Ardea cocoi. El uso de áreas urbanas y agrícolas ha aumentado la tasa de reproducción, mientras que los residuos químicos afectan el éxito reproductivo. Y llamamos vadeadoras a aquellas aves que “vadean”, es decir, caminar en zonas poco profundas, andan por el vado. Espero que esta especie, una de las 19 especies de aves vadeadoras que fueron parte de mi tesis doctoral hace muchos años, mantenga los niveles poblaciones en todo su rango de distribución y pueda continuar siendo un elemento característico de nuestros humedales.

Garza mora atenta en la búsqueda de alimento. Foto: Carlos Ortega.

Gracias a Carlos por compartir esas fotos.